Quizá
hicimos mal en seleccionar Montevideo como fin de etapa, tal vez deberíamos
haber hecho el viaje a la inversa. Porque tras el deslumbramiento que nos causó
Buenos Aires, era inevitable que la capital uruguaya pareciera una pequeña postal
entrañable y algo desvanecida, pero teníamos interés en conocerla por el papel
esencial que tuvieron los canarios en la creación del país, la monarquía
española concedió ciertas ventajas para el comercio y a cambio exigió el
llamado tributo de sangre, que partieran hacia allá familias isleñas para
frenar el incontenible avance de Brasil hacia los territorios despoblados del
estuario del Río de la Plata. El avión cubrió los 200 kilómetros de agua dulce en
la media hora anunciada, y cuando aterrizamos nos recibió el diluvio universal.
El cambio de moneda en el aeropuerto era pésimo y en el hotel nos habían
anulado nuestra reserva, no respetaron el bono/voucher que les mostramos y tuvimos que buscar un hotel por nuestra
cuenta bajo el aguacero. De manera que no fue una entrada triunfal, para colmo
al día siguiente a Rosario Valcárcel la atropellaron en un paso de peatones,
porque esta es otra característica uruguaya y argentina, que no se respetan
mucho los pasos de cebra y en la parte antigua de la ciudad no existe la señal
luminosa que en nuestras ciudades da paso a los peatones, un accidente
espectacular que por fortuna solo le causó magulladuras, ni una rotura ni otra
complicación, lo cual habría sido terrible habida cuenta de que al día
siguiente teníamos que emprender otros vuelos de muchas horas.
Cuando
en la calle nos identificamos como canarios, recibíamos la respuesta de “sean bienvenidos”,
la gente era cordial. Las familias isleñas que fundaron esta capital de más de
un millón y medio de habitantes se desplazaron a la zona de Canelones porque
querían ser agricultores, no comerciantes. Siguen dedicándose prioritariamente
a la agricultura y la ganadería pero es cierto que, en buena parte, hoy en día
se desplazan a trabajar a la capital del país. Los argentinos se burlan del
tamaño de Uruguay, lo llaman “el paisito”. Los uruguayos son lentos, un
uruguayo es un argentino que se ha tomado dos Valium, nos advirtió el taxista
que nos llevaba al Aeroparque. Quizá sea porque ahora la envidia viene del lado
argentino. Frente a los 2.766.890 kilómetros cuadrados de Argentina, Uruguay
solo tiene 176.220 pero es mayor que Túnez o Grecia y su superficie equivale al
doble que Portugal. Argentina es descomunal, su superficie es seis veces España,
es el sexto país del mundo tras Rusia, la Antártida, Canadá, EEUU, China,
Brasil, Australia e India. La parte vieja de Montevideo que linda con el mar,
que en realidad es el río, tiene casas bajas y además una catedral, una Plaza
de la Independencia, un soberbio monumento que es el mausoleo dedicado a
Artigas, el héroe nacional, y además posee el Palacio Salvo, su mejor edificio
que data de 1928 y está ubicado en la principal avenida, la 18 de Julio, justo
enfrente del funcional y moderno edificio de la Presidencia donde hasta hace
poco residió aquel político tan admirado por su austeridad, José Mujica. Con
Mujica la venta de marihuana se hizo legal en todo el país y Montevideo ha sido
calificada como la ciudad con mejor calidad de vida en Latinoamérica seguida de
Buenos Aires y Santiago de Chile, puesto que ha mantenido desde 2006. Entre
1999 y 2002, la crisis y el corralito argentino afectaron mucho de tal modo que
un 40 por ciento de la población quedó bajo el umbral de la pobreza, llegó el colapso
del sistema financiero, y, como en España, los bancos tuvieron que ser
rescatados. Desde 2005, Uruguay completa 15 años de crecimiento
ininterrumpido. Esto sería debido a la estabilidad política, el bajo nivel de
corrupción, y la productividad.
Este país resulta
más caro que Argentina para el visitante; el cambio del euro que obtuvimos fue
de 46 pesos argentinos y entre 29 y 36 pesos uruguayos, pero hay una gran picaresca
en el asunto ya que nunca es igual según donde vayas. La chica del hotel nos
advirtió que en general América Latina no es muy segura, por la inseguridad
callejera está claro que en estos momentos ni México DF ni Caracas ni las
capitales brasileñas ni las centroamericanas ofrecen garantías. Los precios en
Uruguay son más altos que en el país vecino, las previsiones económicas son muy
favorables, y recordemos que por su estabilidad y desarrollo Uruguay históricamente
ha sido considerado la Suiza de América. Mucha de la carne que viene a Canarias
procede de este país, puesto que las lluvias son frecuentes, el territorio es
verde, el clima favorece los pastos que son el alimento natural del ganado.
A
nosotros observar puertos fluviales nos sorprende un tanto, primero porque hay
menos oleaje, el agua es color tierra y segundo porque aparentemente no existe
un excesivo movimiento de buques. Si quisiéramos una buena playa tendríamos que
desplazarnos a Punta del Este, donde el agua ya es del Atlántico, azul y
cristalina. Pero no podemos llevarnos un mal recuerdo de un país con tantos
museos e instituciones culturales que nos dio a gente tan importante como
Benedetti y Onetti, como Eduardo Galeano y el precursor Horacio Quiroga, poetas
y grandísimos narradores de fama mundial. A fin de cuentas desde muy antiguo
este es un país sin analfabetismo, un lugar con notable efervescencia de
revistas culturales, teatros y actos literarios. Con políticos más honrados que
los países vecinos, lo cual ya es un punto importante. En definitiva, hemos
conocido dos naciones, dos mundos complementarios. Y una de las mayores
emociones cuando uno visita América Latina es comprobar la potencia del idioma
español, la forma en que es respetado, la manera con la que evoluciona y se
adapta, sin tanta presencia de anglicismos que muchas veces son artificio de
los medios de comunicación. En las librerías observamos en lugar preferente el
libro Más de 555 millones podemos leer este libro sin traducción, de Álex
Grijelmo y José María Merino. A fin de cuentas, la lengua es la patria común,
nuestra lengua tiene buena salud. Si bien es verdad que en todas partes se oye
hablar inglés, no es menos cierto que en toda América, incluido EEUU y Brasil,
en todas partes se oye español. El reactor de Air Europa en que hicimos el
regreso se llama David Bisbal. Qué poco respeto a la cultura y la ciencia, qué
estupidez del famoseo nacional.
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