Juan Jiménez se fue
mientras dormía, tuvo esa muerte dulce que muchos desearíamos. Cumplía 78 años,
en los últimos tiempos una diabetes muy avanzada le impedía leer y escribir,
nos lo contaba cuando lo veíamos en la calle Triana. Al final todo se lo
dictaba a su fiel María Castro, aquella mujer del sur a la que dedicó un
bellísimo libro en los años sesenta. En aquellos años de lucha y solajero, los
niños de las aparcerías iban a la escuela con las manos manchadas de los
tomateros. Y alzaba su voz de amor y lucha: Cantero por cantero / te iremos
conquistando, / tierra nuestra. / Cantero por cantero / te levantaremos. Por
suerte, a Juan Jiménez, a Orlando Hernández y a Francisco Tarajano los pueblos
del sur les habían concedido honores, algunas calles en algunos municipios, y a
Juan Jiménez el Can de Plata del Cabildo. Aquella gente de Poesía Canaria
Última era personal de primer nivel, desde Lázaro Santana a Alberto Pizarro,
Alfonso O’Shanahan, Eugenio Padorno, Ángel Sánchez, José Luis Pernas,
Fernando Ramírez, José Caballero Millares, Manuel González Barrera, Baltasar Espinosa,
Antonio García Ysábal y Jorge Rodríguez Padrón, curiosamente ninguna mujer, gente
de una generación valiosa. Juan Jiménez venía de la sequedad, el viento y la
penuria, lo dice así: A golpes de mochazo el sol, ardiendo. / A pasos de
barranco el sol ardiendo. / El camino lleno de sol, / el mundo lleno de sol, /
mis hermanas llenas de sol, / las manos llenas de sol no pueden más. Una poesía
íntima y social, épica o contenida según las ocasiones. Compromiso e identidad.
Como dijeron Luis Rivero y Pedro Flores, fue un poeta incómodo, con capacidad
de análisis, implantación social y verso de calidad. El coraje de la pelea
contra el sistema, el interminable franquismo.
Enero es un mes de
muchas despedidas. A primera hora en el tanatorio coincidimos Lázaro Santana,
Emilio González Déniz y Rosario Valcárcel. Estaba también el presidente Antonio
Morales, uno de los pocos políticos que admiro, por su percepción de la cultura
popular, por su defensa de la isla, por su honestidad personal, por su batalla
por conseguir los equilibrios regionales, esa eterna discrepancia con el
presidente Clavijo, en cuya misión hereda el impulso de Bravo de Laguna. Hace
mucho que Gran Canaria se considera ofendida por los repartos, el hecho de que
el presidente de la comunidad ha de ser tinerfeño, la política de sedes y
personal, muchas cuestiones que vienen de lejos.
Por otra parte, cuando
en 1987 me concedieron el premio Leoncio Rodríguez de artículos periodísticos
convocado en Santa Cruz de Tenerife por el diario El Día coincidí en la cena con
Elfidio Alonso, compañero que había sido en el periódico, con Adán Martín y
Manuel Hermoso. El Día era un periódico liberal, regionalista y pionero de
muchas cosas, por ejemplo fue el primer periódico que apostó fuerte por tener
una redacción en la otra isla capitalina. Ernesto Salcedo le había quitado el
yugo y las flechas y fue entrando gente muy joven, alumnos de la Escuela de
Periodismo de La Laguna. Eran también los tiempos inaugurales de lo que luego
fue Coalición Canaria y Tenerife comenzaba a bullir de entusiasmo. Era la hora
de Tenerife, se oía por todas partes. Gran Canaria era la isla más poblada, había
liderado las cifras de las recaudaciones durante largo tiempo, poseía una
dinámica comercial importante, fue la primera en la industria turística, era la
capital económica del archipiélago. A la hora del postre me tocó decir unas
palabras sobre la región, la cultura y el futuro que deseábamos para nuestra
tierra. Cuando terminé, tanto Elfidio como Adán Martín y Manuel Hermoso
trataron de explicarme que justo lo que yo decía era el proyecto que ellos
tenían para la región. Es decir: profundizar en las raíces, apoyar la identidad
cultural, fomentar la solidaridad entre las islas, luchar frente a los antiguos
complejos y ponerse a crecer. También estaban claros los límites: en el Club
Prensa Canaria, que yo dirigía, intervinieron con frecuencia Hermoso y Adán
Martín. Este último dijo: “Si Canarias fuera independiente, descenderíamos al
nivel de Cabo Verde.”
Ahora, más de 30
años después, confirmamos que el movimiento regionalista-nacionalista de
Coalición Canaria y de Nueva Canarias es en esencia diferente. CC nació de las
agrupaciones del carnaval, la fuerza de los barrios, e integró a políticos que
venían de la UCD de Adolfo Suárez mientras que lo que ahora es NC vino de las
reivindicaciones del sur, un movimiento que tenía que ver con la marginalidad y
la pobreza, con las luchas sociales. CC lleva mucho tiempo instalada en el
poder y ello ha podido ser significativo en el despegue turístico y económico
de Tenerife mientras que Gran Canaria es una isla de votante poco ideologizados
que han dado mayorías al PSOE, a Unión del Pueblo Canario y a José Manuel
Soria, pero nunca ha tenido una fuerza unitaria como ha disfrutado la otra isla.
Simplificando mucho podríamos estimar que ATI-CC acoge a clases medias y medias
altas, la burguesía platanera, mientras que Asamblea Canaria-ICAN-Nueva
Canarias nació de más abajo, de gente trabajadora, clases medias bajas, la
aparcería tomatera. El amigo Pedro Lezcano, ateo y comunista, fue el ideólogo
de aquel partido, AC, que en Telde agrupaba a sindicalistas, cristianos de
base, gente que venía de la izquierda digamos tradicional. CC y NC querían
luchar por las islas, pero la procedencia ideológica de ambas era muy
diferente. En las islas occidentales había fuertes vínculos con los sectores de
tradición, las clases medias, mientras que en Gran Canaria lo que se estaba
fraguando venía de la necesidad y de los sectores progresistas. Un partido más
a la derecha y el otro más a la izquierda.
Echamos de menos
aquella fuerza innovadora que trajo el regionalismo nacionalista en los
ayuntamientos del sur de Gran Canaria. Desde los años ochenta Telde, Agüimes,
Ingenio y Santa Lucía de Tirajana fueron punteros en la acción cultural, en la
defensa de tantas cosas importantes que hoy parecen casi olvidadas. El
regionalismo-nacionalismo canario tuvo tiempos mejores en el Congreso de los
Diputados, ahora con una raquítica diputada por Tenerife, Ana Oramas, y con un
Pedro Quevedo por las islas orientales, CC ha conquistado espacio en las islas
de la provincia oriental y, en correspondencia, NC se abre camino en las islas
occidentales. Ahora, con más partidos en liza, mucho tendrán que luchar para
mantener el impulso, la raíz identitaria.
(Foto: Antonio Morales, centro)
Mas allá de los cimientos de los partidos políticos, está el infame sistema electoral canario que obedece, como no, a espurios intereses....
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