A una avanzada edad ha muerto en Madrid el poeta Delfín Yeste, natural de Albacete pero que tuvo una gran relación con Canarias, no en vano vivió en Tenerife e hizo amigos tan constantes como Pilar Rey y Antonio Abdo.
Delfín Yeste era hombre sencillo, poeta humilde que canta a su tierra natal y, así su voz se hace panteísta. Creció y vivió en Tenerife, y del mar se contagió su espíritu de niño grande asombrado de la vida. Viene de la serranía de Albacete, un pueblo diminuto y agreste, es de la montaña y del Atlántico. Recientemente salió su libro Llaves (recorrido emocional de una trayectoria poética 1972-2012), que refleja 40 años de su capacidad creadora y mediante el cual recibe el homenaje de la Asociación Cultural Gritos de la Sierra, con ilustraciones de Fernando Díaz G.
“La niñez y sus vivencias han sido pautas y necesidades evidentes en mi andadura poética. La problemática de lo sencillo de cada día, de cada coyuntura del hombre en sus múltiples incidencias, me ha motivado desde siempre. Dar, lisa y llanamente, cauce y expresión a toda esta serie vivencial es mi constante búsqueda y porfía. De siempre he querido vivir de cerca las cosas mínimas. Amo la Naturaleza en sus variopintas gamas y urgencias, pero con epicentro vital en el hombre. Me causa pavor todo lo que huela a chamusquina y zarandajas. Que mis ensoñaciones tengan una plasmación pragmática en mí y en los demás; que no sean solitaria ristra de sensaciones sino algo que nos mueva al bien, que es lo que nos hace sentir realizados”, así se define.
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