El protagonista es un soltero con rentas que se siente atraído por su prima Eloísa, casada. Puesto que el marido de ella está muy enfermo, la situación se legalizará cuando el cónyuge muera y los amantes puedan santificar su relación. José María empieza a hastiarse de la mujer que hasta el momento le obsesionaba: la ve gastona y disipadora. El placer de la conquista, la vanidad satisfecha y el encanto de poseer dejan paso a la fatiga. Sólo una cosa le mantiene unido a su amante: el sentimiento masculino y pueril de los celos.
En la línea de Flaubert con Madame Bovary o de Dostoievski con Ana Karenina, Galdós castiga a la adúltera. Pudoroso en extremo, el autor nunca hace descripciones sexuales, pasa sutilmente sobre ellas. La que burla las leyes sagradas no puede disfrutar de la felicidad, por eso la retrata como una mujer que está enamorada del lujo. La tormentosa obsesión del protagonista de poseer a mujeres casadas se hace incontenible, y él acabará siendo víctima de sus deseos.
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