No
hay un pacto de Estado en un terreno tan delicado como la educación porque
peperos y psocialistas son incapaces de mostrar patriotismo y altura de miras,
están infectados por el viejo vicio del partidismo, que ojalá sea barrido al
menos parcialmente con esas nuevas formaciones políticas que presumiblemente van
a surgir tras las urnas del 20 de diciembre. Hay quienes dicen que para qué
apoyar a Ciudadanos o a Podemos si al final todos se van a corromper igual que
lo han hecho los del PP y los del PSOE, pero sin duda conviene fabricar
alternativas más ilusionantes que este triste bipartidismo de nuestros pecados,
ya tan viejo, tan decepcionante. Solo se pusieron de acuerdo los dos grandes
partidos tradicionales frente a los yihadistas, hicieron su componenda en pocas
horas y la firmaron aprisa y corriendo para no descolgarse de la foto. Pero a
la hora de hacer un verdadero servicio público, a la hora de tomarse la
educación como un servicio al Estado, un asunto público de marca mayor, miraron
hacia ninguna parte. Porque a ambos, peperos y socialistas, cuando llegan al
poder les encanta desmontar lo que el rival montó, poniendo en marcha reformas
que no sirven sino para alimentar el protagonismo de unos y de otros, leves
maquillajes que solo valen para acentuar la sensación de fracaso educativo que
nuestro país arrastra para vergüenza propia y ajena.
El
fracaso universitario tiene un elevado coste, ya que uno de cada cinco
estudiantes en España deja los estudios en el primer año de carrera, según los
últimos informes educativos. Y eso que la tasa de abandono se ha reducido, ya
que los penúltimos indicadores lo situaban en un 30 por ciento, es decir uno de
cada tres, y ahora es del 20 por ciento, por encima de la media europea. Las
comunidades donde los estudiantes universitarios abandonan en mayor porcentaje
sus carreras son las de Baleares, Canarias y La Rioja, ya se ve que no quedamos
muy bien parados los insulares. La tasa de abandono es mayor en Artes y
Humanidades y le siguen las Ciencias, mientras que la rama de Salud registra el
menor índice de renuncias. El promedio de alumnos que deja los estudios
académicos es mayor en las universidades no presenciales.
Un
informe del BBVA señala que el fracaso universitario cuesta 5.772 euros al año
por alumno, y el impacto económico es mayor si el estudiante abandona en el primer
ciclo. Y los expertos también nos señalan que España necesita reordenar el
panorama universitario, ya que las universidades de nuestro país figuran entre
las más caras de Europa y las de peores resultados. En la Comunidad de Madrid,
por ejemplo, entre públicas y privadas hay un exceso de universidades. Son
catorce en total, seis públicas y ocho privadas. Y la última en abrirse, la
Universidad Rey Juan Carlos tiene muy malas referencias, pues según las
referencias de los propios políticos y también de los jueces abunda en ella la
corrupción. Como botón de muestra, convendría recordar que uno de sus doctores
Honoris Causa fue el tristemente célebre Rodrigo Rato.
¿Qué
ocurre con las universidades canarias? Se manejan con frecuencia estadísticas
optimistas sobre la calidad docente e investigadora de las dos universidades
públicas que tenemos aquí, una en cada provincia. También se señala con una cierta
alegría que es muy alto el porcentaje de titulados de ambas que encuentran
trabajo en la región. ¿A qué cifras debemos hacer caso: a las del triunfalismo
que leemos en los medios de comunicación o a la marcha de una parte de nuestros
mejores talentos jóvenes al exterior, hartos de poner currículums en las
empresas de por aquí sin que se les haga el menor caso?
En
este panorama, irrumpen aquí también las universidades privadas. ¿Cuál es su
papel real, cuál es su funcionalidad, cuál es la calidad, para qué sirven sus
titulaciones? En fin. Recordemos que ni una sola universidad española se cuela
entre las 100 mejores del mundo; entre la 100 y la 200 aparece la central de
Barcelona. Son las universidades anglosajonas, Estados Unidos y Gran Bretaña,
las que lideran la calidad, además de algunos centros de Suiza, Francia,
Suecia, Holanda y Alemania.
Los
rectores españoles hablan de los grandes recortes presupuestarios de los
últimos años, lo cual es cierto y repercute bastante en las dos universidades
públicas de aquí. Los rectores lagunero y grancanario no paran de quejarse de
estas discriminaciones presupuestarias, los graves déficits de los últimos
años. Pero también hay otra asignatura en la cual solemos suspender: los
vínculos reales y prácticos entre universidad y empresa. Da la impresión de que
nuestra principal y casi única industria, el turismo, carece de vínculos
eficientes con las universidades regionales. Da la impresión de que no otorga
los puestos de trabajo que cabría esperar, habida cuenta de que los hoteles
están más que repletos.
Suele
decirse que la enseñanza secundaria en EEUU es lamentable pero allí tienen las
mejores universidades de todo el mundo. Claro que ellos suelen importar los
mejores talentos del planeta, en Harvard, Stanford, Yale y todas las demás se
aprecia que allí va a parar el mejor profesorado y también el mejor alumnado,
recolectado tanto uno como otro en las cuatro esquinas de este viejo y
deteriorado planeta.
(Publicado en www.laprovincia.es, diario La Provincia, lunes 14 diciembre)
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