Dice
la Real Academia que el término identidad tiene cinco acepciones, y entre ellas
destacamos dos: identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de
una colectividad que los caracterizan frente a los demás, así como también es
la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. Si
la identidad de una comunidad viene dada por dos factores esenciales –memoria y
paisaje– en estos tiempos tal sentimiento no escapa de la tendencia a la
globalización. En el concepto de identidad cultural entran la historia, la
sociología, la arqueología, el folklore, el clima, el deporte, toda la percepción
de la realidad que tiene una comunidad concreta. Decíamos que en el desgraciadamente
extinguido Museo Domingo Rivero se celebraron unos debates sobre el concepto de
memoria y paisaje que conforman el sentimiento de Islicidad. Nuestro amigo y
antiguo compañero el periodista José Rivero se empeñó en abrir este espacio de homenaje
y rescate de su abuelo poeta a la vez que creaba un espacio de convivencia
abierta. Durante más de cinco años en él se celebraron múltiples y variadas convocatorias
de música y canto, sesiones de cine, presentaciones de libros, debates o
exposiciones de arte con la participación de personajes tan significativos en
nuestro panorama como Pedro Schlueter, Pepe Dámaso, Guillermo García-Alcalde, Diego
Casimiro o Rosario Valcárcel, allí frecuentaban los artistas plásticos, los poetas,
ensayistas y narradores. Pepe Rivero apostó por la gente joven que no
encontraba un espacio donde presentar sus creaciones, por las visitas escolares
y la memoria familiar, que de generación en generación se ocupó de conservar
objetos personales, fondos de su biblioteca e incluso muebles del propio poeta.
Colectivos como la NACE crearon allí una base de actividades pero la muerte del
compañero periodista trajo al poco tiempo la clausura de una institución que había
ganado un público estable. Este cierre fue una decisión lamentable.
Hay
quienes niegan la identidad cultural, máxime en estos tiempos en que la
globalización nos permite por ejemplo ver aquí casi los mismos 200 canales de
TV que puedan contemplarse en Norteamérica. De acuerdo con los flujos
históricos, la identidad es un proceso abierto, en construcción y
deconstrucción. ¿Por qué escribimos Isla
con mayúscula? Debe ser para suprimir el sentimiento de pequeñez geográfica,
para alzarnos contra los mil doscientos kilómetros que nos separan de Huelva,
es decir del continente europeo. Fuerteventura está a poco más de 100
kilómetros de Marruecos, aunque las
islas más occidentales están casi a 500 de África. La atlanticidad y el mestizaje son los ejes
de nuestra forma de mirar el mundo. Y uno de los principales errores del
independentismo desde Antonio Cubillo consistió en vincular una futura
emancipación del archipiélago con la adopción del africanismo cultural.
El
espacio atlántico es el que trajo a nuestros pobladores, desde los
norteafricanos a los conquistadores, desde los portugueses a los genoveses o los
comerciantes de Flandes, Malta, Gran Bretaña e Irlanda, los esclavos
berberiscos y negros de los ingenios azucareros, el camino de ida y vuelta con
América. Está claro que si no nos hubiesen conquistado los españoles lo habrían
hecho los portugueses, los normandos o los británicos. Y al cabo de cinco
siglos, lo hispano ha generado aquí un sedimento nada desdeñable de identidad. Claro
que la literatura y la historicidad de Canarias han sido relegadas con
frecuencia, y el intento de desvelamiento de nuestra identidad ha sido
silenciado, incluso por nuestras universidades. Ya lo estimaba el psicólogo
Manuel Alemán: Canarias posee una identidad “neblinada”. Decía: “La
interpretación falseada de nuestra historia, el peso de las culturas impuestas,
la domesticación de las ideologías, la infravaloración del modo de ser del
canario han interferido como factores neblinantes de nuestra identidad canaria”,
en el libro Psicología del hombre canario.
Es como cuando se plantea que somos aplatanados o poseemos un síndrome
de inferioridad, todo lo cual se construye a través de un largo proceso, y por
eso la toma de la identidad real supondrá esfuerzo. Pero este proceso
difícilmente podrá llevarse a cabo a través de Frantz Fanon, el pensador de
Martinica que ayudó a la independencia de Argelia y que teorizó sobre el
colonialismo y la liberación de los pueblos, con su análisis sobre la descolonización
y la psicopatología de la colonización. En ese sentido, discrepábamos de
Alemán.
En relación el debate sobre Islicidad fueron parte importante el arquitecto
Alejandro García Medina y el cronista José Luján, apoyados por la NACE y la
Escuela Luján Pérez, y de este modo lograron reunir con un grupo de
contertulios que intentaron hablar de ese nuevo vocablo: la “islicidad”, es
decir, la esencia del espacio insular como condicionante de los comportamientos
humanos, el arte, la cultura y la sociedad. Islicidad y atlanticidad serían
entonces términos complementarios. Alejandro es hombre de dibujos, su blog se
titula 1000000dedibujos.blogspot.com y
en él se expresa dibujando cosas de aquí y del mundo. Opina que el medio, las
circunstancias, el entorno geográfico, paisajístico, social y cultural, han
influido, influyen e influirán en el modo de ser, de percibir y de afrontar la
creación artística de los que habitamos esta isla, o cualquier otra. Algo
equivalente a la relación conceptual entre persona y personalidad podría ser la
relativa a isla/islicidad. José Luján tomó la iniciativa de convocar y dirigir este
foro a raíz de la publicación de nuestro libro de ensayos La literatura y la vida, Mercurio Editorial, 2015, en el que se
incide sobre estos conceptos.
El medio natural, las circunstancias geohistóricas, el entorno geográfico,
paisajístico, social y cultural, han influido, influyen e influirán en el modo
de ser, de percibir y de afrontar la creación artística de los que habitamos
esta isla, o cualquier otra. Al que fuera amigo y colega Rafael Arozarena le
oímos decir que los canarios tenemos un especial sentido de la existencia, nosotros
morimos de uno en uno, lo cual quiere incidir en nuestro individualismo, en la
poca capacidad para generar empresas colectivas. También es cierto que estas
islas padecen el síndrome de haber pasado del Neolítico al Renacimiento sin
estados intermedios, el aislamiento durante siglos y las penalidades de la
historia –epidemias, sequías, emigraciones, invasiones piráticas, volcanes,
etc- han generado un cierto sentimiento dramático de la vida, que es
contrarrestado con el apego a la música y el folklore, la alegría de las
parrandas y las fiestas populares. Parece claro, entonces, que todas las islas del
mundo generan unas constantes sobre quienes las habitan, y por ello de alguna
forma influyen en las expresiones creativas.
(Foto: Pepe Rivero, fundador del Museo)
Recordar también a Juan Francisco González Díaz con sus talleres de poesia
ResponderEliminarHubo además un público fiel de pintores y escritores
ResponderEliminar