domingo, 14 de julio de 2019

Risco Caído y la cultura prehispánica: un chute de autoestima


El sentido de identidad va unido al sentido de pertenencia. Somos un pueblo atlántico disgregado por la geografía y con frecuencia aparece el sentimiento de nuestra pérdida, la famosa magua que se conjuga con el humor agridulce y una visión algo dramática de la existencia, contrapesada eso sí con la alegría de vivir que proporciona el clima. La declaración de la Unesco elevando a la categoría de Patrimonio de la Humanidad las llamadas Montañas Sagradas de Gran Canaria ha sido un chute de autoestima, nos ha revelado el alto grado de conocimiento que poseían los primitivos habitantes de la isla, y supone por tanto una revalorización de los ancestros norteafricanos y bereberes que han sido el punto germinal de nuestro pueblo. Ahora, que seguimos siendo una cultura oscurecida y no suficientemente valorada, esta declaración reivindica una parte de nuestra memoria. Esa cueva iluminada por el sol posee un buen grado de conservación y está enclavada en un prodigioso espacio de cumbres, pero también aporta un gran cambio en la información acerca del nivel de conocimientos de la antigua sociedad insular, mucho más elevado del que se suponía hasta ahora. En esta cueva el sol atraviesa el espacio mediante una esfera realizada por los antiguos canarios e incide en los grabados de triángulos. Se trata de un calendario agrícola en relación con los astros, y que es visible en los equinoccios de primavera y de otoño.
Chute, según la Academia, proviene del inglés y tiene un significado futbolístico y también otro relacionado con la inyección que se aplican los drogadictos. Y, por añadidura, podemos entender que un chute de autoestima es un golpe de alegría, de reconocimiento de nuestra singularidad más allá del síndrome de lejanía y de olvido. Esa cueva tallada de Risco Caído, todo ese legado, genera un vuelco en la percepción de nuestra historia. Los medios de comunicación han señalado que la protección de uno de los yacimientos prehispánicos más espectaculares del archipiélago significa un empujón importante a los trabajos de muchos arqueólogos e historiadores que pugnan por potenciar y rescatar a una cultura ancestral, misteriosa y única, que conformó el origen del actual pueblo canario, tras un largo proceso de fusiones y mestizajes con pueblos europeos, sin obviar el componente sentimental, de idioma y costumbres, que ha tenido la emigración de ida y vuelta con América. Es muy significativo que, a pesar de la pequeña extensión, las islas ya cuentan con la declaración de cinco patrimonios mundiales: los parques de Garajonay y el Teide, la ciudad de La Laguna y el silbo gomero, como patrimonio cutural inmaterial, y ahora Risco Caído y las cumbres adyacentes. Hay otras iniciativas en marcha, como la petición de patrimonio cultural inmaterial para la Bajada de la Virgen de las Nieves en la isla de La Palma.
Lo importante es lo que señaló el ministro de Cultura cuando felicitó a los canarios por haber sabido conservar a través de los siglos esta enorme riqueza de yacimientos arqueológicos en el seno de un paisaje sobrecogedor, el paisaje que Miguel de Unamuno denominó “tempestad petrificada.” Como explicó el ministro, somos el tercer país del mundo, detrás de China en Italia, en número de declaraciones pero somos el primero en diversidad de ese patrimonio. De este modo, se culmina el esfuerzo iniciado por Julio Cuenca y culminado por el equipo del Cabildo, a cuya cabeza ha estado con entusiasmo el presidente Antonio Morales, sin desdeñar el esfuerzo del resto de las instituciones.  Hay que mencionar también que el consejero de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo, se unió a la celebración aclarando que ahora toca hablar de todo lo que significó este paraje natural en la sociedad después de la Conquista, cómo el mundo de los antiguos pobladores permanece a pesar de todo y cómo nuestro antepasados adaptaron su cultura a la nueva realidad sociopolítica sin perder sus costumbres. Nos están reconocimiento esa supervivencia cultural, que la cultura bereber canaria forma parte de la historia de la humanidad, pues en una isla que permaneció desconocida largo tiempo han sido constatadas expresiones sorprendentes de un conocimiento astronómico singular.
Risco Caído y las Montañas Sagradas son ya paraje cultural del Patrimonio Mundial y estos espacios abarcan 18.000 hectáreas, en los que se reparten más de 1.500 cuevas. La declaración ha estado motivada no sólo por la importancia histórica y arqueológica sino también por el conjunto de poblados verticales, graneros fortificados en lugares imposibles, estanques cuevas, templos, necrópolis, inscripciones líbico-bereberes, la mayor concentración de triángulos púbicos rupestres y las rutas de trashumancia. Esta es la única isla que incluye santuarios con funcionalidad astronómica. Hace mucho el botánico Arnoldo Santos Guerra nos dijo que estas cumbres, a pesar de su deforestación a través de los siglos, son un espacio de interés. El sitio abarca cuatro municipios: Artenara, Tejeda, Agaete y Gáldar. Incluye el Roque Bentayga, el Roque Nublo y el pinar de Tamadaba-Tirma. La distinción es más que la cueva número 6, la más especial por la proyección del sol en una de las paredes de la cámara principal, donde se encuentran las manifestaciones rupestres en forma de cazoletas, triángulos púbicos y grabados en bajo relieve.
 Gáldar y Telde eran las cabezas de la Gran Canaria prehispánica. Hace más de quinientos años, el último guanarteme, Tenesor Semidán, fue bautizado y firmó un acuerdo de paz que allanó el camino para la conquista de La Palma y Tenerife. Allí comenzó nuestra incorporación a occidente, pero este proceso significó el olvido de una cultura que rápidamente fue sustituida por otra que estaba a punto de descubrir América y fundar un imperio. De este modo, lo prehispánico se quedó en un vago testimonio recogido por los cronistas. Fue curioso que cuando los primeros conquistadores –normandos, portugueses, castellanos- se adentraron por esta latitud Canarias era el único archipiélago habitado de la Macaronesia. Lo que sucedió después queda en lo que el psicólogo Manuel Alemán llamaba la identidad neblinada. Cómo y cuándo llegaron los norteafricanos son preguntas que todavía no tienen respuesta, quizá fueron tribus insumisas que se rebelaron contra el poder de los romanos, tal vez fueron consecuencia de luchas internas o vinieron por el afán de explorar otras posibilidades para desarrollar su existencia. Las investigaciones delimitarán algún día la llegada de las oleadas a cada una de las islas, desde las más próximas a África a las más lejanas, como La Palma, donde algunas fuentes consideran que el poblamiento fue anterior al comienzo de la era cristiana. 

jueves, 11 de julio de 2019

Satán: cualquiera, todos y ninguno

Eduardo Sanguinetti, Buenos Aires. Filósofo y poeta.

El demonismo es una metáfora que por ello sólo puede declinarse en un sortilegio de metáforas, en las que la oscuridad refleje solo oscuridad. La metáfora del demonismo y el demonismo de la metáfora que se resiste a su propia certificación, a su propio lenguaje y también a la continuidad de la vida, creo así la denominábamos, en su propio lenguaje. En cierto sentido, entonces, la semiología se convierte en el mensajero de antiguas divinidades: significante y significado, cuerpo y espíritu, mundo, demonio y Dios.

Referir la situación actual de sobrevida a la metáfora del demonismo es una prevención, un aviso emergente de los que sabemos que asistimos al final de un tiempo, un paso más allá de ingenuas y absurdas soluciones reaccionarias, sin meta y sin finalidad alguna, en estado de desesperación inocultable, lanzando un silencioso alarido que llame a las deidades a producir un cambio milagroso, pues la resurrección de dioses y demonios crece, cuánto crece la incertidumbre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y descreencias, que crecen en su propio ocultamiento.
Hablar de demonismo es hablar de la subida de la marea negra del ocultismo, trenzada con la oscura amalgama de las religiones clásicas, modernas y posmodernas, donde las ceremonias secretas de los oficiosos reptilianos antropófagos, se multiplican revisando juicios sumarios al disidente, coincidiendo con el tránsito en un tercer milenio de las grandes muertes, como anatemas y exorcismo de la incertidumbre, un principio de milenio perpetuo que consiste en ocultar la arbitrariedad del calendario, donde el áurea ha perdido la batalla. Pues cada cultura comienza por inventar el desorden, proyectándolo sobre el orden anterior y fingiendo un principio. La moralidad de gobiernos satánicos y habitantes del planeta, no es ya doble o triple, sino infinita, y en ese juego sin fondo, sin gracia alguna, la mentira de ninguna verdad alumbra la falacia de cada moralidad oculta en su negación. Se trata de una nueva treta que exige una nueva sensibilidad, una nueva lógica, una gonia.
"Cualquiera, todos y ninguno" son las entidades de una nueva trinidad, cuyo imperio sacrifica simbólicamente a "cada uno" y en su nombre. "Cualquiera, todos y ninguno", es el lugar de una nueva legitimación, el número y el numen de Satán Trimegisto, elevado a ley.
A la pasión y muerte del autor-dios, anunciada por Roland Barthes en 1971 en su publicación "Fom Work to Text", que completaría en su ensayo de 1977 "The Death of the Author", continúa entonces su resurrección en un nuevo y peligroso "Mesías Inverso", que no dice hablar ya en nombre de los dioses - como el mesías clásico -, ni en nombre de la historia o el progreso - como el mesías moderno-, sino en nombre de una nueva Autoridad, una divinidad que apenas hemos identificado: cualquiera, todos y ninguno, juntos en su desapasionamiento hacia todo lo que es, indiferente a la diferencia, frívolo en sus formas y dogmático en sus actitudes. Es ese hombre pervertido y perverso, que habita en el santuario sacralizado de este tiempo luciferiano por el que transitamos.
Quizá sea difícil encontrar una imagen más perfecta de espectáculo abierto, multidimensional, real, frívolo y profundo que el imperio de simulación, donde se debaten las realidades argentinas, incluidas campañas eleccionarias, fundidas en la representación y máscaras satánicas, basta visualizar los rostros de los invitados al espectáculo de la moralina donde cada personaje juega su libreto sin necesidad de una conciencia macroscópica de la escena, sin existir un director local que asigne los papeles y que pague la comisión de un espacio donde la ceremonia se consume.
Descubrir, a pesar de todos los que pueden horrorizarse de mi visión, que nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana, nuestros sistemas de interpretación, están sometidos al imperio de la simulación, es poco más que descubrir que el modelo humanista de la vida en estado natural, es poco más que un modelo olvidado, hoy un recuerdo escindido.
Este es el estado artificioso y continuo que como paisaje recibimos. Lo que resultaría aún más ingenuo sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya existe como realidad. Porque aunque el conocimiento implique responsabilidad, la irresponsabilidad de los ignorantes que rigen en esta tierra, no va a curarnos del conocimiento, ni de la incapacidad de funcionarios, para asumir responsabilidades, que hagan de precisa su permanencia en la función para la que no están capacitados, pero la máscara del simulacro impone criterio. Mientras siglos de valores construidos con la sangre de infinidad de generación de seres humanos, nos contemplan, predestinan holocaustos cotidianos, frente a los que la indolencia de la nueva civilización que se cocina en las pistas de información de las redes de la web, descree lo que supone superado, permaneciendo inerte, congelada, al pie de alguna página que aún no ha sido escrita.
El demonismo es una transición a lo falaz, al desvalor, al desvanecimiento de la armonía, a la materialización del alma devenida en producto a consumir, el advenimiento de las sombras, de los sombríos personajes que todo lo aniquilan en nombre de ningún sentido, la simulación de un simulacro y la metáfora de una metáfora, en un pliegue de espectáculo cual germen de discontinuidad. Y lo que ha sido útil para hacer, equivale para deshacer, aniquilar y eliminar: un delito de lujo, promocionado y anunciando por eunucos sin cabeza que reptan hacia la cima de la pirámide de Ex nihilo.
Desde la dialéctica de la soledad, disfrutando del juego solipsista, afirmo que la vida en libertad y verdad, sin eufemismos ni metáforas demónicas, es la reivindicación de muy pocos, extraña paradoja cuyo anclaje es indefinido, una barrera fundamental que logra más allá de cualquier intento fundacional que la identidad deje de multiplicarse, proyectándose en espejos cóncavos y convexos, donde nadie sabe ya quién mira a quién, ya no hay por qué, ni para qué, sólo sexo, sangre y soplo, escrituras rituales, cifras de un sentido.

La chica de la bicicleta (cuento de misterio)



Paseaba, como todas las tardes, un rato junto al río cuando, de repente, escuché el sonido de un timbre de bicicleta a mis espaldas. Sin girarme, casi por instinto, me aparté del camino. Una muchacha sonriente pasó pedaleando. Llevaba puesta una camiseta blanca y una falda recogida. La seguí con la mirada mientras se hacía pequeña a mis ojos hasta que, al girar en la curva del molino, dejé de verla por completo. Entonces, inmediatamente, escuché el sonido brutal de unos hierros estamparse contra el suelo. No lo pensé. Salí corriendo hacia la curva y, al tomarla, mi sorpresa fue que allí no había nadie
Estaba solo. Miré el sendero, que seguía hacia adelante, y no vi nada. Traté de calcular lo largo que era para verificar si, en el escaso tiempo que tardé en llegar allí, a la chica le había podido dar tiempo a recorrerlo. Era imposible. No me salían las cuentas. La única realidad era que, hasta donde me alcanzaba la vista, allí no había nada
Por un instante comencé a dudar de mis sentidos. Tenía, como por dentro de las tripas, una sensación compleja de entender, tan desagradable que, sin pensarlo, decidí que la muchacha estaba allí, de bruces en el camino, junto a su bicicleta rota
Apenas podía verla el rostro, ni siquiera cuando se incorporó un poco, lo justo para sentarse en el suelo y abrazar su pierna derecha. Me pareció escuchar de su boca un silencioso llanto
Me agaché para ayudarla, puse mi mano sobre su pierna desnuda, casi sin darme cuenta de lo que hacía. De la rodilla magullada salían unos hilos de sangre que recorrían su piel hasta casi los tobillos. Entonces algo me sobresaltó, apenas un susurro, algo que me decía al oído, simplemente, que debía de parar Me separé de la muchacha. Dejé de sentir en la palma de mi mano el calor y la dureza de su gemelo. Fue sólo un segundo, necesitaba incorporarme, tomar aire, pero entonces, en un torpe pestañeo, la perdí
Me parecía imposible. Sobre el camino ya sólo había una hilera de hormigas que se desplazaba hacia un saltamontes muerto. Entonces comenzó a martirizarme la extraña idea de haberla perdido para siempre
Tuve que sentarme. Cerré los ojos, para poder recuperar su imagen en mi memoria; al principio eran solo fragmentos inconexos; sus manos, sus piernas, y así hasta que recompuse mis recuerdos en una única figura, clara y global de ella. Pensé que, sólo así, podría dejarla marchar para siempre.
Tilo Candela  (https://tilocandela.com)

miércoles, 10 de julio de 2019

5 grandes poemas de Louise Gluck


Poeta nacida en Nueva York, 1943. Una de las figuras más relevantes de la poesía en su país, ganadora del Premio Pulitzer 1993, el National Book y otros importantes galardones. Ocupa la cátedra de Literatura en la Universidad de Yale.  Poeta que habla de la vida, de sus ciclos, sus engaños, sus esperanzas. La autora y sus diálogos consigo misma, con las personas que le rodean, con el mundo. Una obra admirable.




CEREMONIA


Me dejaron de gustar las alcachofas cuando dejé de comer
mantequilla. El hinojo
nunca me gustó.

Una cosa que siempre he odiado
de ti: odio que te niegues
a invitar gente a casa. Flaubert
tenía más amigos y Flaubert
era un ermitaño.

Flaubert estaba loco: vivía
con su madre.

Vivir contigo es como vivir
en un internado:
pollo los lunes, pescado los martes.

Tengo muy buenos amigos.
Tengo amigos
ermitaños.

¿Por qué lo llamas rigidez?
¿No puedes llamarlo gusto
por la ceremonia? ¿O es que tu hambre de belleza
se satisface completamente con tu propia persona?

Otra cosa: dime otra persona
que no tenga muebles.
Comemos pescado los martes
porque los martes son frescos. Si supiera conducir
comeríamos pescado también otros días.

Si estás tan desesperado por encontrar
precedentes, prueba con
Stevens. Stevens
nunca viajaba; eso no significa
que no conociera el placer.

El placer, puede, pero no
la alegría. Cuando prepares alcachofas,
hazlas para ti.

EL DESEO
¿Te acuerdas de cuando pediste un deseo?

Yo pido muchos deseos.

Cuando te mentí
sobre lo de la mariposa. Siempre me pregunté
qué pediste.

¿Qué crees que pedí yo?

No sé. Que volvería,
que al final de alguna manera estaríamos juntos.

Pedí lo que siempre pido.
Pedí otro poema.

EL DILEMA DE TELÉMACO
Nunca me decido
sobre qué poner
en la tumba de mis padres. Sé
lo que él quiere: él quiere
amado, lo que ciertamente resulta
muy exacto, sobre todo
si contamos a todas esas
mujeres. Pero
eso dejaría a mi madre
en la intemperie. Ella me dice
que en realidad no le importa
lo más mínimo; ella prefiere
ser descrita
por sus logros. No tendría yo mucho
tacto si les recordara
que uno
no honra a sus muertos
perpetuando sus vanidades, sus
auto-proyecciones.
Mi propio criterio me recomienda
exactitud sin
palabrería; son
mis padres y, en consecuencia,
los visualizo juntos,
a veces me inclino por
marido y mujer, a veces por
fuerzas contrarias.

PARÁBOLA DE LA BESTIA
El gato circula por la cocina
con el pájaro muerto,
su nueva posesión.

Alguien debería debatir sobre
ética con el gato, mientras investiga
el asunto ese del pájaro cojo:

en esta casa
no experimentamos
la voluntad así.

Dile eso al animal,
sus dientes ya hincados
en la carne de otro animal.

PUERTO DEPORTIVO
Mi corazón era un muro de piedra
que tú de todas formas traspasaste.

Mi corazón era un jardín isleño
a punto de ser pisoteado por ti.

Tú no querías mi corazón;
tú ibas de camino a mi cuerpo.

Nada de eso fue mi culpa.
Lo eras todo para mí,
no sólo belleza y dinero.
Cuando hacíamos el amor
el gato se iba a otro cuarto.

Entonces me olvidaste.

No en vano
las piedras
se estremecían alrededor del jardín enmurallado:

no hay nada allí ahora
excepto ese salvajismo que la gente llama naturaleza,
el caos que se hace con todo.

Me llevaste a un lugar
donde llegué a ver la maldad en mi carácter
y me dejaste ahí.

El gato abandonado
gimotea en el dormitorio vacío.
 (Traducción de Berta García Faet. Foto: Héctor Castilla)