Dijo Galdós
que “imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en
reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y
lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos
constituye y nos rodea”. La novela entendida como espejo de lo real fue la
línea de trabajo del XIX. Pero hoy, en el XXI, la realidad es compleja,
contradictoria, dinámica, se mueve a gran velocidad. ¿Y la crisis de la novela,
de la que tanto se ha hablado? Anunciar su muerte es una falacia, opina Vargas
Llosa, porque la ficción enriquece la existencia; Steiner habla de la muerte no
de la novela sino de las formas de leerla. Soy un autor del realismo, pero no
existe la realidad sino las realidades; la novela no es una fotografía ni una
radiografía porque la realidad no es unívoca sino contradictoria, plural, no
admite visiones simplistas, la realidad del escritor se subjetiviza pues entran
los deseos, los sueños, las dudas. Lo explicamos en la Biblioteca Insular, un acto
de la Casa Museo Pérez Galdós.
Leí
mucho a los autores del boom latinoamericano y siempre admiré la novela
norteamericana, desde Faulkner, Scott Fitzgerald y John Dos Passos a Philip
Roth y Richard Ford. Otros autores de cabecera son Coetzee y Amos Oz. Hay
propuestas literarias tan diferentes como el realismo sucio de Bukowski, la
novela laberíntica y grotesca de Foster Wallace y Thomas Pynchon, la apuesta
burlona de Michel Houellebecq, la seriedad de Muñoz Molina, la salida
enigmática y con suspense de Murakami, la denuncia de Chirbes o Roberto Saviano
en Gomorra, el testimonio de Patria, de Aramburu, la novela bestseller
tipo Javier Sierra, la vitalidad de la china Sanmao. Bendita Generación del 70:
J.J. Armas Marcelo, Juan Cruz, Fernando Delgado, Víctor Ramírez, Alberto Omar, Juan
M. García Ramos, Luis Alemany, etc. Con Isaac de Vega y Arozarena nos tocó
fundar la novela canaria contemporánea, tuvimos nuestros quince minutos de gloria,
éxito de público, éxito de crítica dentro y fuera de Canarias.
La
novela no es ya el espejo de Galdós pues el autor practica la subjetividad, la
búsqueda interior, el escepticismo. La obra se contagia de muchas cosas: el
cine, la filosofía, los medios de comunicación, las series de TV, los móviles,
internet. La narrativa utiliza la intertextualidad: contiene ensayo,
psicología, poesía, etcétera. Las ideas que tenemos sobre la realidad varían,
el progreso técnico desvanece el mundo físico e inmutable en el que creíamos,
ahora estamos ante la modernidad líquida, según Bauman. En las generaciones
anteriores valores y dogmas eran sólidos, ahora la realidad es inestable y
precaria, el individuo se hace flexible y adaptable al molde político y social.
La veloz evolución de la tecnología provoca un acelerón histórico, y
paralelamente se producen cambios profundos en la moral. Por ejemplo, ¿quién
habría vaticinado que el matrimonio homosexual fuera legalizado? Por otro lado,
Prima lo individual y el consumismo, nada es permanente, ni el trabajo, ni la
responsabilidad. La realidad está manipulada, de ahí la posverdad, el arte de
confundir verdad y mentira. La música y la pintura han evolucionado
formalmente, pero la literatura se maneja con la palabra, los códigos de la
gramática, la sintaxis. Por ello es difícil ir más allá de Joyce, Faulkner o
Cortázar. Prefiero a Mozart, el barroco italiano y los Rolling antes que
Schoenberg, me gustan los impresionistas y Chagall en vez de la oferta de Arco.
Necesito que la expresión artística me cuente una historia.
Abunda
una degradación del libro ejecutada por celebridades de la TV o el espectáculo,
contenidos groseros, trapos sucios, subliteratura analfabeta en país de
no-lectores. Se
incrementa la novela de género, con apogeo de la novela negra y de la llamada
novela romántica, pero conviene volver a la novela-novela, la novela total. En
España la novela negra suele adoptar el camino del compromiso y la crítica
social, así Lorenzo Silva. No se trata de explicar la realidad sino de
describir situaciones, a riesgo de venir filtradas por las ideas del autor. La
crisis económica ha dejado tocada a la cultura, han descendido los asistentes
al teatro, conciertos, cine y también los compradores de libros, pero vamos hacia
una cierta recuperación. Hay nuevas formas de publicar, está el libro
electrónico y son frecuentes las autoediciones. En Canarias se publican
anualmente más de mil libros, las tiradas son cortas; la escritura se ha
democratizado, salen cientos de escritores de los talleres. Pero, con mucha
oferta para elegir, la sociedad se ha desmovilizado. Ojalá se incrementaran los
lectores, los clubs de lectura. La literatura hecha aquí supera los cinco siglos,
las letras canarias tienen dignidad desde las Endechas a la muerte de Guillén Peraza, (1487) desde Cairasco de Figueroa (siglo XVI) a nuestros días.
Hay
que seguir delante del ordenador hasta el final, morir con las botas puestas.
Me ayuda este ejercicio semanal en el periódico al que me sumé en abril de 1972,
una columna casi se parece a una confesión, cuentas cosas de ti mismo,
situaciones, reflexiones. Un escritor que no escribe frecuentemente está muerto
de antemano, igual está muerto si no lee, si no corrige, si no se exaspera
cuando no vienen las ideas, si no lucha por obtener un poco de iluminación.
Nuestra
última aportación es Cuentos gozosos/Cuentos
traviesos, Ediciones Mercurio, 2017, a medias con Rosario Valcárcel, dos
libros en uno, dos portadas, una de Luz Sosa y otra de la checa Katerina
Spevakova; más de 100 cuentos en más de 400 páginas. El cuento vertiginoso, el
cuento emocional, vivencial y reflexivo. Un experimento de dos autores diferentes,
el mundo actual, sus paradojas, sus expectativas; cuentos intimistas y
eróticos, rememoraciones, historias divertidas, múltiples escenarios. Decía Cortázar
que una novela gana a los puntos y el cuento exige k.o., desde los rusos a los
franceses, pasando por los norteamericanos y la excelencia de Borges-Cortázar.
Aunque aquí mayoritariamente el cuento ha sido dirigido al consumo infantil
(cuando en los centros docentes había dinero para adquirir ejemplares), la
narrativa breve tiene buenos cultivadores.
(Ilustraciones: Cairasco de Figueroa, Benito Pérez Galdós)
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