El Festival
Hispanoamericano de escritores, celebrado durante cinco días en Los Llanos de
Aridane, isla de La Palma, fue una buena ocasión para comprobar que la literatura
mantiene capacidad de convocatoria. Para muchos de los participantes se trataba
de su primera visita a la isla, y no se fueron decepcionados. Hurtando horas al
sueño los invitados, que representaban a distintas generaciones de narradores,
poetas y ensayistas, disfrutaron el encuentro que les posibilitó conversar con
compañeros de aquí y de allá. Un diálogo intenso en el que, por distintas
razones, en particular los compañeros de México y Venezuela despertaron la
atención mayoritaria. Venezuela es, en estos momentos, una punzada en el
corazón porque da mucha pena contemplar la ruina de este país que en su momento
fue definido como la octava isla y que llegó a albergar unos doscientos mil
emigrantes canarios, a los que dio la posibilidad de superar el hambre, a los
que concedió una oportunidad para una vida mejor en la larga e interminable
postguerra. Allí fueron los paisanos en veleros clandestinos huyendo de la
represión y la pobreza, allí fueron con sus papeles en regla miles de palmeros
que en su mayoría se dedicaron a la agricultura, el comercio y los pequeños
negocios. Muchos se nacionalizaron, fundaron familias, echaron raíces. Y ahora
los autores venezolanos muestran su inmensa pena por lo que sucede en su país
mientras que los escritores de México aportaron en el encuentro ese verbo
torrencial, volcánico, sutil y potente a la vez, con esa fuerza literaria y ese
arrastre que viene desde los orígenes, léase Juan Rulfo, léase Carlos Fuentes,
léase Octavio Paz.
Más de treinta
escritores de Canarias, la Península y países de la otra orilla, entre los que
también figuraban representantes de Chile, Perú o Argentina, vivieron la
experiencia del encuentro. Estaban presentes autores que han ganado el Planeta,
como Carmen Posadas, nacida en Uruguay y residente en Madrid, y a última hora
se incorporó el novelista francés Patrick Deville. La clausura estuvo a cargo
de Luis Goytisolo, miembro de la célebre saga familiar tan vinculada con Barcelona.
La Ciudad Condal fue la ciudad más europea y liberal de España durante el
franquismo, allí residieron los autores más importantes del boom y a ella se
acercaban con frecuencia Julio Cortázar, Octavio Paz y otros genios. En los
años 60 y 70 Barcelona era una ciudad avanzada, con libertad de costumbres y
espíritu europeo mientras el resto de España padecía la rigidez del franquismo.
Lo que para los barceloneses representaba París como lugar de libertades era
Barcelona para el resto de los españoles. Goytisolo se mostró pesimista sobre
la actual situación y manifestó que ninguno de los presentes en la Plaza de
España vería un cambio sustancial del problema independentista.
La cátedra Vargas
Llosa y el ayuntamiento aridanense fueron los sustentadores de este peculiar
evento, que se celebró en una isla que se considera a sí misma estancada en la
demografía y en los comportamientos socioeconómicos. A La Palma le convienen
actos de este tipo, que pongan en valor su singularidad de pinares, laurisilva
y volcanes, su observatorio astronómico del Roque de los Muchachos, su turismo
rural, ese modelo sostenible que constituye una seña de identidad. La Palma
mantiene su tradición agrícola y tuvo un pasado cultural importante, con la
generación de poetas del Barroco, con el florecimiento del denominado siglo de
oro, durante el XIX, con el dato de haber sido la isla con mayor densidad
periodística pues desde 1863 hasta la guerra civil allí se publicaron más de
120 periódicos de todo tipo y condición, con el empuje de la masonería y la
construcción de un pensamiento avanzado frente al caciquismo. J.J. Armas
Marcelo en nombre de la cátedra Vargas Llosa, Nicolás Melini como organizador,
Noelia García Leal, la alcaldesa, Mariano Hernández Zapata, el teniente de
alcalde, y Charo González Palmero, la concejala de Cultura, fueron los
dinamizadores. Y durante los cinco días hubo almuerzos y cenas en lugares tan
emblemáticos como La Hacienda de Abajo de Tazacorte, con el despliegue de
coleccionismo artístico que ha reunido su propietario, y en una bodega
tradicional con el también usual asado de un cochino, las papas arrugadas y el
vino. En definitiva, el festival fue un elogio de la amistad y el compañerismo
de escritores y figuras literarias tan diversas como José Balza, Eduardo García
Rojas, Mónica Lavín, Alexis Ravelo, Cecilia Domínguez, Santiago Gil y los propios palmeros.
Nos cupo el honor de ser, entre todos los convocados, el único escritor nacido
en Aridane.
Una
de las incógnitas era la asistencia a los actos, así como la interacción con los
alumnos de centros escolares. Debido a la proliferación de convocatorias, hoy en
día la asistencia a las actividades literarias ha decaído en las capitales
canarias, pero La Palma se sobrepuso a esta tendencia. Las mesas redondas
registraron abundante participación, mantuvieron el interés. Tanto en el Museo
Arqueológico como en la Plaza de España o El Secadero hubo presencias abundantes,
y los diálogos en los centros de enseñanza integraron a un alumnado atento. Asimismo,
la exposición de libros de la Plaza registró ventas, y todos resaltaron esa
circunstancia en un momento en que predomina el ocio pasivo y las nuevas
tecnologías que monopolizan la atención de las nuevas generaciones. Pero más
allá de los entretenimientos audiovisuales, a la mayoría le sigue gustando que
le cuenten historias, y para eso está la literatura, capaz de crear mundos
paralelos que enriquecen la realidad, que construyen otra realidad.
Además
de la trascendencia del encuentro, es bueno anotar que está en construcción el
Parque Cultural Islas Canarias que proporcionará un auditorio y espacios
multiusos, será un dinamizador en una ciudad que ya es particular por su museo
de pintura en la calle. Esta iniciativa se conoce como la Ciudad en el Museo,
Foro de Arte Contemporáneo, y presenta pintura, escultura y grafitis, obras de
Fernando Bellver, Andrés Rábago (El Roto), García Álvarez, Hugo Pitti,
Francisco Rossique, Javier de Juan, Javier Mariscal, Ceesepe, Luis Mayo, Pedro
González, Jorge Fin, Gonzalo González, Ouka Leele y Francisco J. Rodríguez de
Armas, obras que están en restauración por sus propios autores. Con poco más de
20.000 habitantes, este es el municipio más poblado, dinámico y emprendedor. La
vertiente occidental de la isla es la más soleada, y por ello la prefieren varios
miles de alemanes que residen allí, en forma permanente o temporal. Por su
paisaje y su clima, la isla constituye un escenario adecuado para el senderismo
y el disfrute de la naturaleza.(Fotos de César Russ. Mesa redonda en la Plaza, y con Luis Goytisolo, Rosario Valcárcel y la hija del alcalde Eusebio Barreto Lorenzo)
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