La
fiesta más popular de Canarias saca a la calle una programación intensa y
variada en cada una de las islas. No es lo mismo el carnaval en Lanzarote que
en El Hierro, ni nadie puede superar el esplendor de Santa Cruz de Tenerife, su
tradición, su variedad, el colorido y el nivel espectacular de sus números, el
vigor de su fiesta callejera, mientras que el carnaval de Las Palmas de Gran
Canaria, más reciente, destaca por sus drag queens. Uno de los carnavales más
originales es el de Arrecife de Lanzarote, cuyo origen se desconoce, aunque
algunos estiman que comenzó con los primeros conquistadores en el Siglo XV. Siendo
Lanzarote la primera isla conquistada, existe la creencia de que se trata de
los carnavales más antiguos del archipiélago. Dice la tradición que antaño se
salía disfrazado con la cara tiznada con un corcho quemado.
La
tradicional Parranda marinera de Los Buches fue recuperada en 1963 por un grupo
de amigos, y actualmente se conoce como La Parranda Los Buches. Se trata de una
cuadrilla compuesta por músicos que interpretan antiguas canciones marineras y
los portadores de buches (vejigas de grandes peces curtidas e infladas), con
los que se golpea a la gente. Llevan un peculiar atuendo, con cintas de colores
y máscaras. Suelen abrir el coso de Arrecife y una estrofa popular muy cantada
en el folclore de Lanzarote apunta que "Desde que llega febrero, los marinos
van llegando/ y para los carnavales, los buches se van inflando", en
referencia a la participación de las gentes del mar y sus "buches" en
los carnavales.
En
El Hierro hay otro carnaval singular: la fiesta de los Carneros. También es conocida
dicha tradición como los Carneros de Tigaday, por ser precisamente el centro de
la población de Frontera (Tigaday), donde se celebra. Los Carneros es una
tradición que tras la guerra civil estuvo a punto de perderse y quedar en el
olvido, pero gracias a un ciudadano de Frontera, Benito Padrón, no llegó a
hacerlo. Aún hoy, se conserva el legado que él dejó, pues con casi 90 años,
supervisaba y ayudaba a los jóvenes en la colocación de sus peculiares
vestimentas. Los jóvenes se atavían con las pieles de los carneros, resecas y
de fuerte olor, obtenidas meses e incluso años atrás, que este singular señor
guardaba en su bodega, y que cada año por Don Carnal, se desempolvan para
deleitar a quienes se atreven a desafiarlos, pues se dedican a correr tras los
más pequeños y no tan pequeños, para asustarlos y embadurnarlos de tinte negro.
También forma parte del espectáculo la figura que llaman El Loco, un pastor que
bajo una careta ayuda a los carneros a sembrar el pánico embistiendo a los
presentes.
Otro
carnaval de fuerte personalidad es el de Santa Cruz de La Palma, el carnaval de
los Indianos, que rememora la intensa emigración La Palma-Cuba y también llega a
su medio siglo. Este lunes 8 de febrero es la señal más universal de la isla
junto con la Danza de los Enanos. En la mañana de ese día en el atrio del ayuntamiento
dos viejos conocidos han actuado de embajadores plenipotenciarios en la Parodia
del Recibimiento para recibir a las excelsas dignidades que acuden a la Calle
Real. Son una pareja de animadores excepcionales: Pilar Rey y Antonio Abdo, que
forman parte de la gran tradición de los polvos talcos y que han dinamizado la
vida teatral y cultural de la isla durante décadas.
Actriz
y coreógrafa, pero por encima de todo mujer vital, repleta siempre de alegría.
Alegría con la cual ha podido sobrepasar sinsabores y graves problemas de
salud, Pilar Rey ejemplifica y protagoniza el mundillo teatral, del que no
puede renunciar ni un momento. Y es que el día de los Indianos es, como señala
su marido Antonio Abdo, una farsa ejemplar y una catarsis que mueve multitudes
en las apretadas calles de la capital palmera. Los Indianos son un ritual y una
pieza de teatro en la cual cada participante representa su propio papel en la
alegre ceremonia de La Espera, pues mientras la Plaza de España acoge la
presencia de la señora cónsul de Cuba en Canarias, y se cambia temporalmente su
nombre por el de Plaza de La Habana, la fiesta se desata en todo su esplendor.
Hay
muchos partidarios de La Espera, esos instantes previos a la llegada de la
ejemplar Negra Tomasa, que sucede a una hora difícil de determinar, cuando ya
el pueblo llano ha ingerido unos cuantos mojitos y unos cuantos cubatas. Por
eso aunque llueva o esté nublado la mañana de los Indianos es una mañana
hermosa, lúdica, llena de color y de alegría. Y por eso cuando se presenta la
Negra Tomasa la multitud estalla de gozo, pues es el pistoletazo de salida.
Dos
palabras más sobre Pilar Rey y Antonio Abdo. Hace 34 años, en 1981, ambos
fundaron la Escuela Municipal de Teatro, con la cual ambos animaron una nueva
etapa en la cultura insular, precisamente en la etapa de un buen alcalde,
Antonio Sanjuán, un hombre de la izquierda. Enseñantes de lujo, encaminaron a
varias generaciones de palmeros hacia el amor a la escena. No en vano Pilar
Rey, un espíritu libre y juguetón, ha aprendido de los mejores directores,
actores, dramaturgos y escritores teatrales. Y Antonio Abdo, locutor de radio
como ella, poeta, director y actor, ha compartido con ella las horas
emocionantes de La Espera, el esplendor del pórtico de una fiesta con la cual
la capital respira de gozo. Y su inseparable Antonio Abdo, septuagenario
vitalista, con quien ha compartido actuaciones, lecturas y espectáculos dentro
y fuera de España. Una pareja única.
Por
tercer año consecutivo se anuncia la presencia del máximo representante de la
República de Cuba en Canarias. Ulises Barquín Castillo asistirá a la jornada
grande del Carnaval palmero, donde podrá conocer de primera mano la
singularidad de una fiesta tan enraizada con el país caribeño. De este modo se
legitima el origen de los Indianos, y se homenajea la intensa emigración de La
Palma a Cuba hasta la guerra civil. Una gran fiesta dedicada a las raíces, el
folclore, el tabaco y el ron, la gastronomía, el punto cubano, los usos que
Cuba nos regaló.
(Ilustración: Antonio Abdo y Pilar Rey, en los Indianos)
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