¿Y si solo te quedaran seis meses de vida, qué harías? Eso se preguntaba, embutido en el ruidoso aparato para la resonancia magnética durante un tiempo que le pareció una condena. Menos mal que la chica le había ofrecido unos auriculares con música, pero no evitaron la siniestra vibración que intentaba capturar los puntos más vulnerables de su cuerpo. Tuvo miedo.
No valía pedir otra oportunidad, ni regresar al origen. Así pues, somos hijos del capricho que nos trajo sin preguntarnos qué queríamos ser, ni dónde debíamos estar. Dispuesto a aprovechar al máximo su tiempo, se programó para dar la vuelta al mundo. Después de los Emiratos Árabes llegó a China y pasó a Nepal con intención de volar a Delhi. Pero le pareció que aquel avión tenía mal aspecto, tuvo la corazonada de anular el billete. El aparato despegó ruidosamente pero al cabo de media hora se estrelló en las estribaciones del Himalaya. Entonces supo que viviría más de los seis meses que el cáncer le había dado como plazo.
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