Están saliendo medianamente bien las cosas en la economía, baja el paro aunque con empleo precario y salarios que por supuesto van a tardar en recuperar el poder adquisitivo de antes de la crisis. Y con el éxito turístico las islas afrontan una eufórica recta hacia el final de año, pues las cifras de visitantes se disparan de tal modo que incluso en verano los hoteles consiguen una muy alta ocupación. ¿Llegaremos dentro de poco a los 20 millones de turistas por año, o esperamos alguna contracción si los países competidores de Canarias –Egipto, Túnez, Marruecos- garantizan la seguridad y vuelven a ser visitados? Lo cierto es que ni siquiera los británicos han reducido su presencia tras el triunfo del Brexit, y las islas registran ahora un florecimiento de turismo que antes era poco frecuente: italianos, franceses, gente de Europa del Este, con el retorno de los nórdicos, etc. Los precios que se cobran a los visitantes han ido mejorando, así como también lo ha hecho el gasto medio. Las visitas de nacionales también suben, de forma más moderada, eso sí. Y el sector ahora está más interesado en mejorar los rendimientos y los beneficios que en incrementar la ocupación, que es del 80 por ciento de media anual. Este verano, con 750.000 plazas extras de avión las perspectivas del invierno son muy buenas para las cuatro islas más turísticas, aunque es de esperar que el mordisco también afecte a las tres occidentales que todavía han de mejorar mucho: La Palma, La Gomera y El Hierro. Particularmente en La Palma se aprecia una mejor actitud hacia utilizar el turismo como complemento de su economía, tradicionalmente agrícola. La zona del Valle de Aridane tiene expectativas a la hora de construir instalaciones hoteleras, el turismo y los servicios le vendrían bien a la isla para evitar la continua pérdida de población. Sin olvidar que las tres islas occidentales requieren modelos turísticos diferenciado. Por cierto, La Palma registró el año pasado la cifra más baja de población en lo que va de siglo, con 81.486 habitantes. Se suman seis años consecutivos y es que la isla no para de perder población, desde que en 2010 se modificara la tendencia al alza que se venía registrando. Esta caída de casi 6000 habitantes en los últimos seis años ha sido la nota predominante de casi todos los municipios.
Europa
va bien y su economía mantiene un ritmo de crecimiento por encima del 2 por
ciento, mientras que España va por encima de la media, las predicciones del BBVA
habla de un crecimiento del 3,3 por ciento. En Canarias el año pasado el gasto
turístico batió la marca y alcanzó los 15.136 millones de euros, 77.625 en el
conjunto de España. Solo en los cinco primeros meses de este año el gasto
turístico ha aumentado un 13,1 por ciento, hasta los 6.794 millones de euros,
según la Encuesta del INE. También es importante señalar que los británicos se
siguen manifestando como visitantes fieles a las islas, a pesar del referéndum
de salida. Hay quienes opinan que, de celebrarse una nueva consulta en su país,
saldría la opción de permanecer en Europa. Los británicos se mantienen a la
cabeza con subida constante de su gasto en Canarias, frente al dato más
moderado de los alemanes.
En el
periódico El Día fue publicada una entrevista con el vicepresidente de Binter,
Rodolfo Núñez, en el que estimaba que Canarias disfruta de un buen momento
turístico, independientemente de que los países competidores tengan problemas
de seguridad. Opina que Canarias va bien en este sector porque su oferta
hotelera es de calidad. Tenemos un magnífico sector turístico, envidia mundial,
afirma. Dice que cuando visita el Caribe o África, no encuentra un sitio que
pueda competir con estas islas. Se explica: tendemos a valorarnos poco,
pensamos que lo bueno es porque alguien de fuera nos lo dice, porque
normalmente pensamos que lo hacemos mal. Y en el mundo hay sitios que están
bien, pero ni el clima es igual, ni tienen este cielo azul. Aquí no hay bichos,
la temperatura no es muy alta ni muy baja, hay seguridad y somos parte del
Primer Mundo. Afirma el entrevistado que le gustaría que hubiese más
empresarios canarios implicados en el sector y habla de que tenemos cierta
tendencia a olvidarnos de lo que era Canarias hace unas décadas, estábamos muy
poco desarrollados. Islas casi deprimidas, y con muy poca cultura y poca
acumulación de capital. Esto creció un montón, hemos cambiado totalmente en 30
años, afirma.
Señala
también que podemos seguir batiendo plusmarcas en el número de visitantes, pero
lo que importa no es cuántos entran, sino el tiempo que se quedan y cuánto se
gastan en su estancia aquí, para saber la carga que el territorio soporta.
Cuando se hizo el Estatuto de Autonomía, 1982, teníamos 1,2 millones de
habitantes y ahora tenemos el doble. Te das cuenta de que esto ha cambiado
cualitativa y cuantitativamente. ¿Es mejor, o peor? Pues como todo: tenemos la
sanidad que tenemos porque somos muchos; hay comercios, cines y otros
servicios. Pero si nos empeñamos en dar pasos hacia atrás, tendremos mucho
menos. Desde su punto de vista, quisiera que desaparecieran las cortapisas, la
moratoria turística. En su opinión regular desde lo público cosas como la
moratoria es un error.
Por
otra parte, conviene precisar que el archipiélago tiene que agradecer sus últimos
récords de turistas a la oferta hotelera del todo incluido. Los expertos
señalan que gran parte los visitantes que ganamos en el primer trimestre
compraron el paquete con todos los gastos pagados en su país de origen. Los
hoteles han recibido este invierno una avalancha de personas atraíds por el
todo incluido, sin necesidad de salir del hotel tienen sus necesidades
cubiertas. Lo cual no es bueno para los restaurantes y servicios de las
inmediaciones de las zonas hoteleras, ni tampoco para las agencias que se
dedican a organizar excursiones, porque un buen porcentaje de este turismo ni
siquiera abandona el hotel, conocen solo el trayecto desde el aeropuerto al
hotel y viceversa. Nunca antes se había rozado este porcentaje con el todo incluido.
El crecimiento de esta modalidad de turismo vendría justificado porque el
visitante desea evitarse las sorpresas. Pero esta modalidad masifica nuestro
turismo y rebaja la calidad.
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