lunes, 29 de febrero de 2016

Gloria Esther Rodríguez y Francisco Pérez Sicilia, artistas

Un estudio de pintor suele ser un espacio agitado, donde bulle la creación. Cuando convive una pareja que trabaja el mismo territorio, el ambiente es más intenso. Un estudio de pintura suele relacionarse con la bohemia: pinceles, cuadros a medio hacer, ideas en el aire. Es el caso de Gloria Esther Rodríguez y Francisco Pérez Sicilia, ella se encuadra en la corriente del paisajismo, tan frecuente en su isla natal. Emigra a Venezuela muy joven e inicia en Caracas los estudios de dibujo y pintura, que luego perfecciona en la Escuela de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife bajo la dirección del profesor y acuarelista Antonio González Suárez, figura destacada del arte canario en los años 50 y 60. El poeta Francisco Viña dice que ha ido alejándose de su academicismo inicial para dar paso a una pintura intimista de marcados rasgos nostálgicos, ha ido fabricando su propia atmósfera personal. El pintor polaco Erik Cichosz señala que ella ha ido fabricando su estilo propio, fruto de ese gradual paso a paso en el tiempo, basándose en la sencillez, la armonía y el equilibrio. Su primera muestra fue en la Casa de la Cultura aridanense en 1982, con la Acpac, Agrupación de Pintores y artistas canarios, y en 1996 inauguró la sala de arte del Casino Aridane. Ha expuesto de modo frecuente en La Palma, Tenerife y Gran Canaria.

Sus bodegones muestran imaginación e intuición para captar lo inmediato; en ellos aparecen utensilios de cocina, en muchos casos ancestrales, con productos de la tierra: chayotas, aguacates, tunos, etc. También introduce elementos que forman parte del acervo cultural, tallas de barro, lecheras, flora o artesanía.  El crítico Joaquín Castro dijo en Diario de Avisos que busca la poesía en su pintura y parece encontrarla en los objetos que la identifican con su entorno, la naturaleza es buena maestra y siempre motivo de inspiración, de ahí esos juegos de colores, esos atardeceres rojizos que simulan lugares de Extremo Oriente, esas nubes a veces trágicas por los montes de Mazo y La Caldera. Sus flores destilan un halo poético envueltas entre brumas que indican sensibilidad y sentimiento. Rosario Valcárcel escribe que Gloria Esther, cuando iba de pequeña con su madre al Fayal, observaba los árboles, el paisaje envuelto en la niebla matutina, los caminos cubiertos de musgos, las ramas, los troncos que unas veces se retorcían y otras ascendían y ascendían hasta formar parte de las nubes. Y todo eso le sirvió de inspiración e igual que en el cuento de Tolkien se vio pintando una hoja, una simple hoja que más tarde le llevó a un árbol, a una flor, a un paisaje. Así el bosque fue su inspiración, su punto de partida pictórica y las flores sus personajes. Más tarde empezó a pintar al óleo casitas impregnadas del aire que brota de las agujas de los pinos, del zumbido del viento en los árboles. Pintó ese paraíso perdido que es la Naturaleza de la isla de La Palma.

Antonio Abdo, a propósito de su muestra Terruño en la sala O’Daly de la capital palmera, cuenta una visita a su estudio, en la calle Díaz Pimienta de Los Llanos de Aridane. Habló de los paisajes, bodegones, aperos, objetos captados en un instante fugaz. Una humilde calabaza, un grupo de frutas, una entrañable tetera, aljibes, huertas, almendros, una vieja casita (nunca una casona) conforman unos volúmenes, un juego de luces, sombras y color, unas formas que se dirigen más a la emoción que a la razón.  La génesis de su proyecto pictórico reside en la emoción y en el paisaje del norte de su isla entran sus almendros, delicados y sutiles, con esa evanescencia rosa de la efímera floración de enero. Está claro que el mundo de esta pintora es lo rural, los ancestros, la vivienda tradicional, los caseríos. Para la escritora Lucía Rosa González expresa su realidad yéndose hacia la abstracción y regresando una y otra vez para dar su color particular al instante; capta el instante, la flor cayéndose, dentro de las viejas jarras, el sin más de la rosa, sabe dibujar el secreto del arte. Para Elena Gómez Lorenzo destacan en su obra las flores y, entre ellas, la rosa; también el paisaje desde el mar hasta la cumbre, el pajero y la casa canaria de campo, bodegones, utilería de cocinas antiguas, asimismo los desnudos. Su evolución va desde un mundo natural a un mundo onírico, íntimo. Para Manuel Piñero ha bebido de las fuentes del impresionismo; sin embargo, consigue que su obra tenga carácter personal e inconfundible. También escribe cuentos para niños, y poesía, y con Francisco, su pareja, realizó una exposición conjunta titulada ¿Tú ves lo que yo veo? Actualmente ambos siguen compartiendo proyectos, aunando ilusiones.

Francisco Pérez Sicilia es ilustrador, caricaturista, restaurador de libros antiguos, es delicado y sutil en su trabajo, perfeccionista. Hace ahora composiciones de pequeño formato: paisajes rurales y urbanos, detalles con encanto. Es ejemplo de emigrante trotamundos, en la madurez ha regresado después de trabajar en Venezuela, Colombia, Perú, Australia, la India, Pakistán y países de Centroáfrica, misiones de la ONU. Se dedicó a labores de cartografía, búsqueda de agua potable, prospecciones petrolíferas. Se tituló Topógrafo de cartografía en la Universidad Central de Venezuela, la antes prestigiosa UCV de Caracas. Ser topógrafo es ser un explorador, marcar puntos de referencia, estudiar el suelo, trazar mapas. Los cartógrafos fijan las coordenadas geográficas, los puntos de referencia, en regiones de difícil acceso.

Lo peor de todo, explica, es que seguimos destrozando el planeta. “Explotamos demasiado los recursos, no nos damos cuenta de que los recursos se van agotando. Con la comida que se tira un día en la ciudad de Nueva York viviría una semana entera toda la población de Nicaragua. Estamos forzando la Naturaleza hasta límites inconcebibles en el consumo de alimentos, agua potable, etcétera.”

Volvió a las islas y obtuvo un trabajo de restauración bibliográfica en Lanzarote. Su labor consistía en recuperar documentos eclesiásticos, actas de nacimiento, bautismo y matrimonio que proporcionan valiosa información historiográfica. En las islas abundaba la endogamia, matrimonios dentro de la propia familia, primos hermanos, sobrinos con tíos. La Iglesia tenía que dar permiso para esos matrimonios pero a lo largo de los siglos esas circunstancias dieron origen a taras, enfermedades físicas y mentales, deficiencias genéticas, así como una elevada mortalidad infantil. Se daban muchos de esos matrimonios por interés, para conservar las herencias, para no disgregar las fincas. El mestizaje tanto a nivel genético como cultural, es lo mejor para la humanidad, añade. El país que más le ha impresionado es la India. Para nacer, Europa; para vivir Suramérica, para morir la India pues hay un trato amable con las personas mayores, tienen la virtud de desdramatizar la muerte, hasta los niños la viven con cierta alegría, puesto que creen en la reencarnación. Entonces la muerte no es una despedida sino que es la puerta abierta para volver a reencarnar. Eso dice; un buen conversador.

miércoles, 24 de febrero de 2016

"La sombra y la tortuga", nueva novela de Alberto Omar

Este autor de la generación de los 70 tiene una amplia obra detrás, en ella se aprecia que ha participado con frecuencia en los procedimientos de búsqueda formal, característica que comparte con buena parte de ese grupo de narradores. Pero también es autor teatral, director teatral, actor, poeta, ensayista. Omar es un hombre curioso y trabajador, utiliza tanto el grito de denuncia como el gesto irónico y humorístico, la condición humana y sus avatares es el objeto central de su preocupación literaria. Desde sus primeros textos, La canción del morrocoyo, o El tiempo lento de Cecilia e Hipólito, Alberto ha producido más de 30 libros muy variados. Ha sido, sobre todo, un buscador y ahora en su último libro, La sombra y la tortuga, publicado en Nace, 2015 con una portada de Arima García Santana en la que se recoge un fragmento de una obra del pintor Hans Baldung Grien, ha contado una historia más lineal, casi una novela histórica, casi una radiografía de costumbres, en la que retrata el ambiente de siglos pasados en las islas, especialmente en la ciudad de La Laguna, en los diversos pueblos de la isla de Tenerife, en el instante en que la nueva sociedad de colonos y arribistas está siendo cimentada sobre la huella prehispánica. Construida con abundante documentación, intenta mostrar el alma colectiva de una comunidad partiendo de la vida de un esclavo, un ser marginal que llega a ser la voz central del libro. Canarias como punto de enlace con el Nuevo Mundo, Canarias como sociedad mestiza, construida con enormes diferencias sociales, caciquismos e injusticias, Canarias como puerto de entrada y salida de viajeros que van a Sevilla, a Inglaterra, a las tierras americanas.
“La vida es la memoria”, leemos en la página 506, cuando la novela toca a su fin. El protagonista llega a cumplir los cien años, y en ese lapso postrero de su vida afirma que “no se muere nunca de saber vivir en los instante (…) Darse a los demás es vivir en los instantes. No tener miedo, también. Tener coraje y echarle voluntad de existir en la hoguera de la vida es vivir con las botas puestas…”
Liberto es el eje central de las historias que aquí se cuentan, en una voluminosa compilación que sin duda ha llevado años de trabajo. Se trata de una crónica de costumbres, un ensayo, una aproximación al pensamiento colectivo de una sociedad mezquina y cruel, en la que a veces aparecen destellos de grandeza. Hay apuntes de los usos prehispánicos, aquellas señas de identidad borrosa de los bereberes que van siendo absorbidas primero y desdibujadas luego por la nueva sociedad de colonos, mercaderes, traficantes de sueños.
Es esta una novela en la que tienen importancia los personajes femeninos, el contrapunto eficaz. No se trata propiamente de una novela histórica sino de un ejercicio de la memoria, basado en las vivencias de un hombre que cumple los cien años y recuerda la vida azarosa que tuvo, primero esclavo y más tarde hombre libre. Las anécdotas y las vivencias, los episodios de rebelión y deseo, la manera meticulosa en que este ser va construyéndose el camino en base a la intuición y al esfuerzo. Es una novela coral en la medida en que participan numerosos personajes, algunos efímeros y volanderos, otros más asentados en sus pasiones y virtudes. Se maneja con habilidad el plano de retorno, hay una vocación clasicista y el texto se abre con dos citas significativas, una de Santa Teresa de Jesús y la otra de la Historia de la Florida del Inca Garcilaso de la Vega.
La sombra y la tortuga se lee bien, porque las sucesivas andanzas de los personajes llegan a atrapar a quien se acerca a sus páginas. El trabajo del autor nos entrega amenidad y coherencia estilística, con unos diálogos bien trenzados y una aproximación certera tanto al alma de los personajes femeninos como a la exuberancia barroca de las situaciones. Las descripciones son ajustadas, el manejo de la ironía y el humor de fondo también. Hay amores imposibles, peleas y conflictos, triquiñuelas que sazonan las andanzas de los personajes, y que ilustran acerca de los cambios psicológicos y las actitudes de Liberto, tan observador de las flaquezas de las clases altas de la sociedad insular, tan sigiloso y tan espabilado a la hora de definir y luchar por sus propios intereses de liberación. El sabio Liberto, estoico y vital según convenga, con sus amos y sus súbditos, sus amigos y sus amantes de ocasión, el sexo como conocimiento y atadura.
La ambición de Alberto Omar le ha permitido ensamblar con habilidad y certeza esta novela, en la que –como no podía ser menos– hay todo un viaje de iniciación. La relación tan especial entre Liberto y Hernando nos entrega las mejores páginas, hay sutileza en los diálogos y las andanzas del esclavo y su propietario, más tarde fraternal compañero de andanzas. Al final, la moraleja viene dada por la presencia de un animal simbólico, la tortuga, traída del Caribe; la tortuga, que se mueve despacio captando con perspicacia cuanto sucede a su alrededor.

Dicho con palabras del propio autor, “observarás que "renuncié" a propósito de prácticamente todos mis juegos estructurales y "vanguardistas" que me eran tan caros, para hacerme más llano y directo, creando un narrador que transformara lo lejano en el tiempo en algo más cercano para el lector, más humano y de nuestro siglo. No quería "violentar" la lectura y preferí escoger una voz más directa y humanizada, que no se detuviera en el dolor de vivir sino en la posibilidad que el ejercicio del existir le brindaba (aunque esa vida se le desarrollaba en el tormento de la esclavitud). Dos cosas me llamaban la atención cuando me decidí a escribirla: ¿cómo es posible que en el Antiguo Régimen fuera el entorno social tan tirano con la mujer, la niñez, y con los tenidos por pobres y no letrados?, ¿y cómo es posible que un ser pudiera esclavizar a otro, comprarlo, venderlo, y seguir viviendo tan campante, asistiendo a misa, etc.? Me preguntaba, entonces, si es que nuestra sociedad seguía repitiendo los mismos juegos sociales (con sustanciales diferencias, aunque obvias por los avances y revoluciones habidas), pero sin asumirlos como herencia de nuestros antepasados, y, por tanto, sin saberlos superar. Y, por otro lado, me propuse reproducir los sentidos con los que los habitantes de entonces podrían estar reconociendo su entorno.”

martes, 16 de febrero de 2016

Sampayo y el Libro Fórum de Tegueste

Dado que estamos en un país de insuficientes lectores, el libro necesita la ayuda institucional y privada para ser puesto en valor en medio de la avasallante tecnología que invita a un ocio pasivo y efímero, a no leer, a no pensar, a vivir en medio de la pasarela mediática. Los libros están casi ausentes de nuestra vida cotidiana, tanto si son impresos en papel como si son electrónicos. Las campañas de divulgación y extensión han venido fallando en los últimos tiempos, a pesar de que hay una nutrida cifra de escritores jóvenes en todas las islas. Además, vamos a conmemorar los 400 años de la muerte de Cervantes y deberíamos preguntarnos cuántos lectores ha conseguido entre nosotros la obra magna de las letras hispánicas, peor valoración saldría si comparamos la lectura de El Quijote con las del afortunado William Shakespeare, de lectura obligada en escuelas, institutos y universidades de los países anglosajones.
      Con la crisis económica la divulgación del libro, producto cultural de primer orden, se ha visto frenada en nuestro país y en las islas en particular, pero no solo el libro ha sido víctima de los ajustes y las recesiones sino que también es baja la presencia del pueblo en las actuaciones musicales, las obras de teatro, los cines, las exposiciones de arte, la lectura de prensa, la difusión del libro, etcétera. En definitiva es deficiente la demanda de productos culturales, no solo por motivos económicos sino también educativos y sociales. La lectura ha sufrido un varapalo considerable, se han cerrado numerosas librerías y las nuevas generaciones leen de otra manera. Por todo ello tienen mucho mérito las experiencias destinadas a difundir las letras canarias y José Ramón Sampayo, profesor y autor literario nacido en Artemisa, Cuba, emigrado muy joven a Galicia y establecido finalmente en Tenerife, es el animador del Libro Fórum Canario, en distintas etapas y escenarios, que se realiza inicialmente en la Biblioteca Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife y luego en Tegueste, pintoresca localidad del norte tinerfeño, con apoyo de la alcaldía y el área de cultura de este ayuntamiento conocido por su agricultura y la calidad de sus vinos. Esta iniciativa, única en Canarias en estos momentos, podría ser compartida próximamente con la Universidad de La Laguna, a través del vicerrectorado de Relaciones con la Sociedad, dirigido por el profesor palmero Francisco J. García.
     El LFC tiene como objetivo poner en valor en la sociedad a los escritores canarios vivos, naturales o residentes en el archipiélago, con obra publicada de calidad. También pretende acercar a esos escritores y su obra a los lectores, de forma que los puedan conocer de primera mano. Asimismo, pretende crear un polo de referencia reconocido y reconocible que atienda y promocione nuestra cultura literaria, y, por extensión, musical, teatral, pictórica, de redes sociales, etcétera. Esta experiencia comenzó en abril de 2013, y ha ido incorporando escritores de fuera de Tenerife, ya que los invitados fueron en este orden Víctor Álamo de la Rosa, Javier Hernández Velázquez, Damián H. Estévez, Cecilia Domínguez, Balbina Rivero, Alba S. Pérez, Carlos Santamaría, Pablo Martín Carbajal, Félix Díaz, Rosario Valcárcel y Maca Martinón. El tercer ciclo empezó en septiembre/octubre de 2015 y hasta el momento ha contado con la presencia de Francisco Concepción y Ana Joyanes, Inma Vinuesa y el autor de estas líneas, que aportó al debate su novela Las espiritistas de Telde en su octava edición (Cam-PDS), con presencia de la concejala de Cultura, Giovana del Castillo. Además, se celebró una semana de encuentros en Ámbito Cultural de El Corte Inglés que trataron sobre la magia y el misterio en Canarias, y hubo una caminata por lugares con leyendas de Tegueste, que concluyó en una de las numerosas y buenas bodegas de la zona.
     Los proyectos inmediatos se centran en una nueva sesión el miércoles 6 de abril con el escritor Alberto Omar y su novela La sombra de la tortuga, publicada en NACE. Será acompañado por el pianista Fabián P. de Ayube. Las siguientes sesiones, con una periodicidad bimensual, podrán acercar la obra de Elena Villamandos, Isabel Medina, Pilita Escalona, etc.
     El activo J. R. Sampayo Rodríguez estudió Magisterio en Santiago de Compostela y se trasladó en 1975 a Barcelona, donde vivió muchos años. Allí estudió Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona y trabajó como maestro y profesor de lengua y literatura española en diversos institutos. En 1986 publicó un curioso ensayo, Rasgos erasmistas de La locura del Licenciado Vidriera en la colección Problemata Semiótica de la prestigiosa editorial alemana Reichenberger de Kassel. Viajó por numerosos países y volvió a Cuba, hasta que en 2007 se establece en Tenerife, trabaja como profesor en el IES de Tegueste y recupera su investigación sobre lo real maravilloso de Alejo Carpentier, dándole formato de tesis doctoral, codirigida por los catedráticos Josep Mª Balcells de la Universidad de León y Juan Manuel García Ramos, de La Laguna. Es en uno de sus viajes a León cuando escribe su primera novela de viaje, Cuaderno Feriado, en Baile del Sol. En estos últimos años publica, asimismo, un estudio minucioso sobre la novela Terramores, de  Víctor Álamo, en los Cuadernos del Ateneo. Fue director del Libro Fórum de la Biblioteca Municipal Central de Santa Cruz de Tenerife entre 2009 y 2010, con Elsa López y Cecilia Domínguez entre sus invitados. Recientemente se jubila y pone en marcha la nueva etapa del Libro Fórum en Tegueste, con el apoyo de la alcaldía y del Área de Cultura del ayuntamiento.
      Con respecto a la colaboración con la universidad lagunera, hemos de señalar que ya ha existido esta vía de trabajo pues a finales de enero se celebró en Ámbito Cultural de la capital tinerfeña la semana titulada Espiritismo, magia, superstición y ficción en Canarias, a partir de la novela Las espiritistas de Telde. Hubo en las distintas mesas redondas celebradas participación de profesores y expertos de la universidad lagunera, con una buena participación del público. La Casa del Prebendado Pacheco, en el centro histórico de Tegueste, es también un escenario importante en estas actividades, junto con el Teatro de la localidad.
      Esta notable iniciativa podría extenderse en el futuro a otras islas, pues el profesor Sampayo piensa realizar alguna sesión en Gran Canaria y la isla de La Palma, para ir extendiendo el ámbito de actuación de su labor divulgadora. 

Ilustraciones: José R. Sampayo, y con el alcalde y la concejala de Cultura de Tegueste, a propósito de la sesión sobre "Las espiritistas de Telde"

domingo, 7 de febrero de 2016

La Palma, Lanzarote y El Hierro, los carnavales más originales

La fiesta más popular de Canarias saca a la calle una programación intensa y variada en cada una de las islas. No es lo mismo el carnaval en Lanzarote que en El Hierro, ni nadie puede superar el esplendor de Santa Cruz de Tenerife, su tradición, su variedad, el colorido y el nivel espectacular de sus números, el vigor de su fiesta callejera, mientras que el carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, más reciente, destaca por sus drag queens. Uno de los carnavales más originales es el de Arrecife de Lanzarote, cuyo origen se desconoce, aunque algunos estiman que comenzó con los primeros conquistadores en el Siglo XV. Siendo Lanzarote la primera isla conquistada, existe la creencia de que se trata de los carnavales más antiguos del archipiélago. Dice la tradición que antaño se salía disfrazado con la cara tiznada con un corcho quemado.
La tradicional Parranda marinera de Los Buches fue recuperada en 1963 por un grupo de amigos, y actualmente se conoce como La Parranda Los Buches. Se trata de una cuadrilla compuesta por músicos que interpretan antiguas canciones marineras y los portadores de buches (vejigas de grandes peces curtidas e infladas), con los que se golpea a la gente. Llevan un peculiar atuendo, con cintas de colores y máscaras. Suelen abrir el coso de Arrecife y una estrofa popular muy cantada en el folclore de Lanzarote apunta que "Desde que llega febrero, los marinos van llegando/ y para los carnavales, los buches se van inflando", en referencia a la participación de las gentes del mar y sus "buches" en los carnavales.
En El Hierro hay otro carnaval singular: la fiesta de los Carneros. También es conocida dicha tradición como los Carneros de Tigaday, por ser precisamente el centro de la población de Frontera (Tigaday), donde se celebra. Los Carneros es una tradición que tras la guerra civil estuvo a punto de perderse y quedar en el olvido, pero gracias a un ciudadano de Frontera, Benito Padrón, no llegó a hacerlo. Aún hoy, se conserva el legado que él dejó, pues con casi 90 años, supervisaba y ayudaba a los jóvenes en la colocación de sus peculiares vestimentas. Los jóvenes se atavían con las pieles de los carneros, resecas y de fuerte olor, obtenidas meses e incluso años atrás, que este singular señor guardaba en su bodega, y que cada año por Don Carnal, se desempolvan para deleitar a quienes se atreven a desafiarlos, pues se dedican a correr tras los más pequeños y no tan pequeños, para asustarlos y embadurnarlos de tinte negro. También forma parte del espectáculo la figura que llaman El Loco, un pastor que bajo una careta ayuda a los carneros a sembrar el pánico embistiendo a los presentes.
Otro carnaval de fuerte personalidad es el de Santa Cruz de La Palma, el carnaval de los Indianos, que rememora la intensa emigración La Palma-Cuba y también llega a su medio siglo. Este lunes 8 de febrero es la señal más universal de la isla junto con la Danza de los Enanos. En la mañana de ese día en el atrio del ayuntamiento dos viejos conocidos han actuado de embajadores plenipotenciarios en la Parodia del Recibimiento para recibir a las excelsas dignidades que acuden a la Calle Real. Son una pareja de animadores excepcionales: Pilar Rey y Antonio Abdo, que forman parte de la gran tradición de los polvos talcos y que han dinamizado la vida teatral y cultural de la isla durante décadas.
Actriz y coreógrafa, pero por encima de todo mujer vital, repleta siempre de alegría. Alegría con la cual ha podido sobrepasar sinsabores y graves problemas de salud, Pilar Rey ejemplifica y protagoniza el mundillo teatral, del que no puede renunciar ni un momento. Y es que el día de los Indianos es, como señala su marido Antonio Abdo, una farsa ejemplar y una catarsis que mueve multitudes en las apretadas calles de la capital palmera. Los Indianos son un ritual y una pieza de teatro en la cual cada participante representa su propio papel en la alegre ceremonia de La Espera, pues mientras la Plaza de España acoge la presencia de la señora cónsul de Cuba en Canarias, y se cambia temporalmente su nombre por el de Plaza de La Habana, la fiesta se desata en todo su esplendor.
Hay muchos partidarios de La Espera, esos instantes previos a la llegada de la ejemplar Negra Tomasa, que sucede a una hora difícil de determinar, cuando ya el pueblo llano ha ingerido unos cuantos mojitos y unos cuantos cubatas. Por eso aunque llueva o esté nublado la mañana de los Indianos es una mañana hermosa, lúdica, llena de color y de alegría. Y por eso cuando se presenta la Negra Tomasa la multitud estalla de gozo, pues es el pistoletazo de salida.
Dos palabras más sobre Pilar Rey y Antonio Abdo. Hace 34 años, en 1981, ambos fundaron la Escuela Municipal de Teatro, con la cual ambos animaron una nueva etapa en la cultura insular, precisamente en la etapa de un buen alcalde, Antonio Sanjuán, un hombre de la izquierda. Enseñantes de lujo, encaminaron a varias generaciones de palmeros hacia el amor a la escena. No en vano Pilar Rey, un espíritu libre y juguetón, ha aprendido de los mejores directores, actores, dramaturgos y escritores teatrales. Y Antonio Abdo, locutor de radio como ella, poeta, director y actor, ha compartido con ella las horas emocionantes de La Espera, el esplendor del pórtico de una fiesta con la cual la capital respira de gozo. Y su inseparable Antonio Abdo, septuagenario vitalista, con quien ha compartido actuaciones, lecturas y espectáculos dentro y fuera de España. Una pareja única.

Por tercer año consecutivo se anuncia la presencia del máximo representante de la República de Cuba en Canarias. Ulises Barquín Castillo asistirá a la jornada grande del Carnaval palmero, donde podrá conocer de primera mano la singularidad de una fiesta tan enraizada con el país caribeño. De este modo se legitima el origen de los Indianos, y se homenajea la intensa emigración de La Palma a Cuba hasta la guerra civil. Una gran fiesta dedicada a las raíces, el folclore, el tabaco y el ron, la gastronomía, el punto cubano, los usos que Cuba nos regaló. 
(Ilustración: Antonio Abdo y Pilar Rey, en los Indianos)

jueves, 4 de febrero de 2016

El desastre climático


Hoy ya casi nadie es capaz de negarlo, pero en su día políticos como George Bush, Aznar o Rajoy dijeron que el cambio climático era un invento de algunos empeñados en arruinar el furor del capitalismo, depredador de recursos y muy contaminante. Pero ahora que hemos perdido el invierno, ahora que la lluvia ya nos visita, ahora que el nivel del mar comienza a crecer por el deshielo ya las opiniones son casi unánimes. Hasta el papa Francisco y el secretario general de la ONU ponen el acento en este difícil tema para la humanidad, pero lo cierto es que no hacemos lo suficiente. El 2015 ha sido el año más caluroso jamás registrado, lo ha confirmado hasta la NASA. Aquí en Canarias, donde dependemos tanto del turismo, dentro de cuatro o cinco décadas la subida del nivel del Atlántico podría arruinar playas y poblaciones cercanas al agua. El clima se está volviendo tropical, las lluvias son esporádicas y generan daños como el pasado octubre, incluso vienen tormentas de verano con aparato eléctrico que dañan los cultivos.

¿Cuál será nuestro futuro? Para Canarias, como para todo el planeta, el cambio climático será inexorable. Poblaciones costeras como la ciudad de Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Arrecife, Santa Cruz de La Palma, etc. podrán padecer grandes dificultades en la medida en que algunas zonas podrían quedar anegadas. Los expertos hablan de la fusión de los glaciares, la subida del nivel del mar, el ahogamiento de las pequeñas islas oceánicas, la muerte de los arrecifes de coral, el incremento de tormentas e inundaciones. La grave sequía introduce de lleno el problema de administrar el agua potable, recurso cada vez más escaso mientras la población mundial sigue su loca carrera. Muchos países intentan reducir los gases de efecto invernadero, pero otros se niegan a cumplir su parte. Putin ha dicho que el temor occidental al cambio climático es mentira y está pensado para frenar el desarrollo industrial de países como Rusia, India, China o Brasil. Estima que las temperaturas más cálidas permitirán a los rusos gastar menos en abrigos de piel mientras que cosecharán más trigo.

Sabemos que los periodos de sequía son frecuentes. Fuerteventura fue el granero del archipiélago y hoy es un territorio árido. Ahora mismo las presas de Gran Canaria están vacías porque hace muchos años que casi no llueve en las medianías y en zonas de agricultura intensiva como la isla de La Palma el problema es serio, este invierno tan seco reducirá la producción de papas, disminuirá el rendimiento de la viña, hará que falten productos en los mercados con la consiguiente subida de precios. En Gran Canaria se aprecia que en los últimos años las lluvias se han desplazado desde Telde hacia el sur, y raramente llueve en el casquete central, donde están las presas. La falta de agua ha vuelto a disparar las alarmas en el sector primario, especialmente en el Valle de Aridane, donde la situación está volviendo a ser crítica, según confirmó el presidente de la Asociación Palmera de Agricultores y Ganaderos (ASPA), Miguel Martín. El que se estén registrando en esta época temperaturas equivalentes a las del verano, sin que se produzcan precipitaciones, está obligando a regar y perjudicando el cultivo de cereales y forrajes. Esta sequía supone gran daño para los ganaderos, dado que al carecer de forrajes locales, tienen que comprarlos en el mercado, lo que eleva el coste de la producción. Una de las claves del éxito del consumo del queso palmero es que ha conseguido estabilidad de su precio en el mercado, que se podría ver perjudicado por situaciones de esta naturaleza. Los gastos imprevistos pueden arruinar muchas explotaciones ganaderas porque su actividad dejaría de ser rentable, y las previsiones apuntan a que la falta de lluvia se prolongará en todo lo que resta del 2016. Esta sequía perjudicará también al sector platanero, dado que las altas temperaturas pueden propiciar que se adelante la fruta y saturen el mercado, generando la caída de los precios. Una sequía similar se vivió hace 5 años, entre 2011 y 2012, donde hubo unos 18 meses sin lluvias. Meses en los que las precipitaciones fueron escasas y en una sociedad cada vez más laica ya no se convocan las antiguas rogativas en las iglesias, con invocaciones a los santos para que volviera el aguacero. Sin embargo, el arzobispo de Barcelona ha pedido a sus sacerdotes que recen para que llueva. Los habitantes prehispánicos también realizaban rituales para favorecer la lluvia, como muestra la fiesta de La Rama en Agaete.

Durante la última gran sequía, en el interior de la Caldera de Taburiente laderas de amagantes, codesos, tagasastes y pinos aislados se perdieron por falta de agua. Incluso en las cumbres donde había fuentes, la faya y el brezo se fueron secando, hasta desaparecer. La media de lluvias en la zona superaba los 800 litros por metro cuadrado al año y se ha reducido de modo considerable. Este invierno apenas han caído 200 litros en el parque nacional. La falta de lluvias en la comarca oeste de La Palma no solo está afectando a la vegetación que bordea el parque así como la que se encuentra en el interior de la Caldera, sino que además está preocupando de especial manera al sector primario, especialmente en el Valle de Aridane.

La reciente conferencia de París ha puesto en relieve una vez más la división entre los países ricos y los que están en vía de desarrollo, que reclaman el derecho a contaminar para crecer, como hizo Occidente durante décadas. En los Estados Unidos, la presión de la industria petrolera en las políticas climáticas es enorme. China produce el 25% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y no quiere renunciar a su gran consumo de carbón. India tiene 300 millones de personas que viven sin electricidad, por tanto los objetivos ambientales están subordinados al desarrollo. En Japón, el quinto mayor emisor de gases de efecto invernadero, el desastre de Fukushima ha obligado a revaluar su estrategia energética y ha revivido el uso del carbón, muy contaminante. ¿Dejaremos a nuestros nietos un planeta habitable o un planeta en ruinas del que tendrán que salir huyendo en busca de otro hogar?
 
(Ilustración: presa casi vacía en Gran Canaria, tomado de www.infosureste.com)

lunes, 1 de febrero de 2016

Luis Natera y la poesía en la sociedad efímera


Se reedita El lino de los sueños y volvemos al mundo de claustrofobias y angustias de Alonso Quesada, aquel empleado de los ingleses a quien en plan de burla llamaban Lord Byron. Definidor esencial del sentimiento de aislamiento tuvo una vida muy difícil, la enfermedad lo marcó muy de cerca, la humildad de su casa, la pobreza y la indefensión, la compañía de las mujeres que vivían en su modesta casa y a las que hubo de mantener. Un hombre del teatro y un cronista de la ciudad y de la noche que murió joven, igual que Tomás Morales. Pero en sus libros quedó la esencia de su pensamiento, su búsqueda de la belleza en una secuencia temporal poco grata, aquella isla casi incomunicada, lejana, casi abandonada de la Corte, isla de poca instrucción y de diferencias sociales que forzaban a la intensa emigración americana, en la que los escritores se consolaban mutuamente publicando su obra en los periódicos, recitando sus poemas en el Huerto de las Flores de Agaete, allí Saulo Torón, Alonso, Tomás y quienes quisieran escucharlos. ¿Tienen algún cometido ahora los poetas en medio de esta sociedad vertiginosa que tanto cultiva las emociones efímeras, la pasarela exhibicionista, el guasapeo y el griterío de las tertulias televisivas en la que nadie parece escuchar a nadie? Obviamente la poesía no está de moda, pero cada vez hay más poetas que publican sus libros, poetas primerizos o veteranos que se manifiestan en libros mejores o peores pero que todos juntos tratan de mantener la gran tradición de la lírica insular, que viene de mediados del siglo XV con aquellas Endechas a la muerte de Guillén Peraza y que es expresión del inconsciente colectivo.

Hemos conmemorado hace días una Semana Nateraria dedicada a la memoria de Luis Natera, el catedrático de Francés, el poeta doliente y silencioso que se fue de madrugada una noche de enero en el monasterio benedictino de Santa Brígida. Su gran amigo, el inquieto y perseverante poeta Adolfo García, convocó a 108 autores en el teatro Hespérides de Guía para un recital poético de hora y media, en el que intervinieron escritores de diversas islas, la Península y América Latina, unos presentes y los otros interviniendo a través de grabaciones y vídeos con su propia voz. Si la gente de la calle no acude de manera suficiente para el año que viene hay que sacar la poesía a las calles de los pueblos, nos dijo el organizador de esa apretada semana de homenajes al poeta. Si estamos en medio de la amnesia y del espectáculo saltarín, conviene reivindicar la voz seria que habla del paisaje del Atlántico en el que nos sumergimos cada día, del alma confundida, del progreso de la tecnología, del cambio climático, del retroceso del humanismo, de tantas cosas que gozamos y padecemos en estos años. Es lo que hacía Natera, porque él fue el observador del mar y los naufragios, del amor, de la reflexión, de la lectura de los grandes clásicos, de la mística, del elogio a la familia, del amor a la esposa y del cariño protector a los hijos. “El naufragio es la base de mi última poesía, pero no un naufragio meramente físico, sino un naufragio del espíritu, del hombre que pasa por la Vida y que aspira llegar a puerto como el barco, tocar una isla o, por lo menos sobrevivir.”

En su libro Canario Cántico nos iba dejando su testamento literario. Era un homenaje al sentimiento de la isla, al lirismo contenido en las cumbres y los precipicios de nuestro pequeño territorio, una mirada melancólica sobre lugares y emociones, sobre “los inasibles hilos” de su proyecto de epitafio. Natera, hombre sustancial, era un hombre discreto y silencioso. Con su tono profundo de recitador nos emocionaba. Así en el poema titulado Telde leemos: “Hay cuatro puertas abiertas / para entrar / y una acequia de plata / reluciente / No sé de qué estrecheces / se quejaban / los que embarcaron / en el mar tenebroso / si aquí todo es abierto: / desde la araucaria grande / del patio de las monjas / hasta el sol de agosto / sobre la alameda. / No sé quién desconoce / los vigilantes ojos de tu puente, / la mar pequeña / que juega / en tus orillas / o las cuatro esquinas / que frecuentaron los poetas.” El poeta vivió muchos años en la ciudad sureña, compartía la espuma blanca en la playa de Salinetas: “Esta playa posee mi propia luna, / cada ola es mi vida y cada tarde / cobijo de mi piel y mi fortuna.” Con su predisposición a apoyar a quien hiciera falta, lejos de los focos y los protagonismos, era un hombre bueno. Con él apreciamos los microcosmos, las maguas sutiles, los mestizajes emocionales. Gloria, la esposa que vino de Castilla y amó la tierra canaria, los hijos, en especial su hijo más necesitado de afecto. Y la idea de la trascendencia, la búsqueda de Dios. Estos son algunos de los ejes de su pensamiento, en el cual atisbamos la idea de la muerte como naufragio definitivo, y a través de ese naufragio contemplamos también el camino de una poesía intimista, clásica y ensimismada, glosario de emociones elementales.

La señora alcaldesa de Madrid tiene unas ideas a veces curiosas y a veces lamentables, expresión de la burocracia y el sinsentido. Quizá el asamblearismo de las nuevas formaciones políticas sea manifestación rudimentaria de la democracia, el querer romper con todo sin atisbar alguna verdad profunda que hay más allá de las apariencias. ¿Cómo explicar que le hayan quitado la calle a Salvador Dalí simplemente porque era simpatizante del franquismo? ¿Cómo se justifica la consulta popular que la señora Carmena pone en marcha para que el vecindario decida si se quita o se traslada el monumento al Quijote en la Plaza de España, uno de los iconos de la Villa y Corte, y cómo entender también la consulta sobre su deseo de soterrar la Gran Vía de la capital, con todo el esfuerzo que requirió el trazado de esa arteria, la destrucción de antiguas calles y edificios desde comienzos del siglo XX? Fuerte ignorancia diría el hombre de los campos, y se quedaría corto.
 
(Publicado en www.laprovincia.es y La Provincia, hoy lunes 1 febrero 2016)