Con frecuencia los miembros de
las sectas creen haber tenido una “conversión” que les permite conocer la
Verdad con mayúscula, y a través de ella se involucran en la aceptación del
líder. Las sectas excluyen de manera radical a quienes no pertenecen a ellas,
se colocan contra el mundo, contra los gobiernos, contra las Iglesias ya
establecidas. Y sus miembros obedecen de manera ciega y fanática a sus
fundadores, de tal manera que están dispuestos incluso a suicidarse si así se
les ordena. No deja de ser una secta el nuevo y fanático Estado Islámico, de la
misma manera que los partidos políticos convencionales también actúan con
comportamientos sectarios.
Las sectas son
poderosos negocios, pues exigen a sus adeptos una contribución económica
importante. En principio se trata de que paguen el “diezmo” habitual en los
primeros tiempos del cristianismo, pero en realidad persiguen que personas en
circunstancias personales de dificultad hagan testamento donando sus
propiedades. Así, en la década de los
años 70 del pasado siglo, ante el auge de las sectas religiosas en los Estados
Unidos, surgió una frase definitoria: “si quieres hacerte millonario, funda una
secta religiosa”. En este movimiento crecieron muchos telepredicadores que han
hecho enormes negocios, no solo en Estados Unidos y Canadá sino también en
América Latina y Europa. Más de una vez, como sucedió con Al Capone, estos
“emprendedores” solo han podido ser llevados ante los tribunales por motivos
fiscales, evasión de impuestos, blanqueo de capitales y fraude, ya que
habitualmente no declaran el patrimonio que han conseguido a través de sus
adeptos.
Dada la actual
crisis de valores, se asiste en muchos países a una especie de “supermercado”
de corrientes de salvación personal, que dicen basarse en presupuestos de
filantropía y autoayuda. Desde Norteamérica y Asia se exportan nuevos
movimientos que arraigan con entusiasmo en diferentes zonas. Los líderes
espirituales tienen terreno abonado entre personas que padecen problemas de
soledad, inestabilidad personal, pérdida de trabajo o ruptura de pareja. La
filosofía de la secta es simple: dentro de la comunidad se obtiene la
felicidad, fuera solo hay padecimientos, desequilibrios personales, falta de
motivación, extravío de la personalidad. Con este sencillo eslogan miles y
miles de neófitos ingresan cada año en el gran negocio. Pues la secta es un
refugio y solo en su seno se obtiene la estabilidad personal, la paz de la
conciencia, el tránsito hacia otra vida. Y sus líderes se convierten en
millonarios. Estos líderes pretenden ser mesías, reencarnaciones de santos o inspiración
de los arcángeles como en la reciente secta de los Miguelianos de Galicia.
En Canarias
con frecuencia los movimientos sectarios se desarrollan entre extranjeros.
Recordemos por ejemplo la comunidad El Cabrito de La Gomera y otras registradas
en Tenerife. Pero también hemos tenido ejemplos nacidos de gente de aquí, como
el caso Kárate de Gran Canaria que trajo consigo trascendencia internacional
por la cantidad de menores de edad que se vieron implicados en sexo en grupo y
sexo al servicio de su fundador. En los años 80 la playa de El Cabrito acogió
una comuna que asimismo predicaba las relaciones íntimas. Su dirigente, el
pintor austriaco Otto Mülh, apostaba por el amor libre sin ningún tipo de
ataduras o limitaciones morales. Posteriormente fue acusado y fue a la cárcel por
mantener relaciones con menores y consumo de drogas, después moriría en
Portugal a los 72 años de un cáncer de testículos. Las leyendas que se tejieron
sobre esta finca todavía perduran en el recuerdo de los gomeros y fueron objeto
de programas retransmitidos por las televisiones. Mülh llegó a contar con una
legión de 300 seguidores repartidos entre La Gomera, Alemania y Austria.
Su secta mezclaba
teorías sobre la libertad sexual con el psicoanálisis y la eliminación de la
propiedad privada en medio de un caldo de cultivo ideológico que al final acabó
saltando por los aires. Para escenificar su radical forma de entender la vida
llevaban a cabo sesiones artísticas, performances y movilizaciones. Fue
precisamente en La Gomera donde los miembros de la comuna creyeron haber
encontrado su paraíso perdido después de varios de años de deambular por otros
puntos de Europa. Pero en realidad ocurrió lo contrario: la secta saltó a la
actualidad internacional y además en su vertiente más amarillista. Mülh llegó a
ser calificado como el rey de El Cabrito, luego se casó y ejerció
un dominio dictatorial sobre sus seguidores. En el caso Kárate, está reciente
el largo y prolijo proceso que ha enviado a la cárcel a su promotor y a dos
mujeres, que lograron la participación de docenas de jóvenes a través de
prácticas deportivas.
En la isla de
La Palma el barranco de Buracas en Garafía ha acogido una comunidad de personas
que practican una vida alternativa dentro de la filosofía hippie, integrada en
la naturaleza. Dado que la isla cuenta con un paisaje excepcional, en sus
municipios se aprecia la presencia de miembros de estas corrientes, con
ejemplos tan polémicos como el asentamiento de las cuevas del Puerto de
Tazacorte. La Palma es una isla generosa, las gallinas corretean libres por sus
barrancos, las higueras, las tuneras y otros frutales abandonados proporcionan
sustento a docenas de jóvenes y menos jóvenes que quieren vivir de esta forma.
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