Por tantas cosas pendientes, eligió cuidadosamente el día y la hora. El treinta y uno, a las siete.
Siempre de
buen humor, a punto para cumplimentar las órdenes. Pues el secreto está en
cultivar los pensamientos positivos. Lo fundamental consiste en retrasar los
días críticos, y cuando estos llegan continuar con nuestra vida cotidiana,
procurando eludir las situaciones de confusión. Relajarse al máximo para el
trabajo, ser energético y eficiente.
A media mañana preparó la limusina para
dirigirse al aeropuerto. Tras una limpieza a fondo con la aspiradora repasó los
cromados y conectó la cafetera. Mucho ambientador por los rincones: no
consentiría ni el más mínimo rastro de nicotina, quién sabe si podría ser
motivo de despido.
Casualmente,
le encantaba darse una vuelta por los bares desde donde contemplar el devenir
del mundo, buen pescaíto, una señora carrillá, pavías, cola de toro, un
serranito con gusto, salmorejo con taquitos de jamón como Dios manda y buena
cerveza barata y fresquita. Esta ciudad tiene muy buenas tapas, la gente se
hermana bien. Curro Romero y José Tomás en el redondel, y los que tenemos el
corazón futbolero somos buena gente, viva el Betis manque pierda. Si fuera
tarea más sencilla, habría sido ayudante de piloto, su gran pasión, de la misma
forma que convertirse en guía turístico fue otra de sus vocaciones frustradas.
Menos mal que la vida da muchas oportunidades: ahora era conductor,
guardaespaldas, hombre para todo, y no le iba mal.
El vuelo de
Nueva York llegaría a tiempo, pero con la conexión desde Barajas ya veremos.
Ensimismado en sus pensamientos, la reconoció por la foto. Vaya titi
impresionante, una yanki de pura sangre, no le faltan sino el sombrero y
camiseta con la banderita. La sobrina de la mujer del jefe se propone estudiar
un año de español, pronto se hará cargo de supervisar Latinoamérica. No puedo
escurrir el bulto, así que la llevaré a su hotel, le mostraré el barrio de
Santa Cruz y andaré al quite en los primeros momentos. Typical spanish y olé.
Ha venido con días de sobra para disfrutar, dice el jefe que es de hierro, ni
le afecta el cambio horario y se pondrá protector de bebé para el sol. Esta
misma noche la acompañas a cenar pescaditos fritos, una mariscada, paella,
jamón patanegra, lo que se le apetezca. Y si quiere marcha, derechito al
tablao. Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla. Tú aguanta mientras
ella te siga el hilo, espero que me dejes a buena altura, eh.
Ya se había
fijado en su figura de gimnasio y muy buen color de piel. Claro que ante gente
importante se necesita precaución; el patrono sabe que me controlo más que los
otros, no es raro que me encargue más cometidos y así nos pudimos comprar el
adosado con su trocito de césped y su barbacoa. Soy legal, está claro; cuando
trabajo ni pruebo el alcohol. En un primer momento tampoco ella ha querido las
copitas de jerez, se conformó con olerlo, tal vez sea por el aire caliente de
estos días, es lo malo de este clima, el verano siempre arde. Vaya suerte que
tienes, condenao –me soltó Crispi, el nuevo camarero de Sanlúcar. Cuidadito
chiquillo, somos gente de ley -le corregí. Y eso que le he dejado buenas
propinas, pero abunda la chusma sin categoría, les das la mano y se cogen hasta
el codo. Me cabrea tanto mal profesional que anda por ahí, si todo quisque se
aplicara más a su trabajo, si cada uno currase a conciencia en su parcela, el
país sería otra cosa. Mi padre, que fue guardia civil, me lo repetía muchas
veces: es increíble pero cierto, España ha salido adelante con cuatro
profesionales y cuatrocientos mil chapuceros. Y cuatro millones de políticos, y
cuarenta millones de ladrones, añadía yo sin dudarlo. Debería estar relajado,
no sé qué me sucede esta noche, apenas logro disfrutar el momento. Esta miss
resulta oro de ley, mi inglés es de garrafa pero ella chapurrea nuestra lengua
con mucha gracia.
Después de poner tanto empeño en
sus acciones, estaba cometiendo un error de bulto. Como buen perfeccionista
cuidaba al máximo los detalles, todo había sido bien urdido. Así pues utilizó
desinfectante con olor a pino, pasó la fregona con lejía y no se olvidó de
arrancar la línea de teléfono. Ella aún estaba como una marmota, la medicación
se adueñaba de su ánimo y le costaba mucho ponerse en pie. Se pasaba el día
haciéndole descafeinados para espabilarla sin mucho daño a su delicado
organismo. Siempre le llevaba el zumo recién exprimido, acompañado naturalmente
de su platito con tostadas, su margarina vegetal y su sacarina. Más tarde le
servía otro café, y como nunca lo había tomado caliente se lo enfriaba con un
chorrito de agua de la botella de la nevera. No esperaba excesiva dificultad;
sin embargo, forcejeó más de lo previsto. Lo peor fue que mostró una
resistencia impensable, definitivamente era una cerda hasta el final de sus
horas, imposible perdonarle el mal causado. Y menos ahora que anunciaba un
proceso de separación, no lo soportó al conocer que ya se había entrevistado
con la abogada feminista. Será lo mejor para todos, eso le había dicho la muy
zorra sin tener en cuenta todos sus desvelos. Y agradéceme que nunca te haya
denunciado por malos tratos, añadió. Eres el mayor cabrón que he conocido, pero
juro que te arrepentirás. Ya concretaremos la pensión por alimentos y las
visitas del niño. Y la abogada le prepararía la documentación para el uno de
septiembre, porque en agosto cierran los tribunales.
Se despidió
con gentileza y aparcó ante la comisaría, un guardia lanzó un silbido ante el
Cadillac con sus cromados relucientes.
-Buenas tardes
¿deseaba algo? -Vengo a entregarme –anunció.
No tema, estoy dispuesto a contarlo con pelos y señales: sucedió hace exactamente dieciocho horas. No fue una decisión fácil, lloré y gemí por tantos años perdidos. Fue mucho más sencillo con el pequeño Marcos, dormía en su cuna como un bendito, ni se enteró de lo que le estaba sucediendo. Su cuello era tan tierno como el de un pollito, pobrecillo, en el fondo me daba pena que todo acabara de esa manera, se me cayeron las lágrimas. Y, a pesar de todo, aunque me asomó una idea de arrepentimiento, con tanta rabia por dentro lo habría hecho diez veces, estrujaría sus cuellos hasta el fin del mundo.
Ah: comuniquen
a Maggie que no podré llevarla a la Giralda ni a los toros. Lo lamento de
veras, es tan simpática.
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