Esta pareja musical de
Carlos Catana y la pianista Margarita Galván está formada por unos luchadores capaces
de difundir su obra desde una isla periférica, La Palma, con saltos a Madrid, a
Gran Canaria, a Alemania, y recientemente actuaron en Telde. Es evidente que el
rock que hacen algunos grupos de aquí tiene un aire casi clandestino y provocador,
una semilla esparcida en escenarios mínimos, en modestas grabaciones que
milagrosamente llegan a algunas radios, a unos cuantos entusiastas. Poeta él
mismo antes que músico, si Margarita es oficio y belleza, él aporta rabia y
lucidez citando a Baudelaire, el desgarro de Jim Morrison, la trashumancia de
Kerouac y los incendios de The Doors. Vocalista y compositor de grupos que
hacen cultura alternativa, se dedica a rescatar la obra de su particular Club
de los Poetas Muertos, con el satírico Domingo Acosta Guion, Severo Martín Cruz
y el tempranamente fallecido Félix Francisco Casanova.
Precisamente es la voz
esencial de Carlos Francisco quien ha convocado en innumerables ocasiones a
Carlos y a Margarita, y ahora nos ofrecerá once temas a piano y voz con motivo
del Día de las Letras Canarias. Cinco de esos temas los grabó Catana para el
sello discográfico Cezanne Producciones en su cd Catana por Casanova,
producido, mezclado y masterizado por Javier Monteverde. Los temas fueron
compuestos por el propio Catana y ejecutados por Galván con arreglos y
guitarras de dos grandes músicos españoles: Tony Carmona y Pedro Andrea. El disco fue nominado a los Grammy latinos.
Con su rabia y su actitud visionaria, solo un poeta como el propio
Catana es capaz de desvelarnos claves de la poesía misteriosa y genial de
Carlos Francisco Casanova, fallecido a los 19 años después de dejar para la
posteridad una obra irreverente y llena de pasión, con unas metáforas atrevidas,
con una novela perturbadora, El don de Vorace, escrita a medias con José Carlos
Cataño. Solo un músico como el propio Félix Francisco fue capaz de enhebrar su
devoción por el rock con el cultivo de una poesía que sigue llamando la
atención de los especialistas. El mismo tenía su grupo musical, y tristemente falleció
por un escape de gas mientras se duchaba, una circunstancia que solo al cabo de
casi cincuenta años ha sido reivindicada y homenajeada con múltiples ediciones
de su obra, y la manifiesta adhesión de los críticos literarios más exigentes.
Eres un buen momento para morirme, tituló
su último poema, el 14 de diciembre de 1975, dedicado a su novia María José. Cuánta
poesía podíamos esperar todavía de aquel estudiante lagunero, hijo privilegiado
del poeta gomero Félix Casanova de Ayala, militante comunista que fue, dentista
casado con una mujer de una belleza impresionante, la madre de Carlos Francisco,
pianista exquisita. Igual que el joven poeta muerto Catana es un rebelde, un
gallito de pelea que no se amedrenta cuando vienen mal dadas. Al contrario:
siempre encuentra fuerzas para seguir peleando por su obra, para gritar su
poesía, para ponerse en pie una y mil veces.
Catana nos trae la pasión por la poesía y
lo hace porque él mismo es un nómada acostumbrado a levantarse en los combates
cuando va perdiendo la partida. Hoy, cuando la obra de Carlos Francisco ha sido
ampliamente reivindicada, no podemos dejar de pensar en la volatilidad de todo
cuanto nos rodea, en la pasión creadora que es capaz de saltar sobre las
orillas de una isla. El poeta Carlos Francisco y su devoción por la vida, y su
rara melancolía, como si estuviera anticipando su partida cuando escribió esto:
Siempre tengo nostalgia / de lo que no he vivido, / la ventana se abre al frío
/ del ángel exterminador / y el año se llama invierno, / la sombra de mi cuerpo
/ flota como un cadáver.
(foto tomada de canariasahora.com
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