miércoles, 13 de abril de 2016

Las mentiras cotidianas


Hay quienes tienen experiencia y sabiduría para vivir engañando a los demás. Mientras en Cataluña cientos de presuntos lingüistas, entusiastas y frenéticos impulsan la norma que declare ilegal hablar y pensar en español, comienza la nueva campaña de la renta y sabemos positivamente que Hacienda somos algunos, que no todos. Engañan los que se lanzan a la aventura independentista como si fuera una nueva cruzada redentora de las supuestas vejaciones, engañan sabiendo de antemano que su estrategia en realidad es una forma de pedir más dinero, una forma de presión encaminada a obtener mejor tratamiento de los dineros públicos. Y engañan quienes nos llaman a demostrar conciencia ética ahora que hemos de hacer la nueva declaración de impuestos, como si no estuviera cayendo un diluvio de escándalos que ponen en entredicho la justicia social en este país. Pues para algo están los trucos que permiten “optimizar” en los paraísos de Panamá y de medio mundo, para algo las evasiones inteligentes, las sabias normas que regularizan y perdonan a los poderosos, las estupendas amnistías con las que los gobiernos regularizan puntualmente la situación de sus protegidos, toda suerte de indultos para los más ricos mientras a la gente de a pie se les amenaza con paralelas por cualquier despiste, por mínimo que sea.

Todo el mundo sabe que la mayor parte del fraude fiscal es cometido por las grandes empresas y las grandes fortunas, y la Agencia Tributaria no pone mayor interés en investigar a ese tipo de gente de tanta alcurnia. Los gobiernos ocultan y protegen a los grandes defraudadores, y, una vez que son descubiertos, se les ofrece todo tipo de facilidades para que se pongan al día de tal manera que el coste sea el mínimo posible. No importa el color político en este tipo de actuaciones. El gobierno de Rajoy ya ha demostrado notablemente con la última y vergonzosa amnistía fiscal que protege y perdona a los grandes defraudadores, pero algo parecido sucedió con Rodríguez Zapatero. Ningún gobierno español ha estado por la labor de perseguir a los grandes evasores, lo cual nos sugiere la existencia de un problema de fondo en nuestra democracia, y no de un problema circunstancial. Hacienda no somos todos, los que defraudan pertenecen a otro reino. Y habría que preguntarse cuántos profesores, cuántos médicos, cuántos jóvenes podrían encontrar trabajo si cada cual tributara como debe.

Las ingenierías financieras están puestas para que los que más tienen optimicen mejor sus rendimientos y declaren muy por debajo de lo que tendrían que declarar. Y engañan también los que nos convocan a las urnas para ser depositarios de nuestros votos, sabiendo de antemano que nuestro voto es una especie de volador tirado al aire, pues una vez lo depositas en la urna será administrado de manera que no siempre coincida con los deseos del votante. ¿Quién piensa que si hay nuevas elecciones saldría un resultado muy diferente al que ya tenemos, y que los cuatro torpes líderes que tenemos en casa serían capaces entonces de entenderse? También ellos nos engañan con su verborrea de actores malos, cuchilleros de arrabal.

 Hemos sabido estos días que la economía española ha salido bastante bien parada de la revisión de previsiones anunciada este martes por el Fondo Monetario Internacional (FMI). El PIB español crecerá este año un 2,6%, apenas una décima menos de lo previsto hace unos meses, un recorte que nos deja en una buena posición comparativa con el resto de las grandes economías o bloques económicos, entre los cuales hay rebajas de dos décimas e incluso superiores (Reino Unido, tres décimas menos de lo previsto y Japón cinco décimas menos.) Según los informes, España mantiene un ritmo alto de crecimiento, del 2,6 por ciento, mientras Alemania solo crecerá un 1,5 por ciento. España se mantendrá, por tanto, como la economía más dinámica de la zona euro. Italia solo crecerá el 1 por ciento. La pregunta de cajón es: ¿son reales estas previsiones? ¿Y por qué si estamos creciendo más que los vecinos el paro sigue siendo impresentable? ¿Y por qué aumentan las diferencias sociales, por qué persisten los recortes en los servicios, por qué hay tantos excluidos del progreso?

Las democracias son el mejor sistema para regular la vida ciudadana, pero siempre favorecen a los mismos. Ya sabemos lo que esta época trae: más capitalismo inmisericorde, más ayudas para rescatar a los bancos, más tolerancia a las corrupciones, más refugiados ahogados en el tránsito imposible hacia un refugio. Cada vez más insolidaridad. Todo está atado y bien atado, como apreciamos en Grecia: el nuevo gobierno no ha podido ni podrá mantener una política diferente a la que sostienen Estados Unidos y la señora Merkel, por eso se siente a lo lejos la visión de una Arcadia fantasmal. Ganan los deshonestos de todo pelaje, la gran banca, los que blanquean su dinero cada mañana, las multinacionales de todo tipo, las industrias armamentistas, los traficantes de cocaína, etcétera. ¿Para qué sirven las democracias si las decisiones se toman en otra parte, muy lejos de las urnas?

Estos días se ha difundido una noticia preocupante: miles de estudiantes de las dos universidades canarias están abandonando sus estudios, quizá por la dificultad de pagar las tasas académicas, o por un ambiente de decepción que se palpa en el ambiente. Tal vez se hayan vuelto incrédulos con los anuncios de nuestro querido gobierno regional, siempre repletos de alegría, cargados de primavera, qué bueno vivir aquí con tan buen clima y tantísimas oportunidades para que los recién titulados encuentren trabajo, qué eficiente clase empresarial tan predispuesta a acogerlos. Esos buenos deseos, esos análisis de lo bien que van las cosas por aquí, de lo que estamos creciendo y de lo que vamos a crecer. Otra novedad que refleja lo que nos está sucediendo es la siguiente: el Servicio Canario de Salud convoca oposiciones para auxiliares administrativos, se presentan 40.000 personas para ocupar 614 plazas. Las pruebas se desarrollarán el 15 de mayo próximo, y las plazas corresponden a los hospitales Materno Infantil y Doctor Negrín de Gran Canaria, y Nuestra Señora de Candelaria, en Tenerife.

¿No les parece que cosas como estas son las que reflejan la situación real? Fácil es decepcionarse, pero hay que reencontrar la ilusión cada mañana.

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