Si algún
canario, o viajero comunitario, quiere enfadarse a su llegada al destino que
había elegido, debería volar hasta Sevilla porque allí le espera algo que creo
que no estaba en el guión. Los pasajeros
procedentes de Gran Canaria deberán pasar por un nuevo control de equipajes y
demás pertenencias. Ya me ha sucedido dos veces, en menos de un año. O sea, que
no creo que sea una revisión casual o eventual. Lo que ignoro es el motivo de esta actitud que consideramos discriminante, tanto las
personas que hemos nacido en las islas,
como los que son foráneas y residen allí.
No sé si esto le ocurre también a los que viajan desde Tenerife, o cualquier otra isla, a Sevilla.Es algo molesto, porque todo el mundo tiene deseos de salir cuanto antes del aeropuerto, donde les esperan sus familiares o amigos. Primero, se tarda bastante en ver aparecer las maletas por la cinta transportadora y después, de propina, cuando has recogido el equipaje, en presencia de la guardia civil, te hacen poner en cola para pasarlas por el escáner, junto a lo que llevas encima.
Lo único que se me ocurre cuando uno se encuentra ante estas situaciones es que los aduaneros del aeropuerto de Sevilla no se fían en absoluto de los controles que se realizan en Canarias (o al menos en Gran Canaria). Aparte de esa desconfianza, no se entiende que viniendo de territorio español y, por tanto, comunitario, se tenga que efectuar este proceso, como, si en realidad, vinieses de algún país exótico, o de donde procede toda la droga que se consume en España y en Europa, en general. Tal vez podría pensarse que, como hemos salido de una colonia, (al menos, eso es lo que piensan los que tienen ideas independentistas o nacionalistas, aunque sea “un nacionalismo light”) y no de una región autónoma, nos tienen que someter a un rígido control, por si se nos ocurre transportar cocaína o hachís en un doble fondo, en el cinturón, o en cualquier parte recóndita de nuestra anatomía. Pero, aparte de que ya habíamos pasado por la humillación del escaneo, tuvimos que presenciar el registro que se le hizo a un ciudadano, al que le hicieron vaciar todo el contenido de su maleta, ante el asombro e indignación de los otros pasajeros. Era evidente la falta de tacto y de consideración por parte de las fuerzas de seguridad (y de sus mandos, porque se lo ordenarían así) ya que para hacer ese registro tenían que haberlo llevado discretamente a un cuarto reservado y evitarle la vergüenza.
En definitiva, entre una cosa y otra, se y tarda más de media hora para poder salir del aeropuerto de Sevilla. Otro inconveniente es que los vehículos particulares que vienen a recoger a pasajeros no pueden acercarlos a la puerta de salida, sino que tienen que estacionar en el garaje del aeropuerto y llevar hasta allí las maletas. Lo que no es nada fácil con el calor tórrido que hace algunas veces aquí, especialmente en verano.
En un anterior viaje a Sevilla ocurrió otro contratiempo (aparte del control). Cuando llegó el avión al aeropuerto estaba lloviendo a chuzos. Las maletas tardaron en llegar a la sala de recogida mucho más tiempo y, además, se encontraban enchumbadas de agua.
La explicación me parece anómala. Nos dijeron que tenían poco personal y que no podían hacerlo más rápido. Pero ¿qué pasó con las maletas? ¿Por qué no las protegieron? Me parece una auténtica desidia y falta de respeto a los pasajeros. Poco favor le están haciendo con estas anomalías al funcionamiento y buen nombre del aeropuerto hispalense y alguien debería tomar cartas en el asunto. Y, por supuesto, las autoridades canarias (y las gubernamentales) deberían investigar la causa de estas anomalías.
No sé si esto le ocurre también a los que viajan desde Tenerife, o cualquier otra isla, a Sevilla.Es algo molesto, porque todo el mundo tiene deseos de salir cuanto antes del aeropuerto, donde les esperan sus familiares o amigos. Primero, se tarda bastante en ver aparecer las maletas por la cinta transportadora y después, de propina, cuando has recogido el equipaje, en presencia de la guardia civil, te hacen poner en cola para pasarlas por el escáner, junto a lo que llevas encima.
Lo único que se me ocurre cuando uno se encuentra ante estas situaciones es que los aduaneros del aeropuerto de Sevilla no se fían en absoluto de los controles que se realizan en Canarias (o al menos en Gran Canaria). Aparte de esa desconfianza, no se entiende que viniendo de territorio español y, por tanto, comunitario, se tenga que efectuar este proceso, como, si en realidad, vinieses de algún país exótico, o de donde procede toda la droga que se consume en España y en Europa, en general. Tal vez podría pensarse que, como hemos salido de una colonia, (al menos, eso es lo que piensan los que tienen ideas independentistas o nacionalistas, aunque sea “un nacionalismo light”) y no de una región autónoma, nos tienen que someter a un rígido control, por si se nos ocurre transportar cocaína o hachís en un doble fondo, en el cinturón, o en cualquier parte recóndita de nuestra anatomía. Pero, aparte de que ya habíamos pasado por la humillación del escaneo, tuvimos que presenciar el registro que se le hizo a un ciudadano, al que le hicieron vaciar todo el contenido de su maleta, ante el asombro e indignación de los otros pasajeros. Era evidente la falta de tacto y de consideración por parte de las fuerzas de seguridad (y de sus mandos, porque se lo ordenarían así) ya que para hacer ese registro tenían que haberlo llevado discretamente a un cuarto reservado y evitarle la vergüenza.
En definitiva, entre una cosa y otra, se y tarda más de media hora para poder salir del aeropuerto de Sevilla. Otro inconveniente es que los vehículos particulares que vienen a recoger a pasajeros no pueden acercarlos a la puerta de salida, sino que tienen que estacionar en el garaje del aeropuerto y llevar hasta allí las maletas. Lo que no es nada fácil con el calor tórrido que hace algunas veces aquí, especialmente en verano.
En un anterior viaje a Sevilla ocurrió otro contratiempo (aparte del control). Cuando llegó el avión al aeropuerto estaba lloviendo a chuzos. Las maletas tardaron en llegar a la sala de recogida mucho más tiempo y, además, se encontraban enchumbadas de agua.
La explicación me parece anómala. Nos dijeron que tenían poco personal y que no podían hacerlo más rápido. Pero ¿qué pasó con las maletas? ¿Por qué no las protegieron? Me parece una auténtica desidia y falta de respeto a los pasajeros. Poco favor le están haciendo con estas anomalías al funcionamiento y buen nombre del aeropuerto hispalense y alguien debería tomar cartas en el asunto. Y, por supuesto, las autoridades canarias (y las gubernamentales) deberían investigar la causa de estas anomalías.
Hola Luis. Cuando leí este artículo, solo me vino a la mente comentarlo con mi jefe, ya que él suele viajar con mucha frecuencia a Sevilla.
ResponderEliminarSu respuesta fue que sí, que a veces le ha sucedido, pero no siempre. Él piensa que es porque le dan algún chivatazo a la policía y hacen esos controles.
Un abrazo.