miércoles, 31 de mayo de 2017

3 poemas de Félix Francisco Casanova












(Síndrome no 1)

Siempre tengo nostalgia
de lo que no he vivido,
la ventana se abre al frío
del ángel exterminador
y el año se llama invierno,
la sombra de mi cuerpo
flota como un cadáver.

25-5-74

ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME    (A María José)
 
14 diciembre 1975 (Último poema

Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock'n'roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos,
te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.

MUERTOS DE BAGATELA

Se murió en el prostíbulo
el triste empleado
de la fábrica de ataúdes.

No entendió la película,
le ganaron al póker,
y le hicieron los cuernos.

Realmente se cree
tan inferior
que tiene miedo
a que su hijo crezca.

En su primera noche de vodka
copuló con un espejo,
y en su primera mañana de muerto
se encontró demasiado cerdo
para volar.

(18-4-75)

lunes, 29 de mayo de 2017

Félix Francisco Casanova y Luis Natera: el Club de los Poetas Muertos



Félix Francisco Casanova y Luis Natera murieron antes de tiempo, el primero a los 19, cuando ni siquiera había iniciado su juventud, víctima de un escape de gas mientras se duchaba, actualmente contaría con 61 años. El segundo falleció a los 62, tras un infarto en el monasterio benedictino de Santa Brígida, Gran Canaria, cuando se hallaba en plena madurez. Son dos nombres de las letras canarias que están siendo reivindicados de manera constante, rememorando aquella película de hace unos años, podemos considerarlos miembros distinguidos del Club de los Poetas Muertos. Félix Francisco se fue de este mundo dejando atrás una impronta de genialidad, Luis Natera se marchó después de revelarnos su poesía existencial de los mares y los naufragios. A Casanova la crítica lo considera el Rimbaud y el Lautréamont español y se le asocia con Leopoldo María Panero; es añorado por su temprana muerte, pero ha sido recuperado en los últimos tiempos por los suplementos literarios y las editoriales. Nacido en Santa Cruz de La Palma en 1956 era hijo del también poeta Félix Casanova de Ayala, natural de La Gomera, y de una mujer de la capital palmera. Al instalarse en Tenerife se convirtió en un lector febril de autores tan significativos como Pessoa, Whitman, Eluard, Albert Camus, Herman  Hesse. Su afición era escuchar música, incluso fundó un grupo de rock alternativo, muy adelantado al ambiente. Félix Francisco estudiaba el tercer curso de Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna cuando falleció; en esos tres intensos años tuvo tiempo de mezclarse con la intelectualidad de la isla, como los filósofos José Luis Escohotado o Javier Muguerza, los poetas Carlos Pinto Grote o Arturo Maccanti, los escritores Agustín Díaz Pacheco o Luis Alemany.

Tuvo tiempo para dejar una obra visionaria, original y extraña, plasmada en logros de una asombrosa madurez en la poesía y la prosa experimental. Siempre tengo nostalgia / de lo que no he vivido, / la ventana se abre al frío / del ángel exterminador / y el año se llama invierno, la sombra de mi cuerpo / flota como un cadáver. A los diecisiete consiguió con El invernadero (1973) el premio de poesía Julio Tovar. A los dieciocho ganó el Pérez Armas de novela con El don de Vorace (1974), brillante parodia de El túnel, de Ernesto Sábato, que escribió en apenas 40 días cuando contaba 17 años. Un texto cargado de ensoñaciones y obsesiones, su premonición de la muerte, que es imposible no asociar a su malogrado destino. Y es que la literatura de este autor tenía misterio, musicalidad, fuerza contagiosa. En una breve nota biográfica para la contraportada del libro, se definió en estos términos: Yo soy mi propio abuelo viendo a mi infancia jugar. Cuando ganó el Pérez Armas declaró que el importe del premio lo emplearía íntegramente en comprar discos de sus grupos preferidos. Y un mes antes de su partida, obtuvo otro premio, otorgado por el periódico La Tarde al poemario Una maleta llena de hojas. Babelia, el suplemento de El País, llevó en su portada del 13 de mayo a este autor con motivo de la publicación de sus Obras Completas, 40 años después de su fallecimiento.

Por su parte, Luis Natera (1950-2013), nacido en la ciudad de Las Palmas aunque fuertemente vinculado a Telde, fue catedrático de francés y sobe todo poeta del mar, del amor, de la reflexión, y su gran amigo Adolfo García junto con Javier Cabrera, también poeta, han sido impulsores de homenajes y encuentros destinados a perpetuar su memoria. Natera, reconcentrado y místico, tenía una poesía bien elaborada, en la que solía hablar de la pérdida del espíritu en estos tiempos. Un hombre tranquilo, casi místico diríamos, que nunca estuvo en primer plano de los y sin embargo recitaba con voz firme, tenía estilo, depuración, calidad. Su mujer, también profesora, de Burgos, le enseñó Silos y otros regalos de la meseta. Natera nació en Las Palmas, 1950, pero vivió su infancia en Telde y en la playa de Salinetas pasaba mucho tiempo: Te digo que en un hoyo / cabe el mar / y que no hay paraísos / salvo tú, / playa de isla / para el niño barquero. Fue autor de libros de poemas y ensayos literarios; licenciado en Filosofía y Letras por Salamanca, fue profesor ayudante de Español en el Liceo Louis le Grand de París. Por Puerto de Silencio obtuvo el Premio del XXI Concurso de Poesía, San Lesmes, de Burgos. Posteriormente fue galardonado con el Tomás Morales de Poesía 1994, por Agrimensores de la bruma. También le fue concedido un accésit en el Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas por el poemario Las horas del Ángel. Otras de sus obras son Únicamente el Alba, Conversación con mi hijo y Memoria del dolor. Dirigió durante años la revista Cendro, era un dinamizador cultural, un hombre generoso a la hora de apoyar a los demás. Jesús Ruiz Mesa fue el último cronista del libro que escribió junto con Adolfo García.

Esta playa posee mi propia luna, / cada ola es mi vida y cada tarde / cobijo de mi piel y mi fortuna. / Y así ha de ser, sin que haga de ello alarde, / porque es para el bebé siempre la cuna / y para el hombre entero el mar que arde. Lo dijo así el poeta. La isla es un espacio cerrado que, sin embargo, se expande desde la orilla, pues el mar tiene un lado luminoso, camino que apetece recorrer, aunque también es símbolo de la pérdida. Luis Natera fue el poeta de la melancolía y de la reflexión del mar. “El naufragio es la base de mi última poesía, pero no un naufragio meramente físico, sino un naufragio del espíritu, del hombre que pasa por la Vida y que aspira a llegar a puerto como el barco, tocar una isla, o por lo menos sobrevivir”, dijo cuando se presentó Náufrago, muerto, el libro que publicó con Adolfo García. Natera nos dejó una madrugada, una muerte dulce. Con su voz honda fue poeta de los microcosmos insulares y de las maguas sutiles. La esposa, los hijos, la idea de Dios son algunos de sus ejes. La muerte como derrota a través de una voz intimista, clásica y ensimismada. El mar como regazo y como sepultura. 

sábado, 27 de mayo de 2017

Escribir es vivir, según José Luis Sampedro

Estos dos vocablos se convierten en un binomio indisoluble en la figura del gran escritor y humanista José Luis Sampedro (Barcelona, 1917-Madrid, 2013). Define su obra con la palabra “autenticidad”, término que también se le podría atribuir a su persona.
Madruga para escribir, porque es cuando las ideas le vienen, y escribe sobre una tabla apoyada en los brazos del sillón. ”La lentitud mayor sin ordenador me acerca más a mi propia obra y la hace más mía. (…) La tremenda facilidad para corregir que ofrece el ordenador destruye los pequeños defectos que son esenciales para el estilo de cada uno y que dan vida a la obra. No me interesa tanto la “perfección” que se logra a cambio.”
Escribe por una necesidad interior y eso le lleva a vivir lo que ha escrito. Nunca ha trabajado buscando fama o dinero. Y es que el éxito le llegó en los años ochenta cuando llevaba desde los cincuenta publicando. Lo que sí ha necesitado siempre es la respuesta de los lectores, ser querido. Porque ese trabajo solitario del escritor lo compara al naufrago que escribe desde una isla, y la botella que lanza al mar considera que es la novela.
 “Escribo con una pasión enorme, la pasión de expresarme. No hay trucos literarios”. Quizá así se entienda que iguale al escritor con una vaca. A todo lo visto y oído el escritor le da vueltas y vueltas igual que un rumiante.
En sus novelas el tratamiento del paisaje es fundamental, así como el título y el nombre de los personajes. Estos presentan calidad humana. Añade que construir un argumento es escoger una posibilidad entre muchas. “En síntesis, pienso que la clave de un libro es situarlo todo en su contexto”. A la hora de escribir ha partido de la premisa de reflejar sus vivencias, sus percepciones y sus sentimientos con la máxima autenticidad: “mi esencia” como escritor pienso que incluye de algún modo mis facetas como economista o como profesor universitario; facetas, por cierto, a las que he dedicado una parte importante de mi vida”. De hecho, muchos le conocieron primero por sus trabajos de economía, en los que aboga por “una economía más humana y solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos”.
La literatura es para él el camino de la vida. Ha leído mucho para documentarse; considera que leer es vivir la vida propia y la de los otros. Como escritor, persigue la emoción del lector, mucho más que la admiración. De ahí que señale las dos reglas de la escritura: primera, sentir la necesidad de escribir y segunda, creerse lo que se está escribiendo.
Confiesa que, de no haber sido escritor, habría sido músico: primero estudió violín y después se pasó al piano, inspirado por su compositor favorito, Chopin.
Fue maestro durante muchos años y su pedagogía se asentaba en dos elementos: el amor mutuo —él creía imprescindible amar a la persona que se enseña, además era correspondido por sus alumnos— y la provocación, unida a la libertad de pensamiento. “Ser escritor y enseñar ha sido la continuación de toda mi vida”. Compara la educación con un árbol. Lo mismo en la semilla como en el hombre hay unas potencialidades que mejorarán o empeorarán según las circunstancias en que se nace y se crece.
En 1990 fue elegido miembro de la Real Academia Española. La palabra puede ser un bálsamo o un veneno”. Reivindica el poder del lenguaje que le da al ser humano sus alas más poderosas. Y considera a los escritores, albañiles del lenguaje.
Siempre ha vivido fuera del poder (fue senador por designación real 1977-1979), de ahí su definición mediante la palabra chilena “afuerino”.
Gracias a su longeva vida (vivió hasta los 96 años) hemos podido disfrutar mucho de su lucidez, y en definitiva de su eterna juventud. Él la justifica porque ha sabido reírse de todo, incluido de sí mismo, y porque le resulta más agradable tener ese espíritu que le ayuda a vivir mejor. “Me he hecho a mí mismo. Y, aunque la literatura no es la única vía para ello, es la que yo he necesitado”. Está convencido de que conversar rejuvenece el espíritu.
Toda la vida ha pregonado lo mismo: la indignación ante la indiferencia; la humildad para llevarse bien con uno mismo; tener felicidad para ser capaz de darla; procurar ser siempre mejor persona, no hacer daño a nadie… Persistentemente ha mostrado ser una persona muy comprometida con la vida y con el ser humano.
(Texto referido al libro Escribir es vivir, de José Luis Sampedro, con la colaboración de Olga Lucas, Areté, 2005. Tomado de www.serescritor.com)

La Universidad de La Laguna homenajea a Amadou Ndoye, promotor del español en Senegal


Con motivo de la celebración del Día de África, la Universidad de La Laguna ha convocado este año la primera edición de un premio de relato breve dirigido a alumnado de universidades africanas. El galardón lleva el nombre del filólogo senegalés Amadou Ndoye, fecundo estudioso de la literatura canaria fallecido en 2013 y considerado por muchos como “el apóstol del español en África y el mejor amigo de Canarias”. Así lo recordó hoy el catedrático de Filología Inglesa de la ULL José Gómez Soliño en el acto de entrega de los premios, durante el cual realizó una semblanza en homenaje a Ndoye que contó con la presencia de sus familiares.
El I Premio de Relato Breve Amadou Ndoye está dotado con un primer premio de 1.000 euros y un segundo de 500. El jurado, compuesto por el propio Gómez Soliño, la profesora titular de Filología Española de la ULL Isabel Castells, el poeta Samir Delgado y el escritor africanista Pablo Martín Carbajal, decidió otorgar el galardón principal a Kaoutar Gannoun, estudiante de doctorado de la Universidad Mohamed I de Oujda (Marruecos), quien no pudo acudir al acto por coincidir la fecha con la lectura de su tesis, pero remitió un video de agradecimiento. El segundo galardón recayó en Amira Debbabi, doctoranda en la Universidad Abdelmalek Essasi de Tetuán (Marruecos), que sí pudo recoger en persona su premio.
Además de la entrega de galardones en sí, la ceremonia se abrió con un homenaje a Amadou Ndoye, durante el cual el rector de la ULL, Antonio Martinón, entregó una estatuilla de San Fernando, patrón de la institución académica, a su viuda, Aissatou Ly, su hijo, Babacar Ndoye, y su hija, Mame Fatou Ndoye, que visiblemente emocionada leyó unas palabras de agradecimiento.
El acto fue presidido por el rector y también contó con la presencia del vicerrector de Relaciones con la Sociedad, Francisco García, y el vicepresidente y consejero de Empleo, Comercio, Industria y Desarrollo Socioeconómico del Cabildo de Tenerife, Efraín Medina.
Francisco García señaló que el objetivo de este premio, que nace con vocación de continuidad, es tender puentes con África, “un continente tan cercano en lo geográfico como alejado en tantos otros ámbitos”, así como incentivar el desarrollo de la literatura en castellano y favorecer la expansión del idioma en dicho territorio. “Amadu Ndoye, cuya vida estuvo dedicada al español y vinculada a Canarias, es una figura que encajaba perfectamente con estos objetivos, por lo que darle su nombre al certamen era casi una obligación”, explicó.
El consejero insular también recordó con afecto a Ndoye, a quien tuvo ocasión de conocer personalmente: “Me resultó impactante que hubiera alguien en Senegal que supiera tanto de Canarias, cosas que ni yo conocía”, recordó. También aprovechó la ocasión para reafirmar la estrecha relación de la corporación insular con la institución académica: “Qué sería de Tenerife sin la investigación, sin los proyectos y sin el humanismo que la ULL emana hacia toda la sociedad”.

jueves, 18 de mayo de 2017

El tríptico del Juicio Final, de El Bosco

Aunque los expertos han dudado sobre si este tríptico es de la autoría de El Bosco o de los alumnos de su taller, hoy en día prevalece la opinión de que sí es obra del genial pintor de Flandes. Una vez más aparece el infierno, la pesadilla visionaria entre la realidad y los sueños. Pintado hacia 1482.

martes, 16 de mayo de 2017

Cuba: la transición improbable, la magua de los canarios y un encuentro de escritores


Volvimos a Cuba 29 años después para una visita muy intensa en la cual recorrimos 2000 kilómetros de carretera, desde La Habana a Holguín y desde Holguín a Pinar del Río, de extremo a extremo a través de las ciudades más conocidas. Cuba con sus verdes, Cuba con sus huertas y sus vegas y La Habana Vieja, una auténtica joya en restauración. Territorio fraternal donde los cubanos te consideran uno de ellos, aunque esté casi olvidado el enorme aporte de los canarios. La excusa fue un encuentro de escritores, sexta edición de La Isla en Versos, al que acudimos con ayuda del programa Canarias Crea, en el que los participantes de aquí tuvieron protagonismo, y en el que más de 50 escritores latinoamericanos y europeos hicieron sus aportaciones. Se oyó mucha música cubana, hablamos de literatura canaria y hubo versos de autores nuestros. Destacables fueron una poeta de Honduras, 21 años, y una pareja de Costa Rica.

Me gusta la calidez del idioma en los labios de aquella gente, fue estupendo escuchar los acentos de las 15 nacionalidades presentes, la cadencia del español latinoamericano, sus variantes, sus soluciones para esquivar el inglés. Además participaron una brasileña, un noruego, una suiza y un alemán. También estuvieron en el grupo el promotor de arte Diego Casimiro y la soprano Alma Andiux. Y de Cuba siempre nos interesaron tres cosas: el campo, la monumentalidad de La Habana y el estoicismo de los ciudadanos, acostumbrados a sobrevivir con ingenio más allá del injusto y prolongadísimo bloqueo norteamericano. La isla de las cien mil columnas se está rehabilitando, palacetes y casas lucen recientes fachadas, se levantan hoteles y complejos turísticos, y, como escribió Pedro Juan Gutiérrez, el de la ácida Trilogía de La Habana, la gente está dispuesta a “resolver” el día a día con mucha picaresca. No se aprecia una transición política y la económica parece seguir el modelo chino hacia el desarrollo. Sin duda admirable el trabajo que la Revolución ha hecho en educación, sanidad y vivienda, se publica una enormidad de libros y a través de la UNEAC hay movimiento cultural en todas las provincias. Pero, aparte el despegue turístico, no hay cambios: ni la embajada de EEUU en La Habana tiene embajador ni, viceversa, tampoco hay embajador cubano en Washington. Cuando a un miembro del Partido le pregunté si en el futuro podría haber otra agrupación política distinta del PCC, frunció el gesto y respondió que eso se vería, como muy pronto, en veinte años.

En La Periquera de Holguín, en un acto organizado para los descendientes de canarios, el humorista Fito se atrevió a hacer una burla divertida y brutal de las carencias, la dificultad de viajar al exterior, la dificultad de comer carne de res, la dificultad de conseguir bienes. Y es que hay dos tipos de cubanos: los que utilizan el peso convertible, equivalente al euro, y los que se manejan en pesos tradicionales, el convertible equivale a 25 pesos tradicionales. Los salarios son bajos, unos 450 pesos cubanos, es decir, unos 20 euros, pero asoma una incipiente clase media asociada a los visitantes. Los funcionarios intermedios llegan a los 60 euros mensuales, forman la nueva clase emergente quienes alquilan cuartos en sus viviendas al lado de los pésimos y caros hoteles, la gente que monta restaurantes y paladares y que cobra en divisas. Y son los chinos los que proporcionan cientos de guaguas turísticas con aire acondicionado y WC a bordo, son los chinos quienes están colaborando. Las iglesias están abiertas y ahora Navidad es festivo, hay esculturas de san Juan Pablo II en la catedral habanera y en provincias, fue el papa que instó a Cuba a abrirse al mundo, y al mundo a abrirse a Cuba.  

España mandó tres millones y medio de emigrantes desde el siglo XVIII hasta la guerra civil. La aportación canaria fue considerable, hay omnipresencia de nuestros apellidos pero no existe un monumento ni una inscripción que recuerde ese aporte, solo quedan bisnietos y tataranietos de aquellos paisanos, entre los cuales La Palma fue isla con mucha representación, y notable dedicación al tabaco. Aquellos emigrantes procuraban casarse entre ellos, deseaban mantener el blanco de la piel, muchas veces eran matrimonios concertados entre las familias. Eran agricultores, gente austera, gente seria cuya palabra equivalía a un contrato. Los descendientes sienten la magua y el abandono, tras la crisis el gobierno regional ha reducido drásticamente las ayudas. El héroe nacional es José Martí Pérez, hijo de valenciano y de tinerfeña, aunque nunca se le incluye el segundo apellido. Claro que, en cuanto de identificas, muchos te recuerdan que su abuelo era isleño, o su bisabuelo, o alguien ya lejano que apenas conocieron. La embajada española cada mañana registra colas para obtener visados y nacionalidad a través de los antepasados, la burocracia hispano-cubana conlleva dosis de ineficacia y desidia. Quizá a la Revolución le fue rentable disminuir la importancia de los aportes hispanos y en cambio potenciar los elementos afroamericanos, las religiones de los antiguos esclavos, los elementos folklóricos, la santería, las danzas rituales. Pero la décima fue de acá para allá y de allá volvió, un claro componente de ida y vuelta. Igual que fueron y volvieron la música, el azúcar, el tabaco, el son, las habaneras, el espíritu de los indianos en el carnaval de Santa Cruz de La Palma y tantas otras cosas.

Lo mejor del viaje vino al final: la Sierra del Rosario y Pinar del Río, hermoso territorio. Cuba padece una larga sequía pero se están instalando plantas desalinizadoras en los lugares turísticos y sobre todo en Santiago, la ciudad oriental. Los viejos coches norteamericanos, reparados con primor, han sido rehabilitados como taxis, pero ahora hay vehículos recién importados de Francia y de Corea, existe una cierta fiebre de la construcción, se nota que el dinero empieza a aflorar. Hacia el aeropuerto nos llevó un licenciado en veterinaria metido a taxista, 32 años, en un chirriante Ford negro de 1951; como la necesidad aprieta, nos cobró por debajo del precio habitual. Al salir de la capital nos dijo: “Eso es El Cerro, lo peor de La Habana, gente mala, delincuentes”. ¿Y eso es posible en un sistema igualitario como el que tienen ustedes?, le preguntó Rosario Valcárcel. “Tenemos un sistema igualitario entre comillas”, respondió con cierta tristeza. Debe ser que los paraísos no existen.

lunes, 15 de mayo de 2017

Manuel Almeida, Dragaria y los escritores canarios


La literatura hecha en Canarias es territorio mestizo como nuestro lenguaje, que siente la vocación caribeña. Hay dos modelos del español: el de Valladolid y el de Sevilla. Nosotros, como América, seguimos la pauta de Sevilla y tenemos la impregnación atlántica en nuestro lenguaje cotidiano, claro que no practicamos el barroquismo exaltado de los latinoamericanos, ejercemos un curioso barroquismo, por ocultación, y un sentido irónico de la vida, a la inglesa. Hay nuevos escritores y publicaciones, algo parecido surgió en los 70 cuando vino la primera generación narrativa. Hay talleres literarios de los que cada año sale una hornada de jóvenes y menos jóvenes con ilusión por publicar. Todo esto es legítimo, pues la escritura se ha democratizado. Ojalá no se sientan con prisa, la literatura no es una carrera de cien metros lisos sino que más bien es una carrera de fondo, casi una maratón. Para escribir primero hay que vivir intensamente, luego es preciso leer y rumiar las palabras, no quedarse contento, reelaborar una y otra vez.

Manuel Almeida es un todo terreno: músico, novelista, periodista, bloguero, poeta, autor de cuentos y microrrelatos, polifacético luchador de la palabra que emprende la publicación de www.dragaria.es, un periódico digital de calidad dedicado a divulgar las letras y las artes de aquí. Publicó una novela bastante digna, Tres en raya, así como un libro de microrrelatos, El líder de las alcantarillas. Atrás, en 1990 era partícipe de Nueva Semilla, un grupo que hacía música con raíces literarias, con identidad, y que versionó a poetas de la tierra. Como bloguero obtuvo seis premios internacionales, y lo que sigue pretendiendo es escribir, crear y comunicar apasionadamente. Maneja las nuevas tecnologías y tiene una virtud esencial: está dispuesto a hablar de los demás, a trabajar por difundir a los demás. Esta muestra de generosidad no es frecuente en el mundillo cultural, donde más de una vez chocan los egos, la lucha sin cuartel por ocupar un espacio. En Dragaria ha creado un buen equipo, con la inquieta Maite Martín y otros colaboradores. El producto es variado y globalizador.

Desde las Endechas a la muerte de Guillén Peraza, 1447, se ha construido un cuerpo con especificidades, que ya enumeró Valbuena Prat en los años veinte del siglo pasado. Esta latitud y este aislamiento generan una mirada distinta. Probablemente aquí la vida sea percibida desde una conciencia de desamparo, soledad y dramatismo inherentes a nuestra historia, aunque todo ello está matizado por el sentimiento irónico y el ejercicio humorístico. Nos afectan tanto la insularidad como el eclecticismo, territorio de ida y vuelta en el Atlántico, el ensimismamiento pero también el cosmopolitismo y la vocación de conectar con las vanguardias. Cairasco, Viana, Viera y Clavijo, Clavijo y Fajardo son figuras esenciales. Con el Romanticismo se exalta el pasado prehispánico, la mitología del guanche como “buen salvaje”, y nace un sentimiento nacionalista. A finales del XIX surge en Tenerife la Escuela Regionalista, fundamentalmente poética. Es el momento de trasterrados como Angel Guimerá y Pérez Galdós.

En el tránsito del XIX al XX llega la poesía; Domingo Rivero con su Oda a mi cuerpo, Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón. También hay cultivadores de la novela y el teatro desde perspectivas costumbristas (los Hermanos Millares, Angel Guerra, Leoncio Rodríguez, Benito Pérez Armas). Hacia 1920 se anuncia una nueva literatura con Gaceta de Arte, Agustín Espinosa con Crimen, el mejor narrador surrealista español, y Pedro García Cabrera en poesía, además de Gutiérrez Albelo, Pérez Minik y Eduardo Westerdahl. Para Gaceta la insularidad es un gozo y las islas un territorio que permite la observación del mundo, un lugar para absorber y digerir, y devolver la mirada. En 1947 la Antología Cercada da la voz a Lezcano, Agustín y José María Millares, Ventura Doreste, Angel Johan. La Generación del Medio Siglo ahonda en la tradición, y así llegamos a la novela. Los fetasianos son frutos del silencio y el vacío, generan una literatura casi hermética, repleta de símbolos, pues no escriben a la manera del realismo social sino que beben en los existencialistas franceses y alemanes, Kafka, Beckett, el absurdo. Luego el archipiélago cambió: desde sociedad rural a los servicios turísticos.

Las islas son un borbotón de creación en diversos campos pero el consumo de esos productos culturales es insuficiente, y la desvertebración se agrava con el intento de reinstaurar a diario el pleito insular. La literatura de aquí es comparable a la que se genera en comunidades de población similar, pero estamos lejos de los centros de poder. Desde Galdós ningún insular ha entrado en la Academia, será muy difícil que alguien lo consiga; quizá sea porque a los nuestros se les pone un techo en la Península, no se les toma demasiado en serio. A los canarios que viven en Madrid se les valora más como comunicadores que como escritores. A mí en Correos de Torrelodones cuando iba a poner una carta a veces me preguntaban ¿Las Palmas de Gran Canaria es España? Y alguien me lo resolvió cuando un financiero me explicó que Canarias no es España, Canarias es un tercer país. Es aquello de que estamos demasiado cerca para ser exóticos y demasiado lejos para que se pueda llegar en autopista. Como sociedad con identidad confusa, que pasó del neolítico al renacimiento de una tacada, ha existido y existe un cierto síndrome colonial. Perdida Cuba, perdido Puerto Rico y las Filipinas nos quedamos como el último resto del imperio, la España de ultramar en la que el gobierno central estuvo ausente largo tiempo mientras dominaban los británicos con sus bancos y sus consignatarias, ellos trajeron el plátano y el tomate, la innovación y el progreso. Recuerdo a Rafael Arozarena quien, cuando se hizo la película sobre Mararía, recibió la llamada de Alfaguara y yo le comenté: Rafael, tienes que publicar allá, para que te conozcan en Bilbao y Zaragoza. A lo que él replicó “¿Y qué diablos me importa a mí que me conozcan en Bilbao y Zaragoza? Publico solo en Tenerife.”

El avión es el invento que nos permite indagar en el mundo. Los insulares le estamos infinitamente agradecidos.
(Foto: Manuel Almeida, obtenida de www.dragaria.es)

sábado, 13 de mayo de 2017

Entrevista a Luis León Barreto en la revista Dragaria

https://dragaria.es/luis-leon-barreto-escritor-francotirador/

Este es el enlace para leer la reciente entrevista publicada en www.dragaria.es, hecha por su director, Manuel Almeida

viernes, 12 de mayo de 2017

La soledad, enfermedad de nuestro tiempo


La realidad cotidiana señala que nuestra sociedad se vuelve cada vez más competitiva e individualista y ello tiende a generar gente que vive desconectada del resto. El modelo que padecemos hace que los jóvenes difícilmente hallen trabajo digno, que la gente de mediana edad padezca depresiones cuando ha perdido su ocupación y ya no hay ofertas para su tramo de edad, y, como el modelo de familia ha cambiado, los mayores se vean encaminados a vivir al margen. La población envejece y no hay reemplazo, en España hay cuatro millones de personas que padecen la marginalidad de vivir solos porque no les queda otro remedio. En Canarias, donde en otro tiempo hubo una natalidad poderosa, siguiendo la pauta de otros lugares los jóvenes se casan tardíamente y apenas quieren tener hijos. Lejanos están aquellos tiempos de los premios de natalidad que solían beneficiar a parejas de las islas y Andalucía, en el sur de Gran Canaria había matrimonios que llegaban a tener 20 y 22 hijos con tal de conseguir el premio que brindaba el franquismo, generalmente una vivienda. Era la política natalista del antiguo régimen, qué tiempos aquellos. Luego vino un presidente llamado Rodríguez Zapatero que extendió con alegría aquello del cheque-bebé, que duró muy poquito porque la crisis ya aparecía en el horizonte y no había presupuesto suficiente.
¿Es la soledad una enfermedad social que arrecia en estos años? Todo parece indicar que sí. Las estadísticas dicen que las personas que viven al margen tienen peor salud, se incrementan las enfermedades cardiovasculares, aparece la obesidad y una menor resistencia a las infecciones. Bajan las defensas, el sistema inmunitario se debilita. La soledad hace que la autoestima baje, la persona sale menos a la calle, se autorrecluye, tiene pocas ganas de ver la vida con otra mentalidad. El consumo de sedantes y de pastillas para dormir se dispara año tras año. Los parados de larga duración y buena parte de los pensionistas padecen depresiones. Las consultas de los siquiatras y de los sicólogos se llenan de personas con problemas de difícil solución, y bien sabemos que el consumo de ansiolíticos no resuelve la cuestión.
Nuestro modelo social está expulsando no solo a los jóvenes, que apenas encuentran oportunidades, sino a la gente de mediana edad que por los reajustes pierde el trabajo y, por supuesto, a los mayores. Los lazos familiares se debilitan, el modelo tradicional se viene abajo. El desarraigo y el abandono ganan terreno. Las predicciones señalan que las nuevas generaciones no van a tener la calidad de vida que disfrutaban sus padres; los sueldos bajan, los divorcios se incrementan, las familias tienden a la desintegración. El sistema se desmorona, hoy los jóvenes conviven sin casarse o lo hacen muy tardíamente, a menudo las españolas tienen sus hijos con más de 35-40 años, si es que los tienen. El matrimonio de antes se ha ido al garete, nadie podía prever que los homosexuales y las lesbianas pudiesen casarse con todas las de la ley, y las familias monoparentales se disparan. En el franquismo no existía la posibilidad de contraer matrimonio civil, era el matrimonio ante el altar el que estaba reconocido oficialmente.
Se nos han venido encima muchas crisis juntas, dentro de un gran acelerón de acontecimientos. A pesar de la hipercomunicación, a pesar de todas las redes sociales, a pesar de los guasaps y de todas las ventajas tecnológicas, podemos sentirnos tan desarraigados como nunca antes. O quizá, incluso, más desamparados. Puedes tener cinco mil amigos en Facebook y a la hora de la verdad nadie viene en tu ayuda si entras en bajona, puedes tener amigos en Chile o Nueva Zelanda y ni siquiera conoces al vecino que vive en la puerta de al lado. Las redes sociales cumplen un doble papel: permiten a personas con dificultades sociales relacionarse mejor o mantener un vínculo, de hecho su utilización es mayor entre las personas que viven solas que las que no. Pero a la vez, y según el uso, generan una falsa sociabilidad, sobre todo entre los jóvenes, y en el momento de la verdad no ofrecen compañía. Podemos tener contactos en lugares muy lejanos, y olvidamos que lo mejor es encontrarte con personas de tu entorno. Al final lo que importa es la proximidad, hablar, conocerse de cerca, solo así surge la calidad relacional; es la gente que vive cerca de ti, a la que ves, la que te hace sentir acompañado.  
Te levantas una mañana, firmas el divorcio y los hijos y los amigos de la pareja ya no quieren saber de tu vida. No tener un papel activo aísla a quienes lo padecen, y destruye a muchas personas, el paso extremo lleva a vivir en la calle, ya sin vínculos familiares, cayendo en el alcoholismo y en otras dependencias malsanas. Las crisis afectivas son frecuentes, las circunstancias ambientales no son las más propicias. Por consiguiente la tentación del suicidio está al acecho, también en las islas se dan casos que afortunadamente ya no ejercen el efecto llamada, puesto que los medios de comunicación tienden a silenciarlos discretamente. La pérdida de la calidad de vida origina un gran  impacto en la salud. Se ha demostrado que está asociada al aumento de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, obesidad, y a una menor resistencia a infecciones.
Estudios recientes señalan que se puede estar socialmente aislado y no sufrir soledad, así como también se da el caso contrario: estar socialmente acompañado y padecerla. De hecho, casi un tercio de los españoles que viven aparte afirmaron no sentir el problema y eran incluso más sociables que las personas que viven en compañía, frente a una mayoría que aseguraba haber tenido ese sentimiento en algún momento pese a convivir con alguien. Quizá la peor soledad es la que se vive en compañía, por lo que hay que diferenciar entre los solitarios obligados y los voluntarios. Según los expertos, las personas que viven solas seguirán creciendo. Ello tiene que ver con el cambio en los estilos de vida, por ejemplo la decisión de vivir en pareja cada vez se retrasa más. Antiguamente padres e hijos moraban en la misma ciudad o pueblo y era más fácil cuidarse o vivir juntos. Ahora muchos hijos se van a vivir fuera; en definitiva imitamos el modelo norteamericano, cada cual a lo suyo.