miércoles, 6 de diciembre de 2017

Un año de libros: María Remedios González y Carlos Bonino


Si en Canarias cada año se publican más de mil libros nuevos, en noviembre se produjo la gran explosión de presentaciones literarias. Hasta cuatro actos a la misma hora fueron convocados en las principales ciudades, sobre todo en los jueves y viernes de cada semana. Libros colectivos de denuncia, como Perdone que no me calle (Centro de la Cultura Popular Canaria), con 64 mujeres que denuncian el maltrato y la violencia de género han paseado por distintos municipios de Tenerife, La Palma y Gran Canaria. Ha habido poesía a porrillo, ensayo, cuentos, novela, libros digitales, libros en papel, porque el papel es el que en definitiva proporciona apariencia a los textos y la mayoría de quienes publican en electrónico aspiran a tenerlo también en ese formato. Sería demencial prescindir del texto en papel, y el mercado así lo determina. El problema es que quienes acudimos a las presentaciones culturales somos casi siempre los mismos, y quienes compramos libros somos también un segmento muy reducido de nuestra sociedad. Quiero detenerme en dos de esos volúmenes recientes que difícilmente aparecerán en los medios de comunicación, dos en medio de la barahúnda de publicaciones, pero sobre los que conviene pasar una mirada. Se trata de Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el archivo Familia Hernández de Lugo, de María Remedios González, (Los Llanos de Aridane, 1965) y Delito si faltas, poesía y narrativa erótica, de Carlos Bonino (La Laguna, 1980) Dos generaciones distintas, dos libros diferentes.
Ella es una mujer discreta, que prefiere pasar de puntillas, lo que podemos entender como «rata de biblioteca y de archivos», una persona empeñada en dar memoria sobre asuntos desapercibidos para la mayoría, pero que conforman un cuerpo de conocimiento. Licenciada en Geografía e Historia por La Laguna, trabaja en la Biblioteca José Pérez Vidal, que tutela el Cabildo de La Palma. Coautora de la Bibliografía de La Palma que desde 2004 viene editándose en la Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, sus investigaciones —en colaboración— se han centrado en otros catálogos referentes a la visita de Alfonso XIII a la Isla, la Semana Santa de la capital palmera, y en los repertorios sobre la producción bibliográfica emanada de José Pérez Vidal (1907-1990), así como de Luis Cobiella Cuevas (1925-2013). Además del universo del libro y las bibliotecas, sus trabajos —en coautoría— se han ocupado también de la historia de la fotografía en La Palma, con un estudio sobre el estado de la cuestión, y otros sobre algunos de sus artífices: Rosendo Cutillas Hernández (1852–1930) y Roberto Rodríguez Castillo (1932-2016). Asimismo es responsable de la edición de Escritos periodísticos, selección de trabajos en prensa de Pedro Hernández y Hernández (1910-2001), y de Folk-lore palmero: un opúsculo para las Fiestas Lustrales del año 45 en el Archivo Familia Hernández de Lugo, monografía que rescata la figura de Félix Idoipe Gracia, maestro de Huesca con plaza en Tazacorte, quien ejerció una notable actividad.
Ella ha rastreado en el Archivo de la Familia Hernández de Lugo como fuente de consulta para sus investigaciones. El archivo familiar —que guarda su hijo Gerardo— resulta de interés y así lo ha entendido Meme quien, de nuevo, ha acudido a esta documentación en sus dos últimos estudios: Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el Archivo Familia Hernández de Lugo y Datos genealógicos sobre Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864). El primero, Editorial Círculo Rojo, da  a conocer la relación epistolar entre dos figuras del periodismo y la poesía, cronistas de su época, historiadores de la patria chica. Hace unas décadas, cuando las relaciones humanas dependían de escribir cartas, dentro de la misma Isla, dos intelectuales sustentaron su amistad mediante la comunicación postal. Asimismo, el segundo trabajo acude también al epistolario privado de Hernández y Hernández; la correspondencia cruzada con Pérez Vidal —auxiliado por Cayetano Gómez Felipe (1902-1978)—, revela el empeño por colaborar en los estudios sobre el economista y educador Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864).

A Carlos Bonino lo conocimos en un encuentro literario en Valsequillo, dentro de la Feria del Libro y la Lectura convocada por el Cabildo. En sábado de lluvia y tiempo fresco, su disertación se titulaba Cunnilingus: la literatura a través de los cuerpos. Junto a la carpa había un partido del Real Madrid y el estruendo de los pelotazos de los niños pero fue una charla juguetona, lúdica, en la que habló de la omnipresencia del sexo a través de los mensajes de la publicidad, asimismo homenajeó a los autores de referencia a la vez que pasaba revista a los tabúes y censuras que todavía persisten sobre el sexo. A sus 37, es uno de esos autores que lanzan su primer libro con ilusión y determinación, un lenguaje coloquial y urgente, a veces de realismo sucio, que prescinde de elaboraciones literarias de alta elaboración para contar historias de hombres y mujeres, encuentros y desencuentros, deseos y rupturas, masturbaciones, deseos y anhelos de comunicarse para romper las soledades a las que, como humanos, nos han condenados algunos dioses malévolos. De este modo su obra Delito si faltas (Gami Editorial) nos trae una prosa fresca, espontánea, liviana en la que entran los estados de felicidad y de melancolía que generan las relaciones. El deseo vehemente, la pequeña muerte del orgasmo, las referencias a Anaïs Nim, Nabokov, Henry Miller, D.H. Lawrence, Durrell, el Marqués de Sade y tantos otros analistas de lo genital, están en el trasfondo de este libro que es como un estallido de los deseos, las soledades, los corazones rotos y recompuestos para desear de nuevo.

“He dejado ya de poder verte: a contraluz, bañada en ámbar, el pelo recogido, una taza en la mano, tan empeñada en volverte recuerdo. Tu sexo todavía es una flor caliente, un animal oscuro, la única forma de esquivar el dolor de las cosas del mundo: para mí un par de manos blandas, pálidas, que salvan, que sanan, y tú detrás de todo, como una luz que aguarda. Pero moribunda…”, página 177. Las nuevas generaciones vienen desinhibidas en los temas sexuales, pero en el fondo siempre persiste el problema esencial: la comunicación, el deseo de trascendencia, el compartir la afectividad. Bonino recoge de los maestros el tono existencial que late por debajo, esa pequeña felicidad y esa pequeña tristeza, la fugacidad de los contactos, lo efímero del placer, la angustia y la desazón, el deseo renovado.

1 comentario:

  1. 'la única forma de esquivar el dolor de las cosas del mundo' - *****

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