domingo, 1 de abril de 2018

Estamos sometidos al imperio de la simulación


Cuando el hombre ya no piensa en las cuestiones esenciales: verdad, libertad, vida, muerte, los fines primeros y últimos, cuando solo le interesa el destino de una nación política y sus candidatos fetiche, en democracias fingidas, cuando las grandes cuestiones metafísicas no causan dolor, ni extrañeza, la humanidad se vuelve bestial… la filosofía posmoderna, hace dos décadas procuró desembarazarse de la metafísica… física y literalidad ocupan el lugar de la metafísica y la superficie sustituye a la dimensionalidad del abismo psicológico y la altura metafísica.

Descubrir que nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana, nuestros sistemas de interpretación, están sometidos al imperio de la simulación, es poco más que descubrir que el modelo humanista de la vida es algo más que un modelo.
Este es el estado natural y continuo que como paisaje recibimos. Lo que resultaría aún más ingenuo, sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya existe como realidad. Porque aunque el conocimiento implique realidad, la irresponsabilidad, instalada en los poderes, no va a “curarnos del conocimiento”, ni de la incapacidad para asumir responsabilidades.
Sentir, razonar y pensar libremente, interpelar lo real como lo imaginario, asumir las responsabilidades teóricas y prácticas de vivir entre los hombres, existir en un Estado de derecho, donde se cuide a la comunidad en educación, salud, medio ambiente equitativamente en los límites de lo necesario y verdadero, para hacer de esta vida algo digno de ser experimentado.
Este planteo inicial, que representaba un horizonte de millones de destinos, hoy destruidos, aniquilados por prácticas de un sistema atroz, instalado en aquel pequeño mundo en el que aún era posible formular por y para la humanidad un destino de plenitud en ética y armonía. Pequeño mundo en el cual sus términos estaban basados en una realidad para todos en poesía. Más aún eran la base de esa realidad en poesía. Pequeño mundo, cuyos vestigios fueron archivados por un sistema genocida global, puesto en acto sin piedad para los que disienten, resisten y cometen el pecado de vivir acorde a sus ideas e ideales.
Hoy, todo cuanto afecta a los dueños del mundo el ‘homo consumus’ y sus riquezas es criminal. Tienen que conservarlas a toda costa, incluso creando crisis de activos incorpóreos y jamás poniendo en tela de juicio su legitimidad. Fingir que se olvida que siempre los beneficiados son las mismas corporaciones asesinas, cuyo poder se acrecienta con la sangre derramada de miles de hombres, mujeres y niños en guerras fabricadas, en hambrunas evitables y en desapariciones en serie de sujetos-objetos traficados para el turismo sexual, de ese reducido grupo de delincuentes. Garantes de la siniestra democracia procedimental.
¿Por qué sendero se arribó a tal estado de amnesia, a esta ausencia de memoria, a olvidar el presente? La resistencia no tiene espacio alguno, salvo la que reivindica todo el planeta, para la economía de mercado, hoy triunfante, y que por cierto posee una lógica propia a la cual no se enfrenta ninguna otra. Todos parecen participar de estas ceremonias fúnebres, considerar que el estado actual de las cosas es el único viable y posible, que el punto al que ha llegado la Historia es el que aparentemente la humanidad adormecida esperaba, deseaba y anhelaba.
El milenio nos ha enseñado que todo es fugaz, hasta el ‘nunca más’. El crimen contra el hombre siempre es un crimen perpetrado por el hombre. Todo es viable en el espacio de la aventura humana, en el orden de la bestialidad, que, como nunca se desencadenó y sin miras de cambiar su rumbo…a menos que todos, en un preciso instante, resistiendo, actuemos en sintonía, simultáneamente en todas partes, contra el mundo del libre mercado y de sus operadores, sintomáticos humanoides el ‘homo consumus’, los privilegiados de un sistema genocida y sin retorno.
Ha llegado la hora de tener en cuenta que todo es pasado abolido, debemos dejar de ‘hacer el juego’ a las democracias simuladas, con tintes totalitarios, a los denominados políticos de los movimientos populares de pocos y para pocos, que mienten y engañan a diestra y siniestra en nombre del ¿pueblo? y sus derechos inexistentes, con pánico a reflexionar sobre la verdad.
Ha llegado la hora de reflexionar en verdad sobre la verdad, manifestando lo que los dueños de la tierra temen oír y ver. En consecuencia, estos delincuentes aceitan las máquinas de represión y la seguridad ‘para todos’ con su aparato policial y la tecnología de última generación, traducida en cámaras que visualizan nuestras vidas como medida de prevención del ‘delito’, que ellos consumaron en prólogo.
Causa que dispara de inmediato el efecto no deseado de lo que a diario nos comentan los artículos de los medios denominados de ¿comunicación?, hasta el hartazgo, acerca de tal o cual noticia de un ilícito cometido por un desesperado, ya sin salida, pero sí con entrada a la prisión y de ese modo legitimando y amortizando un sistema penitenciario caduco y medieval.
Debemos correr el riesgo de ser muy precisos al verificar la realidad, a pesar de provocar cierto malestar inicial, en el camino de la resistencia y de modificar rumbos, sería hoy el único referente lúcido para preservar el futuro, nuestro futuro. Hoy se impone hablar francamente, sin dobleces, sentir, pensar y decir, son la consigna. Mantener la lucidez, no desesperar y soportar con dignidad este tiempo de transición, con lucidez, sin dejarse llevar por la embestida del aparato represor del capitalismo que, repito, triunfó hoy sin dudas en esta aldea global, con su política de exterminio de todo lo maravilloso que tenía la vida en términos de naturalidad y principios éticos de relación.
Lo único que se le escapa a este tiempo sin tiempo, es una actitud plena de dignidad y ética, en temple y conocimiento. Esta es la coherencia, la fuerza de cohesión que nos sostiene. Un instante de verdad equivale a la eternidad es la eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil descartable, desechable y perentorio.
Es la última oportunidad de nuestra especie, que tiene la posibilidad de cambiar su destino convirtiéndose en ‘homo responsabilus’, digno, solidario y respetuoso, capaz de cambiar el destino degradante de nuestra Tierra.
El ‘homo responsabilus’ vive de forma coherente con la civilización que se está gestando, con valores en los que prima el bienestar de la comunidad y la naturaleza y los hábitos de vida son ecológicos y equitativos.
El tránsito hasta este modelo social que plantea el ‘homo responsabilus’ no es en absoluto traumático y está pleno de posibilidades de permanecer en esta tierra, sin ser esclavos de un sistema de aniquilación, como lo es el bestial aparato capitalista en acción criminal.
Siendo ‘homo responsabilus’ nos asimilamos a la posibilidad de existir en austeridad y conocimiento, adquiriendo en el presente, ante el ataque sistemático del liberalismo y sus personeros una cualidad y condición que marquen un destino, la realización de un estilo, una conducta “heroica” que establezca un camino a seguir.
Cuando alguna vez me preguntaron “qué beneficio me había aportado la filosofía”, respondí de inmediato “el de poder hablar libremente a todo el mundo”. El hombre debería llevar una vida en filosofía, sería cada ser un testimonio de existencia. Así el tipo de vida que uno lleva, el conjunto de las elecciones que hacemos, las cosas a las que renunciamos, las que aceptamos, nuestra manera de hablar y el modo de relacionarnos constituirían una vida filosófica en verdad manifiesta. No se basa en el temor o la inhibición, la timidez o la vergüenza, la especulación y las repugnancias reprimidas, sino en un vínculo entre nosotros, seres humanos, en homología.

Eduardo Sanguinetti, filósofo, Buenos Aires   (Publicado en el diario República, Uruguay)

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