Alfonso González Jerez
es un periodista tinerfeño de pluma afilada que maneja con precisión de
cirujano los acontecimientos cotidianos de la política regional, examina a todo
el mundo, no perdona a nadie, resulta ingenioso y a veces hasta brillante. Hace
unos días ironizaba sobre los Premios Canarias y las Medallas de Oro del
archipiélago que se van a entregar con motivo del 30 de mayo. Recuerdo que
cuando se publicó mi peor novela contó que la estaba leyendo y, al no gustarle,
la tiró por la ventana. Me pareció una crítica más que correcta, pues estoy de
acuerdo en que No me mates vida mía es un texto flojo. Los altibajos de
cualquier escritor son una moneda común. Y ahora vendrán malos tiempos para los
plumillas y los letraheridos, porque el señor Bill Gates está anunciando que
periodistas y escritores van a desaparecer porque la Inteligencia Artificial puede
suplirlos con facilidad. Algo parecido podría suceder a los profesores, desde
la escuela primaria hasta la universidad. Si esto es así abría que colocar unos
frenos éticos a la Inteligencia Artificial, como sucede en otras cuestiones. A
la Inteligencia Artificial se la desea y se le teme a un tiempo.
El comentarista habló
de los Premios Canarias y las Medallas de Oro que reparte la comunidad autónoma
con motivo del 30 de mayo. Dijo cosas sustanciosas con las que es fácil estar
de acuerdo. Y comenzó que un promotor y difusor cultural como Guillermo
García-Alcalde, uno de los mejores críticos de música del país, debería recibir
la Medalla de Oro por su generosa contribución a la difusión del arte y la
literatura en estas islas. La etapa de Guillermo al frente del periódico fue
muy fecunda en cuanto al apoyo a las actividades creativas, y la llamada
Generación de los 70 se vio beneficiada por su atención en distintos campos,
desde la pintura a las letras. Las Medallas de Oro de Canarias igual van a
parar a un grupo folklórico como a un artesano y a cosas variopintas, y todo
eso puede ser justo pero el gobierno regional debería reconocer la amplia labor
del antiguo director de este diario en beneficio de la cultura regional. Un
gran crítico, un asturiano que siempre eligió vivir en Canarias.
Otro personaje fundamental es Juan Cruz, un todo terreno que igual escribe sobre su amado Barsa que firma los mejores informes de periodismo cultural, no en vano obtuvo hace años el premio nacional por su intensa dedicación. Ahora, después de haber sido uno de los fundadores del diario El País, sus quehaceres profesionales van por otros caminos, siempre en busca de la exactitud y la verdad. Juan, Premio Canarias de Literatura, es un periodista arrollador, capaz de entrevistar a Margaret Thatcher o de participar en debates nocturnos en la televisión estatal.
El asma condicionó su
infancia y le predispuso para dedicarse al periodismo y la literatura. Escuchaba
los partidos del Barcelona, se hizo hincha azulgrana y se enganchó a la lectura
y posteriormente a la escritura. Su primera novela, Crónica de la nada hecha
pedazos, ganó el premio Benito Pérez Armas y fue publicada en Madrid por Taller
Ediciones JB. Juntos ingresamos en la Escuela Oficial de Periodismo, sección de
La Laguna, en aquellos finales de los años 60 en los que el periódico El Día
incorporó a unos cuantos jóvenes alumnos que manifestaban disposición, entre
los cuales me encontraba yo mismo. Ernesto Salcedo venía de Huelva y fue
falangista en su juventud, pero su mandato en el diario tinerfeño fue modélico
porque en cuanto pudo borró el yugo y las flechas de la cabecera e impulsó un
periodismo atrevido, valiente para la época, regionalista, constructivo. El Día
fue el primer periódico de Tenerife que abrió una redacción en Gran Canaria.
Qué tiempos.
(Foto tomada de La Provincia)
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