jueves, 24 de octubre de 2013

Ángel Sánchez: "Los canarios no asumimos que somos un pueblo mestizo"

Opina el profesor, crítico y poeta visual Angel Sánchez (Gáldar, 1943) que nuestro mayor problema es no asumir que somos un pueblo mestizo, con el cruce de muchas sangres: bereberes, españoles, normandos, portugueses, genoveses, flamencos, malteses, británicos. Europa, Africa y la cercanía espiritual de América. Estudió en La Laguna y Salamanca, es doctor por La Sorbona de París, profesor en Francia y Alemania, traductor de Boris Vian y Georg Trakl entre otros. Su movilidad es reducida, pero su cabeza no se rinde. Ensayos sobre cultura canaria (Edirca, 1983) fue un libro de cabecera. “Lo que hace nuestra gloria es la fusión, la mezcla de gente tan diversa que ha llegado hasta aquí. Lo triste es que nuestra identidad sigue obnubilada, calumniada incluso. La peculiaridad de nuestra habla no es respetada, Pancho Guerra hizo mucho daño porque atropelló el lenguaje en esquemas humorísticos degradantes.”

Lo explicó con detalle en el número 2 de Insularia, revista que fue de la Asociación Canaria de Escritores. En 2005 fue publicado, tras largos avatares y con silencio en los medios, su libro La Casa Vestida, en el que trabajaba sobre los iconos de la arquitectura popular, los elementos decorativos, la ornamentación. Antropólogo, poeta visual, cabeza inconformista. “No puede haber canariedad con base si no hay educación. Porque lo nuestro debe estar parejito en los programas de enseñanza con lo hispano y lo universal. “La literatura light ha eliminado el pensamiento moral, la ética, el trabajo de percutir en la conciencia de los demás. Ignacio Gaspar y Félix Hormiga son dos excepciones, ejemplos válidos de tratamiento de lenguaje, de autenticidad.” Angel es un heterodoxo, un radical. “El construccionismo avanza, terminaremos siendo Hong Kong. El turismo ha destrozado las costas, y el dinero se lo quedan los del exterior. He ido viendo el desgaste de identidad, pero en el campo todavía existe solidaridad, la gente se ayuda a coger papas, la gente va a los entierros aunque no conozcan al muerto.” Vive en Valleseco, a 900 metros sobre el mar, en el reino de la niebla y la llovizna. Pero ahora, en este invierno frío, se planta en la playa de Salinetas. Se tiende a pensar que los poetas han sido los constructores de un pensamiento canario, pero no es del todo cierto. Sí que puede haber un pensamiento canario, dice. “Hay que revolver las islas, quitar los isloteñismos, poner coto a los campos de golf, la construcción salvaje, las autovías. Hay que mirar por el territorio, poner coto a las camas turísticas, dar trabajo a los jóvenes, porque los veo con gran desesperanza, tirando de la droga y el alcohol. Hay que recuperar lo salvaje y auténtico de nuestra realidad.” El disidente es un hombre lúcido, un bregador que no se rinde en el terrero. 

En un reciente pregón de las fiestas patronales de Santiago Apóstol, en su Gáldar natal, habló de las tres grandes preocupaciones que le asaltan: el paro galopante, el peligro especulativo que acecha al patrimonio histórico, al agrícola y al medioambiental, y por último – aunque no menos decisiva - la indefensión cultural, materia toda ella sensible para el progreso de un modelo civilizado sostenible, que deberemos forzar más allá de la utopía, según sus propias palabras.

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