El
papa Francisco ha sacado una encíclica valiente y perturbadora para las
multinacionales petroleras, obsesionadas en frenar todo progreso de las
energías limpias, empeñadas en extraer más y más hidrocarburos empleando las
técnicas más agresivas para el medio ambiente. Una encíclica molesta para todos
los que se han empeñado en paralizar las nuevas energías, incluido el Partido
Popular y a su frente el ministro Soria. En EEUU miembros del Partido
Republicano han arremetido contra la postura vaticana, obsesionados como están
en favorecer los intereses privados. Estima el pontífice que el clima es un
bien común, de todos y para todos. Piensa que hay
un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un
preocupante calentamiento del sistema climático.
Es verdad, añade Bergoglio, que hay otros factores (como el
vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo
solar), pero numerosos estudios señalan que la mayor parte del calentamiento
global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de
efecto invernadero –anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros–
emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la
atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra
se disperse en el espacio. De este modo se perturba la secuencia de las
lluvias, avanza la desertización en España y por supuesto en estas islas, aumenta
la temperatura y varían de modo considerable las estaciones.
Se lee en la encíclica que muchos de aquellos que tienen más
recursos y poder económico o político parecen concentrarse en enmascarar los
problemas o en ocultar los síntomas, en actitud paralela a las denuncias que
las importantes industrias tabaqueras intentaron desviar precisamente comprando
informes favorables de más de uno. Por eso, dice el Papa, se ha vuelto urgente
e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de
anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida
drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles
y desarrollando fuentes de energía renovable.
Cada año desaparecen
miles de especies vegetales y animales ya no podremos conocer, que nuestros
hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen
por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Que
el planeta se desertiza y que el cambio climático es cada día más visible es
algo que solo discutían el señor Aznar, el señor Bush y ahora el nuevo
candidato republicano a la presidencia de los EEUU, otro vástago de los Bush
convertido al catolicismo y orgulloso de desobedecer a Francisco puesto que el
citado cambio climático debe ser un invento de los comunistas.
Jeb Bush, exgobernador de Florida y
posible candidato a la presidencia, ha arremetido contra el Papa. "No me
dejaré dictar la política económica por mis obispos, mis cardenales o mi
Papa", en referencia a las implicaciones económicas que pueden tener
medidas contra el cambio climático como la reducción de las emisiones de gases
de efecto invernadero. Las críticas a la postura del Papa en temas ambientales
como la lucha contra el cambio climático reafirman la actitud republicana. En
concreto, Jeb Bush ha declarado que la Tierra está registrando un cambio del
clima pero que no existen evidencias de que los seres humanos sean los
culpables. Además afirmó que la religión debería ocuparse de "hacer
mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos
políticos".
La postura negacionista ha recibido
durante los últimos años importantes apoyos de multinacionales y empresas
relacionadas con los hidrocarburos. La mayoría republicana en el Senado y la
Cámara de Representantes pone en dificultades las actuaciones del actual
gobierno de EEUU y pueden condicionar la postura de la Casa Blanca en las
negociaciones del tratado que debería ser aprobado en la Cumbre de París bajos
los auspicios de la ONU.
Bergoglio se atreve a criticar a las instituciones financieras
que oprimen a la mayoría. Señala que la política no debe someterse a la
economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma de la
tecnocracia. La salvación de los bancos por encima de todo, haciendo pagar el precio a la población, sin
la firme decisión de revisar y reformar el sistema neocapitalista, reafirma un
dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas
crisis después de una larga, costosa y aparente curación. La crisis financiera
de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta
a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera
especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a
repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo. Señala la
encíclica que hay que cuidar el planeta con pequeñas acciones cotidiana: evitar
el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los
residuos, cocinar solo lo que razonablemente se va a consumir, tratar con cuidado a los demás seres
vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias
personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de
una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano. Hay que
reciclar, pues el hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente
es un acto de amor al planeta.
Estima el pontífice que llama la atención la debilidad de la
reacción internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las
finanzas se muestra en el fracaso de las sucesivas Cumbres mundiales, porque hay
demasiados intereses particulares y el interés económico prevalece sobre el
bien común y manipula la información. Dice el Papa: “Hoy creyentes y no
creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia
común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. La propiedad privada debe estar
subordinada al destino universal de los bienes.”
Nunca
la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a
utilizarlo bien. El paradigma tecnocrático se convierte en depredador de los
recursos y tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La
economía asume todo desarrollo tecnológico en función del beneficio, sin
prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las
finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la
crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del
deterioro ambiental. ¿Y la cumbre de París, en diciembre, servirá para algo, o
los grandes contaminadores –EEUU, China, Japón, Rusia, India, también Europa–
se seguirán saliendo con la suya.
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