Una
de las cuestiones que preocupan a los viajeros es la relativa a los problemas
estomacales. En primer lugar, hay que beber agua embotellada; en segundo lugar
no probar tomates, pepinos ni otras verduras que puedan integrar una ensalada, como
tampoco se pueden ingerir frutas que no tengan cáscara y en tercer lugar pedir
que la comida no sea muy picante, cosa difícil de resolver porque, aunque haya
poco picante, siempre hay picante. Los países de clima caluroso han tenido a
mano el picante para preservar los alimentos: México, Tailandia, África. La
comida en India es variada y apetitosa, de hecho los habitantes en su gran mayoría
son vegetarianos aunque en los hoteles siempre hay buen cordero y pollo, además
de las excelentes variedades de arroz e infinidad de especialidades. Varios
platos memorables: el chicken tandoori,
hecho al hormo, el thali, que
consiste en varios recipientes con diversas propuestas, o el biryani de cordero, con arroz frito y
especias, el pollo con yogur, etc. El pan nos parecía magnífico, siempre
repetíamos. El problema suele ser el de las diarreas, y para eso el Tiorfán y
el Fortasec. Pero en ocasiones se te van los ojos tras un trozo de pepino, un
tomate o cualquier componente verde. Y ahí empieza el problema: esas verduras
han sido regadas con aguas que tienen una proliferación de bacterias que no es
bien recibida por nuestro intestino.
La
difícil relación entre practicantes de la fe hindú y los musulmanes ha
conducido a conflictos desde el momento mismo de la independencia, 1947, hasta
hoy. Siempre presente la pugna por la posesión de Cachemira, entre India,
Pakistán y China. Ante los asuntos conflictivos, el guía de nuestro grupo no
sabe/no contesta. Así sucedió cuando Rosario Valcárcel le pidió información
sobre los problemas de las viudas que suelen ser marginadas y han de recluirse
en lugares especiales, así como tampoco le gustaba hablar acerca de la
condición de la mujer, etc.
Imposible
hablar del país sin citar el Taj Mahal, la típica estampa postal mundialmente
reproducida, el monumento funerario de impoluta blancura que posee una belleza
sublime. Este país tiene una enorme producción de mármol, y con él se hicieron
palacios, fuertes, templos. Hay poco turismo pero la nación va adquiriendo una
red aceptable de hoteles, en los que siempre brilla el mármol. El Taj Mahal significa
corona de los palacios; está en Agra, a orillas del río Yamuna, y fue mandado
construir por el emperador musulmán Shah Jahan de la dinastía mogol, son
diferentes los mogoles de los mongoles, aunque ambos pueblos tienen un origen
asiático. El conjunto de edificios, con una mezquita y otras dependencias, se erigió en honor a su esposa favorita,
Arjumand Banu Begum, que murió en el parto de su decimocuarto hijo. Fue
construido en el mismo lugar en que la pareja se había conocido, en unos
jardines próximos al río. Su construcción necesitó 20.000 obreros bajo
dirección del arquitecto de la corte. Recibe 9 millones de visitantes al año, y
en 2007 fue designado como una de las Nuevas siete maravillas del Mundo
Moderno. El emperador tenía la idea de construir otro Taj Mahal con mármol
completamente negro para albergar su propia sepultura, pero una parte de sus
hijos se enfadó mucho con el proyecto y encarcelaron a su padre para que no
arruinase lo que quedaba de la fortuna familiar, murió encarcelado. En 1983,
fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad por ser «la joya
del arte musulmán en India y una de las obras maestras del patrimonio mundial admiradas
universalmente». El poeta Rabindranath Tagore lo describió como «una lágrima en
la mejilla del tiempo».
Por
mucho que lo hayamos visto en postales y documentales, hay que contemplarlo de
cerca para comprobar la blancura impresionante de sus mármoles, matizada por
las difusas vetas de color. Este monumento ha logrado especial notoriedad por
su romanticismo, su homenaje tras la muerte. Es un conjunto amurallado de
edificios que ocupa 17 hectáreas y que incluye una mezquita, una casa de
invitados y jardines.
Los
templos clásicos son pequeños, no son como las mezquitas ni las iglesias
cristianas, sin embargo ahora hay templos sijs y de otras religiones que son
más espaciosos. Hay
muchos lugares a los que los hindúes hacen peregrinación, por ejemplo la ciudad
de Allahabad, célebre por registrar la confluencia de los ríos Ganges y Yamuna.
Pero los ríos van tan desbordados que no se aprecia el punto de unión, ni el monumento
indicativo que queda muy por debajo del agua. En esta ciudad visitamos la casa
donde vivía Nehru, que fue primer ministro varias veces, era amigo personal de
Gandhi hasta el punto de que, después de haber sido Gandhi padre de cuatro
hijos, adoptó a un joven que acabó casándose con Indira, la hija de Nehru, de
ahí que por matrimonio ella también adoptase el apellido. Tanto Gandhi como
Indira fueron asesinados como consecuencia del ambiente contra las reformas
sociales que ambos pretendían.
India
tuvo emperadores tan ricos y caprichosos que fundaban ciudades que luego
abandonaban. Es el caso de Fatehpur-Sikri, un asentamiento palaciego bien
conservado que fue dejado atrás por la escasez de agua. Eran tan ricos esos
emperadores y esos maharajás, esa legión de reyes regionales, que no debía importarles
gran cosa dejar sus fastuosidades, los espacios de sus inmensos harenes. Ese ha
sido uno de los problemas históricos del país: la desigualdad social, pues una
minoría posee el grueso de la riqueza nacional. Después de la independencia los
señores locales, los sultanes, maharajás y demás, han perdido su poder político
y han tenido que convertir sus palacios en hoteles y restaurantes para poder
mantenerlos. Tras el largo feudalismo la India intenta ser un estado moderno y
funcional, en el que todavía tienen mucho peso las tradiciones. Hace tiempo
conocimos a una joven hindú nacida en Canarias que se negaba a casarse tal como
sus padres habían elegido, familias importantes de las que tenían bazares. La
insistencia tan era grande que puso mar por medio y se estableció en
Suramérica.
Muchas
fueron las impresiones positivas, los monumentos y los paisajes. Desde Jaipur, la
ciudad rosa, a los templos de Khajuraho y la emoción de Vanarasi, el lugar adonde
muchos se desplazan para entregar sus cenizas al Ganges y donde vimos unas
ceremonias con fuego. India es una cultura diferente, un mundo de contrastes:
desde la amabilidad de la gente, el color de los ritos, el acoso de los vendedores
y los pedigüeños. Y la calle, del calor extremo al diluvio final.
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