Este
profesor universitario es autor de una novela que tuvo el mérito de ser
finalista del último Premio Nadal, y fue recomendada vivamente su publicación
por el jurado. Acaba de aparecer en la Editorial Destino, número de serie 1581
en la muy prestigiosa colección Áncora y Delfín. Doctor en Filología y profesor
titular de Literatura en la ULPGC, ha escrito libros de investigación sobre
Pérez Galdós y Carmen Laforet, y en el ámbito de la creación literaria tiene
cuatro novelas, otras dos dirigidas al público infantil y juvenil, así como un
libro de cuentos. Sus líneas de investigación se han centrado en el estudio de
la novela española, desde el siglo XIX hasta la actualidad, la literatura
canaria y la aplicación de la literatura en la enseñanza. Fruto de ello son muchos
de sus libros. Ha publicado obras con un toque de novela negra y fue premio
Benito Pérez Armas de 2005 con su obra “El dulzor de la tierra”. Hombre
generoso, con su dedicación al rescate y valoración de las letras canarias y su
predisposición para apoyar a los escritores que van surgiendo nos recuerda a
otros personajes que apoyaron con decisión a los nuevos autores, nos referimos
al profesor lagunero de origen grancanario Sebastián de la Nuez, Premio
Canarias de Literatura, así como también al profesor tinerfeño Juan José Delgado,
tempranamente fallecido, y al chileno Osvaldo Rodríguez, de la ULPGC, que
también murió tempranamente.
Este
libro está escrito al modo clásico, una prosa exacta y unos personajes bien
definidos al servicio de una historia de época que es también una radiografía
de toda una sociedad, y lo hace con una prosa depurada, una reconstrucción
impecable, unos personajes vigorosos, en definitiva una historia bien urdida
que nos habla de la ciudad de Las Palmas a finales del siglo XIX y comienzos
del XX. Ambiciones personales, sexo, contubernios: en estas 363 páginas hay de
todo, nada es ausente. Su protagonista es un hombre del pueblo llano que llega
a alzarse a los puestos de privilegio en su sociedad. He aquí un ejemplo de
novela histórica que va más allá del mero anecdotario sociopolítico del
momento, por cuanto nos habla más bien de la lucha por la superación personal,
de la lucha de clases, de la forma de superar las maldiciones del destino para
llegar a ser todo un personaje importante y decisorio. Y en medio el episodio
del incendio que consumió el teatro, y la reforma que consiguió reabrirlo en
1928, con la ópera Aida. Y para siempre Miguel y Néstor de la Torre derramaron
arte y colocaron fastos por todas partes.
Francisco
J. Quevedo ya figuró en aquella iniciativa de Plácido Checa dedicada a cinco
autores a los que denominó “clásicos” y que fueron Víctor Ramírez, Emilio
González Déniz, José Luis Correa, el propio Quevedo y quien suscribe. Distintas
generaciones de una narrativa que comenzó a crecer en los años 70 del pasado
siglo con distintos registros, y que tuvo éxito de crítica y de público. Y este
autor, aunque ha empezado a publicar un poco tardíamente, aporta vigor y
sensibilidad, con un estilo realista bien afianzado, un dominio del idioma y unos
protagonistas bien definidos. En definitiva: un libro que se lee con interés, y
que no decepciona, por cuanto contiene una buena documentación acerca de las
circunstancias sociales y políticas que tuvieron lugar en España y
particularmente en las islas desde finales del XIX a las primeras décadas del
XX.
Feliciano Silva es el personaje que se queda huérfano a los 9 años y que desde entonces emprende una lucha personal para convertirse en un hombre con poder. Es el Guirre, que fue vendedor de pescado y luego hombre temido. Están bien definidos los ambientes portuarios, la evolución urbana de la ciudad, el papel de las mujeres, las funciones de ópera, el desarrollo de una sociedad dinámica y cosmopolita. Un buen libro.
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