miércoles, 10 de julio de 2013

El Gran Hermano existe: nos espían a todos

Tal como nos ha mostrado el joven disidente de la CIA Edward Snowden todos estamos vigilados, el Gran Hermano que ya anticipó el novelista Orwell existe y cada mañana un ejército de ojos y de oídos escrutan nuestros ordenadores, nuestras llamadas de móviles, nuestros más secretos pensamientos, hasta las citas clandestinas con nuestros amantes. Periódicos británicos y alemanes han ido revelando las confesiones de Snowden, gracias al cual tenemos la confirmación de lo que ya sospechábamos: no somos nadie. Hasta las embajadas de medio mundo, hasta la sacrosanta Unión Europea, hasta los más altos personajes están vigilados. Eso me recuerda aquellas revelaciones del servicio secreto británico cuando, en plena la crisis entre el príncipe Carlos y Diana de Gales, para nuestro entretenimiento nos dijeron que Carlos le decía por el móvil a su entonces amantes Camila que quería ser su tampax, para estar dentro de ella todo el rato. Y que, justo en compensación, Lady Di tenía amores con un capitán que montaba bien a caballo.
Lo que Snowden pone de relieve no es solo que nuestros derechos están por los suelos, sino que se trafica con nuestra intimidad a través de una empresa subcontratada. Booz, Allen & Hamilton es la consultora que le pagaba a 82.435 euros al año para que nos espiara para la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. El poder político ha conseguido desde septiembre del 2001 que estemos descalzos en los aeropuertos y semidesnudos para defender nuestros derecho a la intimidad, pero bajo el eficaz mantra de la amenaza terrorista hemos bajado la cabeza hasta donde les ha hecho falta.
La buena literatura va más allá de la realidad. Ya cuando el británico Orwell dio a conocer su novela 1984 supimos que el Big Brother o Gran Hermano existe para vigilar cada uno de nuestros pensamientos. De este modo, supimos que podemos ser víctimas de organizaciones totalitarias y represoras. También Aldous Huxley dijo lo mismo en Un mundo feliz y el genial Ray Bradbury lo confirmó en Fahrenheit 451 cuando describía un mundo en el que los libros eran quemados por la nueva inquisición universal.
La UE ya entrega numerosos datos de sus ciudadanos a EEUU, como los de los pasajeros aéreos o las transferencias bancarias, pero no tiene la garantía de que el uso de esos datos respete las Constituciones europeas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y tantas otras cosas. Ahora la situación es tan grave que, por inimaginable, no tomamos aún conciencia de su magnitud. Tienen nuestras llamadas. Nuestros e-mails. Lo tienen todo, si quieren. Tienen hasta nuestras neuronas más recónditas. Somos ratas atrapadas en la gran ratonera del Ojo Vigilante Universal.
Está claro que Merkel y Obama, como líderes mundiales, se darán cuenta de que lo tienen todo. Las comunicaciones y los e-mails de los banqueros, los políticos, las agencias de calificación, los reguladores, los notarios, los especuladores, los gobernantes, los que estaban en los consejos de administración de Bankia y de las Cajas de Ahorros, los papeles de Bárcenas, los entresijos del caso Gurtel y todas las gamas de corrupción en España y por supuesto en Canarias. Saben de todos los defraudadores, de la Operación de Las Teresitas y del caso Faycán de Telde, hasta de los que se esconden en los paraísos fiscales. O sea que gracias a este chiquito que se ha ido de la lengua tenemos las pruebas para empurarlos a todos. Lo cual está al caer. Permitan que me ría.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario