lunes, 1 de febrero de 2016

Luis Natera y la poesía en la sociedad efímera


Se reedita El lino de los sueños y volvemos al mundo de claustrofobias y angustias de Alonso Quesada, aquel empleado de los ingleses a quien en plan de burla llamaban Lord Byron. Definidor esencial del sentimiento de aislamiento tuvo una vida muy difícil, la enfermedad lo marcó muy de cerca, la humildad de su casa, la pobreza y la indefensión, la compañía de las mujeres que vivían en su modesta casa y a las que hubo de mantener. Un hombre del teatro y un cronista de la ciudad y de la noche que murió joven, igual que Tomás Morales. Pero en sus libros quedó la esencia de su pensamiento, su búsqueda de la belleza en una secuencia temporal poco grata, aquella isla casi incomunicada, lejana, casi abandonada de la Corte, isla de poca instrucción y de diferencias sociales que forzaban a la intensa emigración americana, en la que los escritores se consolaban mutuamente publicando su obra en los periódicos, recitando sus poemas en el Huerto de las Flores de Agaete, allí Saulo Torón, Alonso, Tomás y quienes quisieran escucharlos. ¿Tienen algún cometido ahora los poetas en medio de esta sociedad vertiginosa que tanto cultiva las emociones efímeras, la pasarela exhibicionista, el guasapeo y el griterío de las tertulias televisivas en la que nadie parece escuchar a nadie? Obviamente la poesía no está de moda, pero cada vez hay más poetas que publican sus libros, poetas primerizos o veteranos que se manifiestan en libros mejores o peores pero que todos juntos tratan de mantener la gran tradición de la lírica insular, que viene de mediados del siglo XV con aquellas Endechas a la muerte de Guillén Peraza y que es expresión del inconsciente colectivo.

Hemos conmemorado hace días una Semana Nateraria dedicada a la memoria de Luis Natera, el catedrático de Francés, el poeta doliente y silencioso que se fue de madrugada una noche de enero en el monasterio benedictino de Santa Brígida. Su gran amigo, el inquieto y perseverante poeta Adolfo García, convocó a 108 autores en el teatro Hespérides de Guía para un recital poético de hora y media, en el que intervinieron escritores de diversas islas, la Península y América Latina, unos presentes y los otros interviniendo a través de grabaciones y vídeos con su propia voz. Si la gente de la calle no acude de manera suficiente para el año que viene hay que sacar la poesía a las calles de los pueblos, nos dijo el organizador de esa apretada semana de homenajes al poeta. Si estamos en medio de la amnesia y del espectáculo saltarín, conviene reivindicar la voz seria que habla del paisaje del Atlántico en el que nos sumergimos cada día, del alma confundida, del progreso de la tecnología, del cambio climático, del retroceso del humanismo, de tantas cosas que gozamos y padecemos en estos años. Es lo que hacía Natera, porque él fue el observador del mar y los naufragios, del amor, de la reflexión, de la lectura de los grandes clásicos, de la mística, del elogio a la familia, del amor a la esposa y del cariño protector a los hijos. “El naufragio es la base de mi última poesía, pero no un naufragio meramente físico, sino un naufragio del espíritu, del hombre que pasa por la Vida y que aspira llegar a puerto como el barco, tocar una isla o, por lo menos sobrevivir.”

En su libro Canario Cántico nos iba dejando su testamento literario. Era un homenaje al sentimiento de la isla, al lirismo contenido en las cumbres y los precipicios de nuestro pequeño territorio, una mirada melancólica sobre lugares y emociones, sobre “los inasibles hilos” de su proyecto de epitafio. Natera, hombre sustancial, era un hombre discreto y silencioso. Con su tono profundo de recitador nos emocionaba. Así en el poema titulado Telde leemos: “Hay cuatro puertas abiertas / para entrar / y una acequia de plata / reluciente / No sé de qué estrecheces / se quejaban / los que embarcaron / en el mar tenebroso / si aquí todo es abierto: / desde la araucaria grande / del patio de las monjas / hasta el sol de agosto / sobre la alameda. / No sé quién desconoce / los vigilantes ojos de tu puente, / la mar pequeña / que juega / en tus orillas / o las cuatro esquinas / que frecuentaron los poetas.” El poeta vivió muchos años en la ciudad sureña, compartía la espuma blanca en la playa de Salinetas: “Esta playa posee mi propia luna, / cada ola es mi vida y cada tarde / cobijo de mi piel y mi fortuna.” Con su predisposición a apoyar a quien hiciera falta, lejos de los focos y los protagonismos, era un hombre bueno. Con él apreciamos los microcosmos, las maguas sutiles, los mestizajes emocionales. Gloria, la esposa que vino de Castilla y amó la tierra canaria, los hijos, en especial su hijo más necesitado de afecto. Y la idea de la trascendencia, la búsqueda de Dios. Estos son algunos de los ejes de su pensamiento, en el cual atisbamos la idea de la muerte como naufragio definitivo, y a través de ese naufragio contemplamos también el camino de una poesía intimista, clásica y ensimismada, glosario de emociones elementales.

La señora alcaldesa de Madrid tiene unas ideas a veces curiosas y a veces lamentables, expresión de la burocracia y el sinsentido. Quizá el asamblearismo de las nuevas formaciones políticas sea manifestación rudimentaria de la democracia, el querer romper con todo sin atisbar alguna verdad profunda que hay más allá de las apariencias. ¿Cómo explicar que le hayan quitado la calle a Salvador Dalí simplemente porque era simpatizante del franquismo? ¿Cómo se justifica la consulta popular que la señora Carmena pone en marcha para que el vecindario decida si se quita o se traslada el monumento al Quijote en la Plaza de España, uno de los iconos de la Villa y Corte, y cómo entender también la consulta sobre su deseo de soterrar la Gran Vía de la capital, con todo el esfuerzo que requirió el trazado de esa arteria, la destrucción de antiguas calles y edificios desde comienzos del siglo XX? Fuerte ignorancia diría el hombre de los campos, y se quedaría corto.
 
(Publicado en www.laprovincia.es y La Provincia, hoy lunes 1 febrero 2016)

13 comentarios:

  1. Excelente! Me encantó este artículo cuajado de tan acertadas reflexiones. Si la gente no viene al teatro, sacamos la poesia a la calle a JUGLAR y a jugar, a airearla y que tenga la oportunidad de ser escuchada, de que su ritmica voz se quede enganchada en los dobleces del alma de quen la escuche y le recuerde que el hombre también está hecho de música y palabras, es decir de POESÍA.

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  2. Gracias, Teresa Eso mismo es lo que opina Adolfo García, el amigo fiel, el eficaz organizador de estos homenajes

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  3. Estimado Luis, la poesía no es excusa de nada ni sirve para paliar una carencia. A pesar de todo la poesía vive. Tiemblo nada más pensar el tremendo éxito que está teniendo el señor Marwan con ediciones y ventas de cien mil ejemplares. Mira en el Corte Inglés y en todas las librerías. La poesía ya está en la calle, pero la poesía necesita una tremenda reflexión para no caer en el bestsellerismo ni en los manuales de autoayuda. Hay cosas que quizás sean más importantes que la poesía como el bien común, la felicidad, el amor; pero no es esto de lo que hablo.
    Valoro la poesía de Luis Natera y el recuerdo de su persona más de lo que imaginan muchos. Precisamente por esto expreso mis opiniones anteriores sin menoscabo de tu artículo que pone a la señora Carmena como negadora de la cultura y adalid de lo folclórico, cosa de la que disiento pues nos olvidamos de la "brillantez" de los y las ilustres sustituidos.
    Desde aquí expreso al amigo Adolfo y a la comisión mi más grata enhorabuena por la organización del evento y por ese momento de humanidad que supieron transmitirnos a los participantes y a los que acudieron.
    Ah, el maestro Quesada no solo expresó su dolor y sus sentimiento, sino lo a todos nos repercute. Por algo dejó un poema truncado en Madrid y los caminos dispersos.

    Un sincero abrazo.
    Antonio.

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  4. Además, lo repito: tal vez se tenga que comenzar de nuevo por la poesía en la calle. Lo utilizó con éxito la Concejalía de Cultura de Telde, durante casi dos meses. Hay algo que no se está teniendo en cuenta, la organización de los Recitales anuales "Luis Natera" los está organizando la Nueva Asociación Canaria para la Edición (NACE), y eso no se debe pasar por alto. Gracias, Luis, por tu artículo, en el que reflejas tu conocimiento de la poesía de Natera y manifiestas tu afecto hacia él. Adolfo García.

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  5. Estimado Adolfo en la calle debió permanecer siempre la poesía. Como decía Agustín Millares: "La calle que tú me das/no será tuya ni mía./ Habrá de ser compartida./ Calle de todos será." Sin embargo, después llegó aquel y dijo "la calle es mía" y ahora pertenece a todos menos a sus dueños verdaderos. En fin, fabulista que se va volviendo uno con los años.

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  6. A veces, amigo Arroyo, la calle también está en la voz de personas como quien inició estos comentarios desde Telde, que aprovechan un huequito en una emisora local de radio para transmitir la poesía con una especial sensibilidad.Te aseguro que le temo más a los "poetas de alto copete" que a los dictadores con fusiles, porque a estos se les gana con versos, y aquellos te barren a versazo limpio pues poseen mucha "destreza" (¡qué bello es conocer el origen de las palabras!). Un abrazo. Adolfo García.

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  7. Pues a eso me refiero y no a los consejales, profesores de instituto y demás. Tienes un léxico muy sutil: "poetas de alto copete", "destreza", "sensibilidad especial" que me dejan atónito. Es que yo no veo poetas sino poesía o sensiblería (que son extremos). Poesía es trabajo de años o de toda la vida, sensiblería es un descargue necesario o superficial, pero muy poco poético. Luis Natera, por ejemplo, es un "poeta de alto copete" que despierta una sensibilidad especial, como muchos otros de nuestras islas y de más allá. Abrazo, Antonio

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  8. Atrevimiento, altanería, presuntuosidad. En ese sentido usaba lo de "alto copete", tal que ínfulas, casi. Me gusta la palabra alemana "hochnäsig" (encopetado), pero que literalmente vendría a significar "con la nariz levantisca" (presumido sin motivo). Barreto, perdona el uso de tu página para estas cuestiones menores. Lo importante fue lo de Luis Natera. Gracias de nuevo. Adolfo.

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  9. Entonces corrijo, pues el que escribe jamás ha andado en esas lides.No has respondido a lo dicho por mí. Además, no creo que nada de eso sea cuestión menor. Me parece que Luis es un defensor de la libertad de expresión y no es necesario hacer genuflexiones. Que yo disienta de un aspecto de lo dicho por él no significa que lo considere enemigo ni merma mi admiración por él. Lo mismo me pasa contigo, a no ser que tú opines lo contrario.

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  10. Opinar, lo que se dice opinar, no opino sobre eso porque a mí me suele ofender la duda, aunque no me siento en nada ofendido por ti. Un abrazo. Adolfo.

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  11. Amigos: la pipa de la paz está servida para fumarla entre todos. Lo importante es la obra y el ejemplo Natera, el ingente esfuerzo que ha hecho Adolfo García para exaltar su obra, lo importante ahora no es la señora Carmena. Aunque cada cual puede tener su opinión sobre las decisiones de la actual alcaldesa de Madrid en los asuntos que he comentado.

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  12. Lo maravilloso ha sido el esfuerzo de Adolfo García, el mérito con el que nos ha convocado, la respuesta tan generosa de tanta gente. Hay que sacar la poesía a las calles, a las plazas, a los balcones incluso porque esta sociedad en la que estamos es la sociedad del espectáculo, de la moda efímera, del guasapeo insustancial, del mensaje que se borra en cinco segundos. Y eso no queda, pero la voz honda de un poeta como Natera sí queda.

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  13. Toda la razón, Luis. Eso es lo importante y lo destacable. Y eso es lo primero que maticé. Los conceptos de poesía que tenga cada cual, también muy respetables y la autoridad (sin ser "encopetado") que pueda tener quienquiera al respecto (incluída la mía, a la cual no renuncio), sobre todas las cosas y en honor de la honestidad. Sé muy bien que tu artículo es un broche de oro a ese esfuerzo del que hablas y un abrazo a la memoria de Luis Natera.

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