El
sentido de identidad va unido al sentido de pertenencia. Somos un pueblo
atlántico disgregado por la geografía y con frecuencia aparece el sentimiento
de nuestra pérdida, la famosa magua que se conjuga con el humor agridulce y una
visión algo dramática de la existencia, contrapesada eso sí con la alegría de
vivir que proporciona el clima. La declaración de la Unesco elevando a la
categoría de Patrimonio de la Humanidad las llamadas Montañas Sagradas de Gran
Canaria ha sido un chute de autoestima, nos ha revelado el alto grado de
conocimiento que poseían los primitivos habitantes de la isla, y supone por
tanto una revalorización de los ancestros norteafricanos y bereberes que han
sido el punto germinal de nuestro pueblo. Ahora, que seguimos siendo una
cultura oscurecida y no suficientemente valorada, esta declaración reivindica
una parte de nuestra memoria. Esa cueva iluminada por el sol posee un buen
grado de conservación y está enclavada en un prodigioso espacio de cumbres,
pero también aporta un gran cambio en la información acerca del nivel de
conocimientos de la antigua sociedad insular, mucho más elevado del que se
suponía hasta ahora. En
esta cueva el sol atraviesa el espacio mediante una esfera realizada por los
antiguos canarios e incide en los grabados de triángulos. Se trata de un
calendario agrícola en relación con los astros, y que es visible en los
equinoccios de primavera y de otoño.
Chute,
según la Academia, proviene del inglés y tiene un significado futbolístico y
también otro relacionado con la inyección que se aplican los drogadictos. Y,
por añadidura, podemos entender que un chute de autoestima es un golpe de
alegría, de reconocimiento de nuestra singularidad más allá del síndrome de
lejanía y de olvido. Esa cueva tallada de Risco Caído, todo ese legado, genera
un vuelco en la percepción de nuestra historia. Los medios de comunicación han
señalado que la protección de uno de los yacimientos prehispánicos más
espectaculares del archipiélago significa un empujón importante a los trabajos
de muchos arqueólogos e historiadores que pugnan por potenciar y rescatar a una
cultura ancestral, misteriosa y única, que conformó el origen del actual pueblo
canario, tras un largo proceso de fusiones y mestizajes con pueblos europeos,
sin obviar el componente sentimental, de idioma y costumbres, que ha tenido la
emigración de ida y vuelta con América. Es muy significativo que, a pesar de la
pequeña extensión, las islas ya cuentan con la declaración de cinco patrimonios
mundiales: los parques de Garajonay y el Teide, la ciudad de La Laguna y el
silbo gomero, como patrimonio cutural inmaterial, y ahora Risco Caído y las cumbres
adyacentes. Hay otras iniciativas en marcha, como la petición de patrimonio
cultural inmaterial para la Bajada de la Virgen de las Nieves en la isla de La
Palma.
Lo
importante es lo que señaló el ministro de Cultura cuando felicitó a los
canarios por haber sabido conservar a través de los siglos esta enorme riqueza
de yacimientos arqueológicos en el seno de un paisaje sobrecogedor, el paisaje
que Miguel de Unamuno denominó “tempestad petrificada.” Como explicó el
ministro, somos el tercer país del mundo, detrás de China en Italia, en número
de declaraciones pero somos el primero en diversidad de ese patrimonio. De este
modo, se culmina el esfuerzo iniciado por Julio Cuenca y culminado por el
equipo del Cabildo, a cuya cabeza ha estado con entusiasmo el presidente
Antonio Morales, sin desdeñar el esfuerzo del resto de las instituciones.
Hay que mencionar también que el consejero de
Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo, se unió a
la celebración aclarando que ahora toca hablar de todo lo que significó este
paraje natural en la sociedad después de la Conquista, cómo el mundo de los
antiguos pobladores permanece a pesar de todo y cómo nuestro antepasados
adaptaron su cultura a la nueva realidad sociopolítica sin perder sus costumbres.
Nos están reconocimiento esa supervivencia cultural, que la cultura bereber
canaria forma parte de la historia de la humanidad, pues en una isla que permaneció
desconocida largo tiempo han sido constatadas expresiones sorprendentes de un
conocimiento astronómico singular.
Risco
Caído y las Montañas Sagradas son ya paraje cultural del Patrimonio Mundial y estos
espacios abarcan 18.000 hectáreas, en los que se reparten más de 1.500 cuevas.
La declaración ha estado motivada no sólo por la importancia histórica y
arqueológica sino también por el conjunto de poblados verticales, graneros
fortificados en lugares imposibles, estanques cuevas, templos, necrópolis,
inscripciones líbico-bereberes, la mayor concentración de triángulos púbicos
rupestres y las rutas de trashumancia. Esta es la única isla que incluye
santuarios con funcionalidad astronómica. Hace mucho el botánico Arnoldo Santos
Guerra nos dijo que estas cumbres, a pesar de su deforestación a través de los
siglos, son un espacio de interés. El sitio abarca cuatro municipios: Artenara,
Tejeda, Agaete y Gáldar. Incluye el Roque Bentayga, el Roque Nublo y el pinar
de Tamadaba-Tirma. La distinción es más que la cueva número 6, la más especial
por la proyección del sol en una de las paredes de la cámara principal, donde
se encuentran las manifestaciones rupestres en forma de cazoletas, triángulos
púbicos y grabados en bajo relieve.
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