Francisco Tarajano cumplirá pronto los 90. El poeta decano de las islas sigue activo, y, como cada Navidad, envía sus deseos de paz y amistad para el año entrante. Un poeta arraigado a la identidad, a la historia, a la voz del pueblo llano, a la tierra canaria.
Cada vez que alguien engendra y sueña,
trabaja y canta, siembra y espera,
quiere y perdona, comparte y besa,
muere y se vive, cae y se eleva,
de lucha y honradez deja huellas
y surcos de amor cava en su tierra.
¡Qué linda la tierra
cuando canta amor!
¡Qué linda la vida
con besos de amor!
¡Qué amarga la tierra
fallida de amor!
¡Maldito el malvado
que mata el amor!
Rifles y machetes,
avión y cañón,
armas y cadenas
del hombre abusón
callan, insolentes,
las voces de amor,
matan, inclementes,
las crías de Dios,
que de amor y vida
es el sembrador,
que de libertades
es el altavoz.
El amor que brota
que ya está en sazón,
nadie lo apuñale,
déjelo ser flor,
a ver sui se logra
un mundo mejor,
a ver si se tapa
del odio el picón,
a ver si se entona
en tu rededor
y en la tierra entera
la canción de amor.
A ver si se muere
el diantre opresor,
a ver si aparece
un buen redentor,
a ver si nos nace
un libertador,
a ver si entre todos,
con tino y tesón,
¡hacemos del orbe
un edén de amor
donde broten siempre
flores de ilusión!
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