viernes, 23 de octubre de 2015

Necesitamos el Día de la Desobediencia

Por Eduardo Sanguinetti, filósofo rioplatense

 “Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibamos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común”, estas palabras de Eduardo Galeano, las hice mías el sábado 19 de octubre de 2013, en mañana de sábado y con espontaneidad y naturalidad suma ante las urgencias que este tema impone y tantos otros que presionan y oprimen en nuestras existencias, tuve la iniciativa de declararlo el “Día de la Desobediencia”.
Comenzó a circular por las redes de comunicación en el universo de la web y hoy, miles se asimilaron a la tan sana decisión de desobedecer.
Desobedecer al poder de las bestias capitalistas que dictan y rigen en el planeta, a sus cómplices, a la justicia criminal, al poder de las corporaciones económico mediáticas que conforman la realidad de hoy, a la genuflexión de los intelectuales…
En fin, una actitud “demasiado humana”, nutrida del estremecimiento, que ofrece un estado de resistencia cultural y social ética en sus principios y fines y que nos remite a los “dorados años de la infancia” donde el desobedecer era una actitud natural ante el atropello y la torpeza de nuestros mayores, imponiendo criterios y haciendo valer sus arbitrarias decisiones.
Es preciso desobedecer dentro del marco que nos ofrece el orden natural ante el “estado de cosas” por el que intentamos transitar nuestra existencia, tan al margen de un sistema necrótico y disfuncional solo para negociadores y comisionistas.
Desobedecer hacia todo lo que atenta contra el “buen vivir”, en un mundo donde quepamos todos, erradicando la injusticia instalada por los poderes del neoliberalismo, hoy en su cenit y a los mandatarios, soberbios, cobardes y serviles que perpetúan la farsa de hacernos creer que vivimos en una democracia plena.
Desobedecer, expulsando de nuestras vidas la soberbia, la prepotencia, el orgullo, la cobardía, la avidez, la frivolidad, la mezquindad, la avaricia, la adustez, la pacatería, la grosería, la desigualdad, el odio, el resentimiento, la envidia, pues no ignoran que este sistema infecto y criminal de explotados y explotadores nos lleva a enfrentamientos y competencias fuera de tiempo y espacio, para caminar hacia un horizonte de armonía y de fraternidad, al margen de tendencias estúpidas, impuestas y consumidas por un pueblo anestesiado y avaro de sus placeres.
La naturaleza no piensa el mundo, lo conoce desde siempre y no lo representa, se acopla a sí misma y eso le basta. El mundo puede permanecer dentro de su función de hacer de nosotros sus habitantes para que todos/as existamos y terminemos nuestras vidas en él.
El hombre aún no se asimila —con su habitual torpeza— a respetar el orden natural, lo confunde todo y lo degrada, en acciones atroces, al pensarla y aniquilarla, en nombre de dioses que no existen y de leyes que se acomodan a sus estafas…todo devenido como fruto de su miedo y espanto a la naturaleza que nos cobija y a la propia vida que debemos experimentar y disfrutar ¿no es así?
No ignoro las dificultades a las que debemos enfrentar, cuando intentamos comunicar inquietudes, excitaciones, denuncias, desde un medio abierto a otro cerrado, desde un ambiente “totalmente en movimiento”, a otro “enteramente parado”… sabemos: basta mostrar un mínimo de entusiasmo o participación, frente a un país “que simuladamente lo está poniendo todo en discusión”, para que nos caigan encima, a los destructores de absolutos y evidencias, las reacciones de la iracunda pereza, las ironías de la periferia que se toma por centro, los escarnios del escepticismo… pero no nos engañemos, repensar, Argentina, o el mundo, significa establecer un diálogo con la “falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda, ni tan duramente, en su cobardía… es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las personas a entregar su libertad, por un cautiverio, en ¿seguridad?
No nos convirtamos en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros propios recursos en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia, la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces, silencio y “miedo”.
Unamos voluntades, los libres y autodeterminantes, persistiendo en la resistencia a los ismos, que nos lleva a ser esclavizados, cuidemos de nosotros mismos. en libertad y verdad… tenemos una vida por vivir, ¡honrémosla!

miércoles, 21 de octubre de 2015

Sol de Grecia


Yo, Richard Koronios, he venido a buscar la memoria. Vivo en Chicago, una ciudad repleta de gente que suele añorar la cuna. Europeos que huyeron de las guerras y el hambre, cientos de miles de polacos, de griegos, alemanes, italianos, afros. Uno de mis amigos es Andreas, vino de una aldea cercana a Cracovia y quiere hacerse cura. Cuando lo veo embutido en su blanco hábito y en su gorro me recuerda a su difunto papa polaco. Pero cuando pienso que nada de mujeres para el resto de su vida se me eriza la piel. Es curioso: Andreas y yo pertenecemos a dos pueblos que viven el rito religioso con verdadera pasión. Y, a pesar de que yo soy más bien descreído, lo respeto y lo admiro.

Este homenaje a mi padre -que nunca quiso volver a su país desde las orillas del lago Michigan- lo comencé cuando en el bochorno de julio salí de Oak Lawn y aterricé en Plaka, en las animadas calles de Monastiraki. Al lado de las columnas que aún marcan la biblioteca de Adriano, junto a las tiendas de recuerdos y a las tabernas por donde se pasean los músicos.

En la Acrópolis no esperaba otra cosa que cuanto me salió al paso. Una venerable ruina vacía, un templo sin Atenea, su diosa de doce metros esculpida en marfil y oro. Los norteamericanos estamos más volcados a la vida real, y por eso me interesa más el sol y la multitud que pasa a mi alrededor. Los olores de la calle, el sabor de la mousaka, el vino con un toque de resina, el queso, el aceite de oliva, el kebab, el pescado, las especias. Y la vida que fluye en verano como un río ardiente.

Atenas no me pareció hermosa sino vulgar. Pero el país no se puede apreciar con prisa, sino que exige una mirada atenta y reposada. No es para gente precipitada, con lo cual yo mismo he tenido que modificar mi visión.

-¿Qué tal, hijo?

Mi madre estaba al quite, a pesar de la tremenda diferencia horaria esa madrugada permaneció despierta. Y por eso mi móvil comenzó a sonar con prontitud.

-Un país blanco y caluroso. Gente que habla y ríe con fuerza.

-Eso es lo que siempre contaba tu padre.

El, Stavros, se nos había muerto el último día de Acción de Gracias. Ibamos a recibir la visita de sus dos hermanos y sus mujeres. Mis tíos le recordaban el origen, dispuestos a comer y a beber como nunca.

-Prométeme una cosa. Que no te emociones demasiado.

Mi padre me había hecho jurar que iría a Hydra para recoger un poco de su sagrada tierra y hacerle llegar el frasco que pondría en su biblioteca.

Profesor de literatura, me mostró las voces de los maestros: de Homero y Platón, de Kavafis, Seferis, Elytis, Kazantzakis. De Vassilikos, que –como tantos otros- tuvo que huir con los malos tiempos. Esos que han sido tan frecuentes en la patria de mi padre. La música del bazouki para limar las penas, la alegría contagiosa. Y la melancolía, esa tristeza que desvanece esta tierra.

-¿Por qué no viajamos un verano todos juntos?

Era la pregunta que le hacía de vez en cuando a mi padre. El me respondía con su admirado Seferis. “¿Pero qué buscan nuestras almas viajando / sobre podridos maderos marinos / de puerto en puerto?” Me decía que ansiamos llegar a Itaca, pero Itaca es sólo un sueño. Exactamente igual que Grecia. Exactamente igual que nuestro breve paso por este mundo ilusorio. Y volvía sobre los poemas: Donde quiera que viaje, la Hélade me hiere; / cortinas montañosas, archipiélagos, granitos desnudos… El poeta hablaba de la civilización perdida, de una nación que ya no es nuestra ni vuestra. Del mismo modo, la patria no es sino el señuelo de las dos mil islas, de los olivos y el pajonal bajo el trono de Zeus. La patria es un espejismo de arena blanca y arena negra como el betún, de arena roja como la sangre. Una tras otra se despliegan las islas, meteoritos encantados; sembradas en el mar, se juntan, se revuelven, ganan la batalla. Pero para contemplar la hundida tierra de los helenos hace falta tiempo, porque corres el riesgo de no verla en medio de sus columnas partidas, de sus templos sepultados. Mi padre era inflexible: había pasado el tiempo, temía la borrachera de luz del Egeo, esa embriaguez que te impulsa a quedarte anclado.

-Los Ulises de hoy son los inmigrantes que se mueven por Manhattan –insistía-. Lo peor es que hoy abundan los aventureros sin ideas, adoradores del sistema. Sólo buscan el triunfo material.

-Necesitan saciar el hambre –respondía yo.

-Hay muchas clases de hambre –contestaba-. Pero ya no existe lo trascendente. El dinero relegó al espíritu.

La gloria antigua era para él un estado de la conciencia, algo tan profundo que no podía ser violado. Pero que jamás regresaría. Nadie podría remover las recuerdos, porque esa acción tendría un efecto fatal. A lo mejor mi padre sabía que iba a morir antes de los sesenta, demasiado pronto, de una manera estruendosa. Tal vez algún oráculo le reveló que no debía volver.

-Eres tú quien tiene que rescatar la patria.

-¿Ni siquiera deseas estar en Hydra para seguir los pasos de Leonard Cohen?

-Ni siquiera para eso, hijo. Tú los encontrarás cuando entres por las callejas de casas encaladas y tropieces una y otra vez las puertas pintadas de añil. O te introduzcas en monasterios con increíbles frescos y veas que las mujeres no paran de encender velas ante los iconos.

Por esas circunstancias de la vida me alojé en el Alexandros, a un tiro de piedra de mi embajada. El mejor barrio de Atenas.

Nora me abordó en el desayuno, me vio despistado e inseguro, se sentó frente a mí con un bol de yogur bañado con miel y me preguntó cómo funcionaba la maquinita del café. Treinta años, recién divorciada de New Jersey. Descarada, insolente; probablemente en busca de carne fresca. Le traje café con una nube de leche, tal como me pidió.

-¿De dónde eres?

Compartimos el circuito por el Peloponeso. Teatros de perfecta acústica, templos vencidos, mínimas restauraciones, muy calmosas. En Olimpia llovía mientras hombres con sierras talaban los árboles exterminados por el gran incendio de agosto. ¿Aquel Zeus esculpido por Fidias que figuraba en el museo sentado en su trono no había prestado su rostro al Dios de los cristianos?

-Déjame ir contigo.

Pero no acepté. Me imponía estar solo cuando llegase a Hydra.

Dispuesto para ser el correcaminos que salta sin parar de una isla a otra porque en ninguna halla sosiego, llegué a El Pireo. Un eterno insatisfecho es quien no acaba de encontrarse, y por eso siempre busca su Itaca particular, desoyendo la sabia voz que te aconseja viajar sin meta alguna.

Hydra es un anfiteatro sin coches, burros sacados de la Biblia. No hay playas sino orillas de guijarros, callejones en cuesta, casas y patios, redes que los pescadores van desenredando para rescatar peces plateados. Bajo las buganvillas los gatos salen de todas partes con sus suaves maullidos. Las galerías de arte, las tiendas de antigüedades, las boutiques elegantes ocupan el paseo. Padre me dijo que su puerto fue muy importante, observándolo cuesta creer que allí arraigase una flota con más de cien barcos que comerciaban con Estados Unidos. Y es que Grecia es un fantasma del pasado, cimientos, esplendor perdido. Isla rocosa y estéril, sólo unos pinos en sus laderas, pajonal, yerba reseca. Piedras.

Me llevé una sorpresa cuando ella apareció. Rezongaba para levantarme cuando llamaron a la puerta. ¡Adelante!, dije, como si todo el mundo entendiera mi idioma. A decir verdad, yo estaba empezando a padecer eso que llaman el síndrome de Ulises, la inadaptación. Nadie respondió, pero la puerta se abrió de golpe.

-Kaliméra, kaliméra –soltó con una gran sonrisa.

-¿Qué haces aquí?

-¿Por qué te molesta que te dé los buenos días? ¿Qué crees que iba a hacer sino seguirte?

Qué iba a hacer sino compartir el pequeño hotel en la parte alta de la pequeña ciudad, su blanco refulgente, el jazmín del patio, la vista sobre los brillos del mar.

En el centro de la isla tomé un poco de tierra. No pude evitar pronunciar la frase ritual que tanto amaba mi padre:

-Elefthería i Thánatos.

Libertad o Muerte, ese fue el lema de la larga lucha contra los ocupantes. Sus nueve sílabas definen las franjas de la bandera. Cerré los ojos, hice una ofrenda a la memoria de Stavros Koronios, el hombre que  nunca olvidó.

Ya va para dos meses que vivimos juntos. Dejó su puesto en Washington y se vino conmigo a Boston, yo conseguí superar las pruebas para acceder a Harvard. Mi madre está que se sube por las paredes, pero ojalá acaben haciendo buenas migas. A fin de cuentas, cualquiera necesita una diosa que lo siga amamantando.

Me acordé de las tumbas de Olimpia, sus lamparitas encendidas toda la noche. También soñé que moría en una isla del Egeo mientras miraba más allá de los olivos y los naranjos, de los oscuros cipreses y los pinos deshilachados de la costa. En realidad no era una muerte, sino un renacimiento. Invoco a Apolo Protector, y una y otra vez escucho lo mejor de Theodorakis, ese tema tan ligero: An Thimithis To Oniro Mou, La luna de miel. Ya sé que nunca regresaré al Edén, aunque Nora se empeña en recordarme que ya vivo en el Olimpo.

(Del libro de relatos "Los dioses palmeros". Ediciones Cajacanarias)

lunes, 19 de octubre de 2015

Estas Navidades serán un ataque de nervios


En el mundillo deportivo es frecuente escuchar esta expresión: tal entrenador no llegará a comerse los turrones. Las crisis exigen revisiones, cambios de rumbo, nuevas estrategias, y a menudo los que dirigen los equipos deportivos suelen ser víctimas propiciatorias de las malas rachas. Pues las Navidades suponen para gente que está en crisis la urgencia de aplicar terapias intensivas, un hachazo del que se espera la regeneración, pero hay cuestiones difíciles de arreglar con escaso margen de tiempo. ¿Cómo resolver, por ejemplo, con un decretazo urgente el 50 por ciento de paro juvenil de nuestra tierra, la adecuación de la antigua Formación Profesional a las necesidades reales del mercado? Hablando de educación, el gobierno que disfrutamos elimina la asignatura de Filosofía del bachillerato y mete con calzador la de Religión, lo importante es erradicar la conciencia crítica, la facultad de pensar, y lo mejor es fabricar adhesiones incontestables a las divinidades. Eso se llama progresar adecuadamente.

También es sabido que en tales fechas navideñas, con la abundancia de francachelas y consumos alcohólicos, suele haber litigios familiares. Los expertos dicen que buena parte de los divorcios se gesta en periodos que aparentemente son propicios para la relajación y la buena vida: en las vacaciones de verano y en Navidades, pues es entonces cuando las parejas se someten a mayores convivencias en las cuales puede estallar la chispa que llevaba tiempo cociéndose a fuego lento. Para colmo, estas benditas Navidades que se aproximan tendremos que ir a las urnas a fin de perfilar otro reemplazo de la clase política. Nadie sabe si desde ahora hasta entonces se aclararán las cosas en la Cataluña esquizofrénica de nuestros días, entre la tentación de la Declaración Unilateral de Independencia y la constatación de que algo más de la mitad de los votantes no se han decantado por la ruptura. El gobierno trata de convertir en víctima a Artur Mas, con citaciones judiciales que tal vez podrían haber esperado un poquitín. Pues la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de imputarlo a él y sus estrategas por la consulta del 9N, vuelve a dar un giro a la historia. La querella emprendida y los comentarios del ministro de Justicia ponen una vez más en entredicho al poder judicial, instrumentalizado por el gobierno de turno.

Los nervios vienen de muchos frentes, así Bruselas le advierte al presidente imperturbable que los presupuestos que pretende aprobar han de ser revisados tras el 20-D, pues en ellos no está asegurada la reducción del déficit que se nos exige. Y la Cataluña sensata, aquella del viejo seny, le dice a los suyos que no es conveniente la separación de España. Así lo ha expresado un hombre del talento de Joan Manuel Serrat, aquel a quien el franquismo privó de representarnos en Eurovisión porque pretendía cantar en catalán, circunstancia que de paso propició el triunfo de Massiel con su Lalalá. Entretanto cunde el conflicto entre las tribus de CC y del PSOE, Carlos Alonso al frente del Cabildo tinerfeño es el príncipe de la “grandeur”, el Napoleón del Insularismo Andante, y es más que probable que de aquí a las benditas Navidades se cueza alguna ruptura, más de una moción de censura, desriscamientos y otros peligrosos accidentes, habida cuenta de la difícil convivencia tras la pocas veces justa distribución del poder, los delicados equilibrios que han de ser guardados. La Palma y las otras llamadas islas menores que reclaman sus mejoras, las islas capitalinas enfrentadas en su eterna lid. Y Alonso, al igual que el protomártir Mas, va por la vida con un proyecto de iluminación en el que no cabe disidencia alguna. Soy el depositario de la verdad, afirma. Yo, o el caos: eso es lo que vienen a transmitir uno y otro. La esquizofrénica Cataluña y la esquizofrénica Canarias, con el relevante papelón de los nacionalismos.

Volviendo a don Arturo, su táctica falló porque no fue capaz de encandilar a una mayoría cualificada de los votantes. Acaso porque su única propuesta resultaba lejana para quienes esperaban soluciones para los problemas reales: la corrupción de los Pujol que significa la descomposición de buena parte de la tribu afecta a Convergencia, el paro, la sanidad, la educación, la manera en que están arrinconando todo cuanto huela a español. Ahora el señorito Mas lleva consigo la penitencia de depender de unos radicales antisistema que se hacen rogar. Y, a la vista de los malos resultados en las catalanas, el señor Aznar le lanza tirones de orejas a su delfín, el que puso a dedo entre otros presumibles candidatos que tampoco se han ido de rositas. ¿Quién iba a decirnos que Rato patinaría de tal manera?

Para colmo, el deporte –que puede actuar como potente evasión de los conflictos cotidianos– puede dar más de un disgusto si el representativo amarillo no es capaz de superar las lesiones, el estado del césped, la escasa puntería y los fallos de estrategia. La cuerda parte siempre por lo más endeble y todo ello podría originar que el buen hombre que nos llevó trece años después a primera división podría no comerse en Gran Canaria los turrones, riesgo extensivo al colega chicharrero. Estas Navidades, ya digo, con el subidón de glucosa, con las cenas opíparas, las urnas y los disgustillos familiares, tal vez acabemos como aquella fenomenal película de Almodóvar: todos al borde de un ataque de nervios.

La Comisión de Medio Ambiente del Senado ha rechazado, con 15 votos en contra del PP, 7 a favor y 1 abstención la creación de un santuario de ballenas en el estrecho existente entre Fuerteventura y Lanzarote con la costa africana. La cosa se comenta por sí sola. ¿Quiénes son los que niegan el cambio climático, ningunean las energías renovables, descartan la protección a la naturaleza? La propuesta ha llegado a la comisión a través de una moción promovida por la senadora de Coalición Canaria María del Mar Julios, que ha hecho suya la petición de la organización WWF España, que lleva años estudiando la zona, y cuenta con más de 50.000 firmas de los habitantes de esas dos islas. Claro que el que no se consuela es porque no quiere: el aparato se ha puesto en marcha y ya publica encuestas en las que el partido en el poder repetirá con amplio triunfo, aunque sin llegar a la mayoría absoluta. De ahí los ataques frenéticos a esa fuerza centrista y emergente comandada por treintañeros con descaro, ese Albert Rivera y esa Inés Arrimadas que todavía pueden presumir de virginidad respecto a los festines y apropiaciones de la clase política instalada. Que si son de izquierda, que si son de derechas: los unos y los otros tratan de ir al abordaje contra quienes han irrumpido en estos mares. Las urnas son golosas, y ante la jornada del domingo 20 unos y otros soñarán en subir a su cielo particular, sin pasar por el purgatorio y mucho menos por el infierno. Pero las encuestas las carga el diablo.
(Publicado en www.laprovincia.es hoy lunes 19 de octubre de 2015)

miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Es innata la maldad humana?


Cada vez con mayor frecuencia salta a los medios de comunicación algún crimen, alguna matanza, alguna hecatombe que nos hace reflexionar acerca de la condición humana. El siglo XX es el de Adolfo Hitler y el nazismo, el de los grandes exterminios en dos guerras mundiales, pero también es el de quienes han ejercido el desprendimiento hacia los demás, como Teresa de Calcuta. Vivimos en medio de una sociedad que tiene tendencia a manifestaciones violentas y podríamos preguntarnos si existe un gen de la maldad. No somos ni malos ni buenos por esencia pero los humanos nos comportamos, en ocasiones, con crueldad y hasta con perversidad. Las circunstancias de la muerte de la niña chino-gallega Asunta, con sus padres adoptivos sentados en el banquillo de los acusados, son ilustrativas al respecto. Las personas expertas han remarcado en el transcurso del juicio con jurado que la menor sufrió una intoxicación mediante un medicamento ingerido en dosis masivas, y que, aprovechando su estado de debilidad, fue asfixiada. Al respecto de cuándo fue tomado el medicamento, las toxicólogas no han podido precisarlo con exactitud: Asunta pudo haber consumido el ansiolítico antes o después de la última comida que compartió con sus padres, el periodista Alfonso Basterra y la abogada Rosario Porto, los únicos acusados de su trágico desenlace, pero las expertas han apuntado también que pudo ser durante la comida, hecho que condiciona, debido a la digestión, que el efecto no sea tan rápido.

Sabemos que en España y en todos los países abundan los casos de muerte de mujeres a manos de sus parejas en los cuales se advierten rasgos de premeditación y ensañamiento. En Canarias hay relativamente pocos crímenes, porque lo que más abunda es la delincuencia digamos de bajo nivel: tráfico de drogas, hurtos, robos con o sin violencia, estafas, etc. Pero más de una vez se aprecian muertes violentas cometidas con especial fiereza, por ejemplo un hombre quemado en Telde por unos jóvenes o la chica también quemada por su ex pareja el día de los Indianos en Santa Cruz de La Palma o el hombre asesinado en Fuencaliente, ya que con un machete le partieron la cabeza, le cortaron una oreja y varios dedos.
Los especialistas estiman que en cada ser humano hay un lado oscuro, pero también existe un lado predispuesto a la bondad y a hacer el bien. En nuestro interior coexisten a partes iguales la tendencia al bien y la tendencia al mal. Sobre el presunto gen de la maldad se ha escrito e investigado mucho. Es un tema interesante, que a veces se trata de manera superficial en algunas tertulias. ¿Los psicópatas tienen una composición genética especial que determina su enfermedad, y que se podría multiplicar a través del consumo de drogas o alcohol? Lo cierto es que hay numerosos estudios que se centran en el debate sobre si existe ese gen de la maldad, asunto en el que por supuesto no existe unanimidad.
Hay bastante polémica, con teorías contrapuestas. Según algunos, el instinto de la crueldad está asociado al cromosoma X que fabrica un factor denominado MAO-A. Cuando fue investigado el caso de una familia holandesa en la que 40 de sus miembros varones habían cometido crímenes se descubrió que todos tenían el citado factor MAOA-A. Según el doctor Nigel Blackwood, miembro del Instituto de Psiquiatría en King College, el MAO-A no es el promotor de crimen en sí, ya que también influyen las vivencias personales de especial desarraigo, sobre todo una infancia traumática. Lo más interesante sobre la idea del MAO-A es que se pueda elaborar una terapia adecuada para estas personas en las que la genética les juega un flaco favor. Por otro lado, el doctor Kent Kiehl, neurocientífico de la Universidad de Nuevo México, descubrió que los psicópatas tienen menor densidad neuronal en la zona cerebral donde se registran las emociones.
Al contrario, otros estiman que no existe un gen de la maldad en los humanos, pero hay circunstancias biológicas y culturales que propician la perversidad. Ya sabemos lo que puede influir haber tenido una infancia desastrosa en el futuro comportamiento de alguna persona, pero tampoco debería contemplarse como un condicionante tan poderoso como para anular la voluntad de la persona cuando llega al estado adulto. Algunos pensadores sostienen que el hombre es bueno por naturaleza, así pensaban Sócrates y Rousseau. Pero otros estimaban justo lo contrario, así el británico Hobbes señalaba que el hombre es lobo para el hombre, y también opinaba del mismo modo Maquiavelo. La teología cristiana estima que el pecado original nos introdujo la inclinación al mal, y ello debe ser borrado por el bautismo y los sacramentos. Otro debate consiste en definir si es malo el ser humano por sí mismo o lo hace malo la sociedad. El mito del “buen salvaje” asociado a los hombres primitivos antes de ser conquistados o sometidos por una sociedad más evolucionada tampoco se sostiene.
Hay un pequeño porcentaje (alrededor del 20 por ciento) de personas que actúan siempre en un modo compasivo y respetuoso de las reglas. En el otro extremo –con otra porción más pequeña, alrededor de 4 por cada cien– figuran los que sistemáticamente actúan en el orden y la conducta antisocial, incluyendo al 1 por ciento de los individuos verdaderamente peligrosos. Pero el caso más interesante sucede en tierra de nadie, donde se mueven la mayoría de los mortales, personas que actúan con bondad o maldad dependiendo de cómo sople el viento. Es decir, actúan influenciados por el comportamiento de los demás y por las circunstancias de cada momento.
Bajo determinadas situaciones, una gran mayoría de nosotros podemos causar un daño muy grande. La mayor fuente de esperanza es que también podemos ser héroes, es decir personas que, aunque se encuentren en un contexto propicio para causar daño, no lo hacen y, al contrario, son capaces de salvar a un semejante en condiciones extremas. Y puede que algún día la neurociencia pueda arrojar más luz sobre la cuestión del bien y el mal en nuestro interior.

jueves, 8 de octubre de 2015

"Continuidad de los parques", cuento breve de Julio Cortázar


Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

Julio Cortázar (1914-1984) fue un escritor, traductor e intelectual argentino nacionalizado francés, gran renovador del cuento y la novela latinoamericana.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Angela Merkel en "El gran dictador" de Chaplin

https://www.youtube.com/watch?v=z2QIZCvtzxA


Angela Merkel  aparece sobreimpresionada en el papel de Chaplin,
en la película El gran dictador, con la que el genial cómico a su vez parodiaba a Adolf Hitler en plena II Guerra Mundial. La película es una obra maestra que fue rodada en 1940, y es un gran alegato contra los abusos de poder y la megalomanía de quien se consideraba capaz de dominar el mundo a su antojo, sin pararse en principios. Esta gran condena contra el nazismo y el antisemitismo fue la primera película sonora de Charlot.

"Y nos dieron las diez", Joaquín Sabina

https://www.youtube.com/watch?v=J3OtzDWBwOo

En Arrecife de Lanzarote, una noche de juerga, el gran juglar Sabina conoció a una camarera que le robó el corazón durante unas horas. Sabina, tiene una relación preferencial con Canarias pues también supo sacar partido a la isla de El Hierro. En aquella soledad, alojado en su parador de turismo, compuso algunos de sus grandes temas. 

lunes, 5 de octubre de 2015

El debate cultural en Canarias


En las islas existe una floración de valores en la literatura, las bellas artes, los distintos estilos musicales, el pensamiento, el cine, incluso en la creación teatral hay gente que se mueve. El papel de las artes en general, y de la literatura en particular, debería ser ejercitar la conciencia de análisis y de avance. El artista y el escritor deben ser buenos artesanos en sus respectivos territorios, deben saber entretener y emocionar al público pero en igual medida deben reivindicar la utopía de la liberación personal y de la trascendencia, de la rebelión ante toda forma de manipulación y de control, del dirigismo universal al servicio de los poderosos. El poder político debiera darse cuenta de que la labor del escritor, del artista, es analizar, contradecir incluso, navegar contra corriente, pero es difícil que esto sea asumido por una clase política endogámica y mimosa como la nuestra, una clase política egocéntrica y poco respetuosa con el territorio en el que se asienta, con eso que de manera genérica podríamos llamar identidad. A nuestro modo de ver, la burguesía regional no aprecia lo suficiente sus propios valores culturales y patrimoniales, y la desvertebración endémica se agrava con el intento permanente de reinstaurar el pleito insular y otros demonios paralizantes. Y ya decía Samuel Huntington que en el futuro la batalla ideológica entre las clases sociales y los países será sustituida por el conflicto entre las culturas. Porque las manifestaciones culturales no deben ser entendidas primordialmente como productos de consumo, aunque también lo sean. No a una cultura que se adapte a la realidad, sino que aspire a ponerla en cuestión. En nuestro libro de ensayos La literatura y la vida (Mercurio Editorial, 2015) ya analizábamos el papel que esa cultura debería representar en un escenario social como el nuestro donde hay bastantes creadores pero no existe una demanda ciudadana suficiente respecto a esa marea creativa. Parece que algunas ideas allí expresadas motivan unas jornadas comandadas por el inquieto cronista de Artenara, José Luján, quien, en la presentación del citado libro, ya expresó en el Museo Domingo Rivero la conveniencia de las mismas, con el fin de propiciar un debate  capaz de generar un análisis lúcido de nuestra realidad.

El debate de fondo acerca de Cultura y Sociedad en Canarias fue tan solo sugerido en aquel lejano Congreso de Cultura Canaria en 1986 y 1987, del que lamentablemente nunca se publicaron unas conclusiones. Quizá no sea suficiente hablar, sino que se necesita ponerse a actuar más allá de personalismos y visiones partidistas. En un tiempo de contradicciones y de aceleración histórica las circunstancias cambian de manera visible, pero sigue siendo necesario reivindicar la utopía, como hicieron Eduardo Galeano, José Saramago y tantos escritores que manejaron la idea del compromiso a la vieja usanza, compromiso con el tiempo y el entorno que les ha tocado vivir. Trabajar en equipo superando personalismos sigue siendo una cuestión complicada, hacer ver a nuestros dirigentes la realidad cultural también. Urgía una Dirección General del Libro pero, por aquello de la austeridad tras la crisis, constituyó una aventura demasiado fugaz, aunque provechosa. En una sociedad del espectáculo y de la pasarela fugaz como la nuestra sigue siendo necesario difundir el mensaje de las letras y las artes, evitar el peligroso riesgo de que los jóvenes se aparten de la lectura, atrapados por las nuevas tecnologías, que a menudo generan facilismo, un ocio pasivo, y, precisamente por ello, alejan de la verdad. La degradación de la enseñanza es visible, la pérdida de los contenidos humanistas también, con paro y contratos-basura estamos perdiendo a la generación joven mejor preparada de nuestra historia. Jóvenes destrozados por la crisis, cuya heroína es Belén Esteban quien, para colmo, dispone un equipo de escritores que escriben libros-basura que firma ella, qué degradación. Pero precisamente por todo ello hay que construir nuevas estrategias para favorecer la dignidad del libro y de las manifestaciones culturales hechas en las islas. Ello sigue siendo una cuestión complicada, del mismo modo que contar con todos más allá de amiguismos y sectarismos también continúa siendo una cuestión sensible por cuanto en el mundillo cultural existen los cortesanos, los circuitos patrocinados, los subvencionados a toda costa. Con cierta frecuencia el creador puede contemplarse a sí mismo como un francotirador, un agitador, un aguafiestas más allá del convite. Lo primero que habría que pedir a la información cultural es objetividad, apertura, el no sometimiento a círculos cerrados, el instinto de reflejar lo que sucede en base a la originalidad y a la capacidad estética de las propuestas.

Desconocer por ejemplo que Agustín Espinosa fue el mejor narrador del surrealismo español es grave, de la misma forma que nos parece injusto dejar de valorar la tradición literaria del archipiélago, la investigación historiográfica, el papel de la prensa y la relación de los escritores con ella, el patrimonio histórico-artístico, el valor añadido del paisaje, ese paisaje que tan poco respeto ha merecido del desarrollismo turístico. Convendría, pues, hacer nuestras las palabras de Jean Daniel, Premio Príncipe de Asturias, cuando afirmó en torno a escritura, imagen e internet: “Nos encontramos ante un cambio de civilización (…) Vivimos en un mundo que no acaba de terminar y delante de otro que no ha comenzado todavía.” Hay que esperar que la cultura sobreviva a la sociedad de la fugacidad, a la cual sirven con entusiasmo los medios de comunicación. Philippe Sollers dijo que “estamos en la época de la no lectura organizada. Vemos desarrollarse la lógica infernal de la publicidad y, en paralelo, una indiferencia creciente respecto a la cosa escrita.” Por su parte, George Steiner, en un lejano artículo en El País señaló: “Hoy hay niños que prácticamente no saben leer ni escribir, o lo hacen a duras penas, y rechazan con todas sus fuerzas cualquier intento de arrancarles de la pantalla y hacerles leer. Cuando me enfrento a ellos pierdo la paciencia y, animado por algún atavismo pedagógico, les digo: “Eres un analfabeto.” Sin embargo, ellos me responden que yo también lo soy porque, en efecto, no puedo seguirle en lo que está haciendo.”

El futuro inmediato es una lucha entre espectáculo y pensamiento. Y de cosas peores hemos salido.
 
(Publicado en el periódico La Provincia, www.laprovincia.es, hoy 5 de octubre de 2015)
 

viernes, 2 de octubre de 2015

Isabel Costes y la Orquesta del Atlántico, en el Teatro Pérez Galdós

La directora Isabel Costes logró un buen triunfo este pasado 1 de octubre al frente de la Orquesta del Atlántico, en el concierto inaugural de la Sociedad Filarmónica de la capital grancanaria. La Orquesta del Atlántico se presentó como formación de cámara, y pese a que contaba con solo 15 músicos logró una gran calidad de sonido y ejecución en la Sinfonía 1 en Re Mayor Titán, de Mahler, y previamente en la interpretación de Lieder eines fahrenden Gesellen, del mismo autor, en la interpretación del barítono. Costes es catalana, y reside en Canarias desde hace largo tiempo. El Teatro presentaba una buena entrada de público, y los aplausos fueron largos, con bravos entusiastas. La nutrida asistencia valoró positivamente la interpretación de este grupo de jóvenes músicos.

jueves, 1 de octubre de 2015

"Alfarera de mis sueños", canción de Alfonso Baro

http://whoduth.blogspot.com.es/2015/10/alfarera-de-mis-suenos-canciones-para.HTML

Alfonso Baro, andaluz amigo de las letras canarias, dedica una bella canción a su mujer, grancanaria.  Ella es capaz de crear belleza con sus manos y él lo agradece con palabras tan hermosas como las que aquí escuchamos.  "Esta es una de las canciones que más amo...porque habla de la persona que me hace cada día...que me moldea, con la que camino, en la que veo el beso de la vida y con la que comparto las más hermosas experiencias de la vida..."