Hay personas que viene de lejos y
que adquiere tal carta de naturaleza que con su desprendimiento y actividades
pronto se convierten en canarios integrales. ¿Quién fundó el Jardín Canario? Un
sueco. ¿Quiénes introdujeron el cultivo del plátano y del tomate, quiénes
levantaron Ciudad Jardín, quiénes trajeron los bancos y las consignatarias? Los
pioneros británicos. ¿Quién dio el nombre de Schamann al popular barrio de
Ciudad Alta? Un suizo. ¿Quién introdujo el ballet aquí? Gelu Barbu, otro rumano.
Y así sucesivamente, porque la sociedad insular siempre fue un cruce de
identidades, una esponja que absorbió múltiples procedencias. En la joven
universidad capitalina se ha integrado gente que ha venido de lejos, este es el
caso del hispanista y catedrático Dan Munteanu Colán, doctor en Filología y
catedrático de Filología Románica de la ULPGC. Es autor de unos 60 libros de
lingüística y ha sido un destacado traductor del español a su idioma nativo, no
en vano ha versionado a gigantes como Alejo Carpentier, Sábato, Vargas Llosa,
Nicolás Guillén o Mújica Láinez, y entre los españoles a Cervantes, Góngora, Clarín,
Buero Vallejo y otros. También ha sido traductor de alguna obra literaria de
autores regionales, solventando la dificultad de transcribir las peculiaridades
del lenguaje canario. Por su dedicación, su solvencia y su arraigo, sin duda merece
el título de Hijo Adoptivo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
En Ediciones de La Discreta
(Madrid, 2013) fue editado recientemente el libro Lecturas subjetivas. Afinidades selectivas, que en sus 518 páginas
hace un repaso a medio centenar de ensayos y artículos reunidos para esta
edición, en su mayoría estudios literarios que fueron escritos a lo largo de
unos cuarenta años. En su casa, que es como un cuartel, cada hora del día está
plenamente ocupada en lecturas, estudios, análisis variopintos. Lo que define a
Dan es su accesibilidad, recuerdo que lo conocí casi en medio de la calle y
desde un primer momento hubo una gran afinidad, que cimentó una amistad de
muchos años. Como señala en el prólogo Guillermo García-Alcalde, Munteanu es
miembro destacado del grupo de autores rumanos que son capaces de escribir en
castellano. La inquietud intelectual de Dan no tiene límites, recuerdo que más
de una vez me habló del exótico papiamento, una variedad idiomática de islas
del Caribe como Curaçao y Aruba que visitamos en el transcurso de un crucero. Por
supuesto que es un gran conversador que siempre amenizaba las noches de
confidencias y fraternidades. Su mujer, Eugenia Alexe, es pintora y también
ejerce de traductora desde hace años. Ella ha versionado en su idioma natal
algunas obras de Antonio Muñoz Molina, entre ellas la monumental Sefarad, así
como novelas de Alberto Vázquez Figueroa. Muchas veces la pareja participó en
nuestras animadas cenas con tertulia, y otras veces acudimos a su casa en la
que los libros desbordan los espacios, en la avenida Mesa y López. Cómo no
recordar a la madre que era profesora de piano y que pasó sus últimos años aquí
en la isla. Cuando ella falleció fuimos convocados –siguiendo las tradiciones
de allá– a una velada gastronómica, esta costumbre propia de los países
nórdicos también se da en la Europa del Este. Al paso de los años te das cuenta
de que los verdaderos amigos los puedes contar con los dedos de una mano. Debe
ser que los humanos nacimos y morimos en estricta soledad, aunque en medio de
los caminos siempre surgieron voces que acompañaron episodios dignos de ser
recordados.
La actividad académica de Munteanu
ha sido frenética desde que en 1967 publicó el primer diccionario
rumano-español de Rumanía, en colaboración con Constantin Parii. En 1990, el
Ministerio de Asuntos Exteriores de España le concedió una beca para
hispanistas extranjeros y trabajó con Manuel Alvar en Madrid, desde abril hasta
septiembre de 1990, cuando la Universidad de Oviedo le invitó a impartir un
curso de lengua y cultura rumanas como profesor visitante (1990-1991). En el
curso académico siguiente fue invitado a dar un curso de lingüística románica
como profesor visitante de la Universidad grancanaria. En 1995, las autoridades
le concedieron la nacionalidad española por “carta de naturaleza”, con
recomendaciones de importantes personalidades de la vida cultural, como Antonio
Buero-Vallejo, Manuel Alvar, Ramón Trujillo, Jerónimo Saavedra, Antonio Masip
Hidalgo, Francisco Rubio Royo y otros. Ello le permitió, en 1998, presentarse a
un concurso-oposición, y ganar la plaza de profesor titular de Filología
Románica, y, en 2003, acudir a otro concurso-oposición, y ganar la plaza de
catedrático de Filología Románica.
Entre sus premios figuran el
otorgado por la Universidad de Bucarest por un estudio sobre ideas erasmistas
en el Lazarillo de Tormes, el del centenario de la Academia Mexicana por un
estudio sobre el léxico indígena del español americano, el de la Asociación de
Escritores de Bucarest por la traducción al rumano del Concierto barroco de
Alejo Carpentier, el de la Unión de Escritores de Rumanía por la traducción al
rumano del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Pero más allá de sus premios y
sus distinciones, en este hombre convendría valorar su capacidad de trabajo, su
dedicación y su entusiasmo ejercitados con cientos de alumnos de la Facultad de
Filología de la ULPGC. La prestigiosa enciclopedia norteamericana Who’s Who in
the World (‘Quién es quién en el mundo)’ lo incluye en sus recientes ediciones.
Esta enciclopedia podría considerarse equivalente al Larousse. Añade que “al
llegar a España y, casi dos años después a Canarias, me hice un buen conocedor
de la cultura, las tradiciones, el folclore, la gastronomía, la música y todo
lo que constituye el universo espiritual de un pueblo o de una comunidad. Por
tanto, no puedo hablar de un período de adaptación difícil o chocante, sino
todo lo contrario, de una integración natural y casi inmediata”. Ciertamente,
pronto trabó amistad con escritores, artistas plásticos y músicos. Intervino
con frecuencia en el Club Prensa Canaria, en La Regenta, Ámbito Cultural y
otras instituciones para hablar tanto de Drácula como de arte contemporáneo o
las dificultades de un traductor. Seguidor de los conciertos de la Orquesta
Filarmónica de Gran Canaria y del Festival de Música de Canarias, es un buen
conocedor del mundo operístico.
Una reflexión muy interesante sobre el profesor Dan Munteanu, sobre su valioso trabajo e investigaciones...
ResponderEliminarFelicidades.