sábado, 12 de febrero de 2022

2 poemas de Nicos Kavadias (Grecia)



NIEBLA

Anoche cayó la niebla

—se ha perdido el barco guía—

y tú has llegado sin que te esperase

a verme a la timonera.

 

Vistes toda de blanco, estás empapada,

y en forma de maroma trenzo tu cabello.

Allí abajo, en las aguas de Port Pegassu

siempre llueve por esta época.

 

Nos acecha el fogonero

con los pies en la cadena del ancla.

No mires nunca las antenas

cuando hay oleaje: te marearás.

 

Maldice el tiempo el nostramo

y está tan lejos Tocopilla.

Antes que este miedo y esta espera

prefiero el periscopio y el torpedo.

 

¡Vete! Lo tuyo es la tierra firme.

Viniste a verme pero no me has visto:

estoy ahogado desde medianoche

a unas mil millas de las Hébridas.

 

SALÓNICA


 Era aquella noche en que soplaba el Vardar,

la proa ganaba al oleaje braza tras braza.

Te envió el primero de a bordo a sondar el agua,

pero tú te acuerdas de Smaró y de Calamariá.

 

Has olvidado aquella melodía que entonaban los chilenos

—san Nicolás, protégenos, y santa Marina—

Una muchacha ciega te guía, hija de Modigliani,

a la que amaba el grumete y los dos de Mármara.

 

Hace aguas el fore peak, se anegan las cubiertas,

pero a ti te mece un extraño mareo.

¿Con invisible tatuaje te ha marcado la española

o la muchacha que danza sobre la cuerda?

 

Sobre tu cama duerme una serpiente perezosa

y el mono se pasea rebuscando en tu ropa.

Aparte de tu madre nadie se acuerda de ti

en este espeluznante viaje de perdición.

 

El marino echa las cartas y el fogonero el dado,

y el que es culpable y no se entera, va haciendo eses.

Acuérdate de aquel estrecho bazar chino

y de la muchacha que sofocaba su llanto dentro del rickshaw.

 

Bajo luces rojas duerme Salónica.

Hace diez años borracha me dijiste “te quiero”.

Mañana, igual que entonces, y sin oro en las mangas,

en vano buscarás la calle que lleva a Dépot.

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