jueves, 28 de enero de 2021

El nombre es el destino

 

Por Eduardo Sanguinetti, Buenos Aires, especial para NOVA

Mi último libro “Nomen est omen: el nombre es destino”, publicado hace unos días por Editorial La Extranjera.

Una palabra, un nombre (Nomen), pueden tener un potencial performativo inesperado, conjurando el destino (Omen) y determinar por lo tanto el futuro, inexorable, que aguarda como karma imprevisible, como anuncian los arcanos.

William Shakespeare preguntó: “¿Qué hay en un nombre?” (What's in a name?). Plauto le ha respondido unos siglos antes: "El nombre es un signo, un presagio, un anuncio, un símbolo, una profecía,... El nombre ya lo dice todo... Lo que no tiene nombre no existe...".El nombre es la clave en el destino de un ser, en el más estricto sentido ontológico.

Como título de este mi último libro “Nomen est omen”, expreso mi parecer sobre esta frase latina y le doy un significado al nombre como un personaje inasible, despiadado, para el juego de la vida. Utilizo al término para expresar el hecho de que el nombre caracteriza a una persona o una cosa acertadamente, a menudo también exagerado o irónicamente roto. Se puede afirmar que el nombre es el programa de existencia solo en conceptos.

Se puede considerar la frase como un conceptualismo por parte del idealismo filosófico con el fin de salvar prejuicios de "antes del diluvio en las grandes ciudades" (Leonardo Da Vinci dixit), mundanos del alma y el más allá como reservatio mentalis.

El hechizo del nombre es todavía en este milenio, remitirse a los santos del calendario y a los exorcizados, los expulsados del denominado "reino de los cielos", por los cristianos devotos. Un enunciado verbal puede para millones de seres en el planeta, que creen que determinan el futuro, devenir en presagio de lo porvenir.

El mismo término para"destino", fatum en latín, significa"lo expresado",es forma neutra del participio de perfecto pasivo del verbo, que significa literalmente “lo dicho”, lingüísticamente fatum es forma neutra del participio de perfecto pasivo del verbo decir, hablar... comunicar lo incomunicable es tarea amable y extremadamente lúdica.

(*) Filósofo y poeta

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