miércoles, 13 de septiembre de 2017

Cantabria, las vacas y el pintor Ángel Gustavo

 
La lluvia baila con las nubes y esencialmente hay tres tipos de vacas: blanquinegras, marrones y negruzcas, unas son para leche, otras para carne. Cuando te acercas se colocan en pose para la foto, saludan con un mugido y parecen mascotas suaves y blandas. El norte es apacible y se come bien. Lamadrid es un caserío cercano al mar, dan gusto sus praderas de verdes multicolores; las vacas recorren los caminos guiadas por un par de perros, dicen que por estos bosques de niebla se mueven criaturas celtas y tal vez de noche salgan los duendes. Allí, en una casa construida en 1881, residen en verano Angel Gustavo, pintor con obra amplia en la que ha tocado diversos estilos, y su mujer, la inquieta Mariló Álvarez, que escribe poesía. El proyecto de vida de este hombre ha sido buscar un camino lejos de modas y efectismos comerciales. Su obra es esquemática y figurativa y arranca en enero del 61, la carrera de Bellas Artes la concluyó en Madrid en 1966. Aquella inicial inclinación a la pintura la simultaneó con el canto, participaba en corales aunque luego se centró en los pinceles. Algunos piensan que su trabajo es técnicamente bueno, aunque acaso un punto frío. El señala que sí contiene un mensaje y Mariló añade que ha sido definido como “pintor de almas”. En el recorrido de esta obra contemplamos sensuales Venus, criaturas monocromas sin rostro, parejas que se buscan, transparencias. En un momento determinado eliminó las caras de sus personajes, figuras retorcidas, quizá para mostrar la soledad humana. Agustín Ángel Gustavo Cabrera Mujica (1941), hijo de la escritora grancanaria Josefina Mujica y conocido como Ángel Gustavo en el mundillo artístico, ha sido catedrático de dibujo, y es pintor y escultor. Su mujer, como modelo habitual de sus Venus, quedó reflejada en el cuadro galardonado con el Premio Liberty en Florencia.

      Él ha picoteado en todas las vanguardias, desde el surrealismo al expresionismo, desde el neoimpresionismo a la pintura con mensaje social, también ha hecho retratos y desnudos. Su obra es de alarde técnico, con mucha elaboración en la perspectiva, marcos dibujados sobre el propio lienzo. Ha tenido distintas etapas, con un par de temas centrales: la pareja humana y la figuración femenina. En su exposición Bodegones en el aire, se apreciaba su pintura limpia, una propuesta para adentrarnos en la naturaleza, con plantas de aloe, frutas y verduras y la recreación de la realidad con añadidos juguetones: un insecto, una serpiente, la evanescencia de burbujas de aire, la dinamicidad de objetos que intentan escaparse del lienzo, en cuyos bordes incorpora vistosos marcos. Puede decirse que atrapa la realidad y le proporciona color, brillo, seducción. Posee buen dibujo, cromatismo e intensidad y ha realizado exposiciones en España, Bélgica, Chile, Alemania y Argentina; también ha hecho murales para la Mutualidad Laboral, Caja Insular, Hospital Militar, 500 aniversario de la ciudad, Gobierno de Canarias, Museo del Vino de Haro en Logroño. Fue profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Lanzarote, varios institutos, la Escuela Superior de Arquitectura y la Universidad Laboral.
Lamenta no haber tenido una oportunidad de hacer muralismo, y no le agrada hacer retratos porque no le dejan creatividad. Se expresa así: “Felo Monzón me dijo que me podía ganar la vida como retratista, pero pintar retratos no me hace feliz. A mí me han venido con encargos: tengo un chalet en el campo y quiero que pintes para eso. Pero no me hacía ilusión. He intentado hacer una pintura honesta, no he buscado una obra escandalosa o sorprendente; en el arte actual hay una corriente que sobre todo pretende llamar la atención. Para mí eso es descaro. Yo quiero seguir siendo honesto conmigo mismo, algunos colegas por querer agradar pierden su fuerza, su personalidad. El arte contemporáneo se ha transformado en la búsqueda del efectismo; se ha perdido el norte. El márketing ha entrado a lo bestia, se cultiva un sistema de promoción que produce mucho bluf. Hay poca crítica, el buenismo no sirve para nada. A los pintores jóvenes lo único que hay que decirles es que sean ellos mismos.”
Tuvo una etapa de formas marcadas por el misterio, figuras monocromas en la gama de los ocres y los azules; hizo Venus de gran tamaño y pintó parejas, la expresión del amor. La escritora Rosario Valcárcel ha presentado su obra en cuatro ocasiones. Dice él que admira a Goya y a Velázquez, Rembrandt también. Oigamos de nuevo al pintor: “Del siglo XX prefiero a Dalí, aunque no me vuelve loco el color. No soy surrealista aunque sí he tenido cierto jugueteo con el surrealismo. Pero no sigo a nadie, porque quiero ser yo mismo.” Piensa que actualmente hay cola para pedir sala, porque se está exponiendo mucha obra inmadura, y ello genera una saturación. Hay gente que empieza a pintar y en menos de un año ya expone. A los jóvenes hay que decirles que primero hay que aprender a dibujar. Con las prisas se genera mucha exposición intrascendente, pero cuando ofreces algo bueno, por ejemplo cuando vinieron las esculturas de Rodin, hubo mucha asistencia.

La casa, con la chimenea encendida en estas tardes que parecen de otoño, fue construida por el bisabuelo de Mariló en plena Restauración borbónica, cuando la aristocracia veraneaba por estos litorales del norte. El bisabuelo se llamaba Ángel García Molina, debió ser un hombre liberal, probablemente un masón, sabía de música y de libros, escribía en los periódicos y viajaba a París; su madre era de Córdoba y su padre gallego. Él abandonó la política y pidió una plaza de secretario de ayuntamiento en este lejano municipio de Valdáliga, que reúne varias aldeas. Sus hijos fueron secretarios de ayuntamiento, uno fue para Cuba y allí fundó un periódico. Desde que nació, Mariló siempre pasó sus veranos en la casa. Este es un paisaje de casonas montañesas, y aquí debió haber veladas musicales, mujeres bordando, tertulias de tarde y noche. Callejas sin luz, noches de luna.
El pintor participa actualmente en una muestra itinerante por la Península, un par de obras en las que contribuye para dar a conocer la masonería. La masonería utiliza rituales y simbolismos, y su pintura contiene espiritualidad y capacidad simbólica. En parte de su obra se reflejan dudas, sombras, seres que parecen dudar al otro lado del espejo. Creo que hace falta una antológica de la obra de este artista que ha querido ser él mismo.

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