Ahora en las islas hay docenas, cientos de nuevos escritores que salen de los talleres literarios. La escritura se ha democratizado, hay mucha gente ilusionada con publicar su primer libro. Una salida frecuente es la autoedición, y hay unas pocas editoriales, mayoritariamente radicadas en Tenerife, quizá por aquello de que allí residen las consejerías con competencia en Educación y Cultura que antes repartían sustanciosas subvenciones. También hay quien publica en Facebook, hay quien difunde su obra en las redes sociales, tal vez las consideramos infalibles. Asimismo, la gente vive entregada al guasapeo, el vocabulario se reduce y la realidad se hace rápida, efímera, circunstancial. Las emociones son superficiales, puedes tener 5000 amigos pero si te cae un cáncer o te divorcias y necesitas el apoyo de alguien, pocos te van a echar una mano. Es la nueva volatilidad de las relaciones humanas.
En
Gran Canaria solo hay dos editores profesionales: Plácido Checa, de Cam-PDS y
Jorge Liria, licenciado en Geografía e Historia, trabajador del periodismo largo
tiempo, no solo editor vocacional sino también autor de libros. Jorge es aparentemente
tranquilo pero en realidad es apasionado y temperamental, un currante enamorado
de su oficio. La editorial Anroart, que fundó con sus hermanos, se ha quedado
con Jorge como único soporte. El es portadista, maquetador, corrector y capaz
de sacar libros con buena estética. Todo lo hace él. Además crea: ha escrito ocho
libros sobre historia y geografía, ha sido coautor en otros títulos y ha
trabajado sobre historia en revistas y periódicos. Con sus hermanos, invirtiendo
el importe de una herencia, en octubre de 2004 funda Anroart Ediciones, que
después de seis años ha sido la primera editorial canaria con presencia
comercial en librerías de Madrid y algunas ciudades de la Península. La
denominación Anroart es un homenaje a su madre, una síntesis del nombre y los
apellidos de su madre. Ha publicado más de mil títulos con cuatro sellos:
Anroart, Beginbook, Mercurio y Words for World. En tiempos de crisis ha salido
adelante; no se queja, actúa. Por eso ha dado a conocer a escritores que
empezaban con garra, como Santiago Gil y Alexis Ravelo, talentos indudables.
Asimismo ha estimulado una avanzadilla femenina: Dolores Campos-Herrero,
Ángeles Jurado, Rosario Valcárcel, Dunia Sánchez Padrón y otras.
Mi
contacto con Jorge surge cuando Rosario Valcárcel y yo vivíamos lejos. Tenía un
libro de cuentos entre manos, y dudaba. Era ¡Mamá,
yo quiero un piercing!, que salió en 2005, en él figuran cuentos que me
siguen gustando. Los escritores atravesamos baches emocionales, etapas de sequía,
crisis de las que no puedes salir sino escribiendo y publicando. A mí me sucede
eso: mientras no se publica el libro que considero terminado, no puedo ponerme
a escribir de nuevo. Necesito que ya hecho salga a la calle, camine por sí
solo. Jorge recibió mi proyecto y, sobre la marcha, lo autorizó. Pensé que era
una señal de renovación publicar en aquella joven empresa de la que ya me
habían hablado amigos, entre ellos José Manuel Balbuena, que ya había editado.
Desde entonces, con alguna intermitencia, soy de Jorge Liria.
Su
labor tiene mucho atrevimiento. A la gente le parece excesivo pagar 10, 15 o 20
euros por un libro, pero la gente no renuncia a tomarse unas cervezas. Han sido
dinamitadas las humanidades de la educación, mínimas las campañas de
divulgación de la lectura, falseadas las estadísticas sobre lectura del
gobierno regional. Excluidos los libros de autores canarios de las grandes
superficies, carente esta tierra de una crítica literaria y artística
profesional, con libros de Tenerife que apenas llegan a Gran Canaria y
viceversa, minimizadas las publicaciones de las islas, ciertamente con escasa
calidad buena parte de ellas, abundante la opinión de escritores canarios que
dicen no leer los libros de sus colegas, cerradas muchas librerías
tradicionales, sin dinero las bibliotecas para hacer compras, tirados a la
basura libros de esas bibliotecas, con instituciones que defienden malamente su
patrimonio, de antemano Jorge parece condenado al fracaso, pero tiene visión
del futuro y estimula a su gente. Rosario Valcárcel y yo le debemos el hecho de
animarnos a tener blogs, en cierto modo suponen vencer el espacio de la isla, que
te puedan leer en sitios lejanos.
En
una entrevista de Mayte Martín en www.dragaria.es explicaba que actuó
al ver que en otras islas sí había editoriales, pero no en Gran Canaria. Cabildos,
ayuntamientos y gobierno regional sacaban libros que morían en los sótanos.
Entonces dejó el periódico y se encontró una avalancha de gente que quería
publicar. No puede haber una comunidad libre y madura si es incapaz de fabricar
libros, eso piensa. Mi idea fue utilizar la distribución convencional, tener las
mismas estrategias, usar los medios de comunicación. La crisis económica ha
sido un varapalo para la cultura, pero ha fomentado la creatividad. Lo que publicamos
es una mínima parte de lo que nos llega. No me preocupa el libro electrónico,
afirma tajantemente, es de los que creen que el libro en papel va a sobrevivir
siempre. Para mí, el artista tiene que inventarse algo diferente, no ha de repetir
lo de otros; debe descubrir universos y necesita leer muchísimo. La insularidad
es un hándicap para muchas cosas, para la sociedad y los autores. Hay bastantes
mujeres que escriben, lo tienen peor que los hombres porque la escritura
significa restar horas a la familia. Ellas tienen muchas responsabilidades; hay
pocas en narrativa, en poesía aparece gente que él denomina cantarines.
Cree
que la autopublicación daña la calidad. En Canarias se lee muy poco, la gente
no lee ni las revistas en las consultas médicas. No ves a los nuestros con libros
en las piscinas, están con sus móviles mandando mensajes, son los extranjeros
quienes compran sus periódicos en papel y leen libros. Aquí muchos andan colgados
a las redes y la telebasura; si en una casa no hay libros, no hay lectores. Jorge
vive ahora en los aviones de Madrid. Su mujer trabaja allá, y se sube a un
avión como el que coge una guagua de Vegueta a La Isleta. En tres horas te
pones, mientras que si vivieras en Alicante o Córdoba o Huelva tienes que echar
horas de autopista, atascos y cansancio. Lo que tenemos que hacer es quejarnos
menos, concluye. Se ha subido a un tren que va por caminos escarpados pero está
contento. Y, como autor que ha publicado en distintas editoriales en distintos
momentos, aquí y fuera, sé que Jorge es un luchador.
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