Acabo de ver una película protagonizada por Norman Freeman, titulada “Reacción en cadena” en la que, de cierta forma, se reflejan los acontecimientos habidos en Canarias con motivo de las prospecciones petrolíferas de REPSOL en las cercanías de las costas canarias. Es una situación kafkiana, esperpéntica y de argumento de opereta barata, generada por un miserable y antidemocrático gobierno de España y especialmente defendida por el Ministro de Industria que impuso esa decisión impulsada por los intereses de una multinacional, a la que, para más Inri, la armada española le sirvió de “guarda de seguridad”, expulsando de sus alrededores, con malos modos, a la organización ecologista “Green Peace”. No olviden que las vibraciones de las perforadoras en el océano ahuyentan también la pesca, y causan daños y desorientaciones a los cetáceos, al igual que la maniobras de los buques de guerra.
En
la citada película, unos científicos e investigadores americanos, guiados por
unas buenas intenciones, trabajaban en
una alternativa energética que salía casi gratis y que no contaminaba, y
luchaban contra la “adicción al petróleo” existente en Estados Unidos, y en
buena parte de los países del mundo. Pero aparecieron los intereses
petrolíferos, muy potentes en USA y empezó a actuar la CIA, el FBI, y todos
esos eslóganes que se escudan en la “seguridad nacional” y todas sus
injustificables acciones y monsergas para realizar operaciones criminales. El
resumen: acabaron con el invento.
Algo
parecido ocurre en Canarias donde tenemos que depender, en una buen porcentaje, del letal petróleo,
aunque se podrían desarrollar intensamente otras energías alternativas, más
baratas y nada contaminantes. Pero ahí están los intereses petroleros. Ahí
están unos gobiernos que están a las órdenes de las multinacionales, de las
financieras, de las bancas.
Dicen
que Repsol gastaba diariamente un millón de euros. Con ese dinero se podrían
paliar las necesidades de miles de canarios que se encuentran en la pobreza y
en situación de paro; se podrían paliar las carencias en sanidad, que cada vez
está peor; la precariedad en educación,
en prestaciones y ayudas sociales...
Pero
en toda esta historia petrolera, me
refiero a la aventura en aguas isleñas, sabe muy mal la forma poco elegante en
la que la impusieron, o las mentiras que se dijeron. Por supuesto que esta
multinacional no tiene la obligación hacer obras de caridad, porque están para
hacer negocio y tener contentos a sus accionistas y a determinados políticos.
Aunque no estaría mal si de vez en cuando lo hicieran...
Algunos tratan de justificarlo diciendo que si
en aguas marroquíes ( que ellos creen que son suyas) se han hecho prospecciones, sin que nadie
protestara ni hubiese problemas. Ni creo que en
el país vecino los vaya a haber nunca, porque allí existe una dictadura
coronada y a nadie se le ocurre rechistar ni crear problemas, si no quiere ser
represaliad. No olviden que el rey de
Marruecos es uno de los principales empresarios de su país que maneja una gran
fortuna. Tampoco olviden que, a pesar de todo,
también allí hay miseria y que mucha de su gente emigra a Europa, o
muere en el intento al embarcarse en pateras.
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