miércoles, 10 de julio de 2019

5 grandes poemas de Louise Gluck


Poeta nacida en Nueva York, 1943. Una de las figuras más relevantes de la poesía en su país, ganadora del Premio Pulitzer 1993, el National Book y otros importantes galardones. Ocupa la cátedra de Literatura en la Universidad de Yale.  Poeta que habla de la vida, de sus ciclos, sus engaños, sus esperanzas. La autora y sus diálogos consigo misma, con las personas que le rodean, con el mundo. Una obra admirable.




CEREMONIA


Me dejaron de gustar las alcachofas cuando dejé de comer
mantequilla. El hinojo
nunca me gustó.

Una cosa que siempre he odiado
de ti: odio que te niegues
a invitar gente a casa. Flaubert
tenía más amigos y Flaubert
era un ermitaño.

Flaubert estaba loco: vivía
con su madre.

Vivir contigo es como vivir
en un internado:
pollo los lunes, pescado los martes.

Tengo muy buenos amigos.
Tengo amigos
ermitaños.

¿Por qué lo llamas rigidez?
¿No puedes llamarlo gusto
por la ceremonia? ¿O es que tu hambre de belleza
se satisface completamente con tu propia persona?

Otra cosa: dime otra persona
que no tenga muebles.
Comemos pescado los martes
porque los martes son frescos. Si supiera conducir
comeríamos pescado también otros días.

Si estás tan desesperado por encontrar
precedentes, prueba con
Stevens. Stevens
nunca viajaba; eso no significa
que no conociera el placer.

El placer, puede, pero no
la alegría. Cuando prepares alcachofas,
hazlas para ti.

EL DESEO
¿Te acuerdas de cuando pediste un deseo?

Yo pido muchos deseos.

Cuando te mentí
sobre lo de la mariposa. Siempre me pregunté
qué pediste.

¿Qué crees que pedí yo?

No sé. Que volvería,
que al final de alguna manera estaríamos juntos.

Pedí lo que siempre pido.
Pedí otro poema.

EL DILEMA DE TELÉMACO
Nunca me decido
sobre qué poner
en la tumba de mis padres. Sé
lo que él quiere: él quiere
amado, lo que ciertamente resulta
muy exacto, sobre todo
si contamos a todas esas
mujeres. Pero
eso dejaría a mi madre
en la intemperie. Ella me dice
que en realidad no le importa
lo más mínimo; ella prefiere
ser descrita
por sus logros. No tendría yo mucho
tacto si les recordara
que uno
no honra a sus muertos
perpetuando sus vanidades, sus
auto-proyecciones.
Mi propio criterio me recomienda
exactitud sin
palabrería; son
mis padres y, en consecuencia,
los visualizo juntos,
a veces me inclino por
marido y mujer, a veces por
fuerzas contrarias.

PARÁBOLA DE LA BESTIA
El gato circula por la cocina
con el pájaro muerto,
su nueva posesión.

Alguien debería debatir sobre
ética con el gato, mientras investiga
el asunto ese del pájaro cojo:

en esta casa
no experimentamos
la voluntad así.

Dile eso al animal,
sus dientes ya hincados
en la carne de otro animal.

PUERTO DEPORTIVO
Mi corazón era un muro de piedra
que tú de todas formas traspasaste.

Mi corazón era un jardín isleño
a punto de ser pisoteado por ti.

Tú no querías mi corazón;
tú ibas de camino a mi cuerpo.

Nada de eso fue mi culpa.
Lo eras todo para mí,
no sólo belleza y dinero.
Cuando hacíamos el amor
el gato se iba a otro cuarto.

Entonces me olvidaste.

No en vano
las piedras
se estremecían alrededor del jardín enmurallado:

no hay nada allí ahora
excepto ese salvajismo que la gente llama naturaleza,
el caos que se hace con todo.

Me llevaste a un lugar
donde llegué a ver la maldad en mi carácter
y me dejaste ahí.

El gato abandonado
gimotea en el dormitorio vacío.
 (Traducción de Berta García Faet. Foto: Héctor Castilla)

No hay comentarios:

Publicar un comentario