lunes, 11 de diciembre de 2017

"Cuentos gozosos" y "Cuentos traviesos", en La Palma

Este jueves 14, a las 8 de la tarde, en el espacio La Real 21 de Los Llanos de Aridane serán presentados los libros Cuentos gozosos y Cuentos traviesos, de Rosario Valcárcel y Luis León Barreto, respectivamente, editados en un libro conjunto por Mercurio. Habrá intervenciones musicales de Carlos Catana y la pianista Margarita Galván
El martes 19 a la misma hora, será la presentación en La Cosmológica de la capital palmera, con la actuación musical de José Carlos Rodríguez.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Una Navidad más consumista y con menos religión



Si Las Palmas de Gran Canaria es la patria del consumo, a juzgar por el hecho de que proporcionalmente a su población tenemos más centros comerciales que en el resto de España, desde el Día de Acción de Gracias se nos ha metido por los ojos todo lo visualmente apetecible de la Navidad. La fiebre se adelanta. Si Canarias no es la región con mayor renta, si hay capitales con mayor recepción de turismo ¿cómo se explica la invasión de grandes superficies sobre todo en la capital grancanaria, y en menor medida en Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Telde? Toda suerte de árboles de plástico adornados con sus luces y reclamos, ofertas sospechosas en el Viernes Negro, verdaderos torrentes humanos que van hacia el espacio recién abierto, ese del que todo el mundo habla sin parar. Un marasmo de coches y de gente, atraídos por los escaparates, los últimos hallazgos de la imagen en movimiento, los reclamos de las grandes pantallas para que la gente no pare de hacerse fotos, las enormes explanadas sin árboles ni cajeros automáticos por aquello de las prisas por inaugurar. En un rincón casi escondido hay ¡oh, milagro! una tiendecita que ofrece libros y periódicos, cuando compré Patria, de Fernando Aramburu, me regalaron un bolígrafo. Tuve que felicitar al propietario del establecimiento, porque en otros centros comerciales ni siquiera puedes comprar un periódico ni mucho menos un libro. A veces me considero un alienígena fuera de los tiempos que corren.
La colonización cultural nos somete a una globalización de los hábitos y de las conductas. Cierto que en nuestra tierra todavía algunos centros nos dejan ver el clásico nacimiento con sus camellos, sus Reyes Magos, sus pastores con las ovejitas, su río, sus figuras en movimiento y el portal con el recién nacido, pero esta tendencia va a menos. ¿Quién se acuerda de lo que significa el Adviento de los católicos y el nacimiento de Jesús? No se sabe en qué mes nació Jesús y la Navidad fue establecida el 25 de enero por el emperador Constantino, porque en tal fecha se celebraba la fiesta pagana del Sol Invicto. Estas preocupaciones parecen fuera de lugar en un mundo cada vez más laico y que cada vez persigue con mayor vehemencia la satisfacción individual. La valoración religiosa que antes tenían estas fechas casi ha desaparecido en el cajón de los trastos inútiles. Al abrigo de la presunta recuperación de la economía, vuelve el frenesí de las compras, de picotear aquí y allá. Lo cierto es que estas fiestas tan tradicionales deberían ser de unión familiar, de espíritu fraternal, de paz, reposo y renovación. Pero en las cenas navideñas suele haber brotes de conflicto, de ajustes de cuentas, de acumulación de agravios de los que te acuerdas cuando ya tienes unas copas encima. El alcohol suelta la lengua y después de una buena comida y una abundante bebida, la gente se desinhibe y dice cosas que debería callar, porque a fin de cuentas todos los humanos cometemos errores, damos pie a agravios. Dicen los que saben de estas cosas que en Navidad y en las vacaciones de verano es cuando más conflictos matrimoniales se desencadenan, debe ser porque son espacios en los que los cónyuges –que apenas se ven por el ritmo de trabajo y la exigencia de la vida actual– han de verse y convivir mucho; entonces, no lo soportan.
Como siempre, en cuanto pasen estas fechas las guerras y el hambre en África van a continuar igual que siempre, pero en estos días conviene olvidar esos desastres. Tenemos que mirar con valentía y decisión el futuro, lo “nuevo”. Y hasta podemos soñar y, sobre todo, contribuir en la lucha por un mundo más bello y justo, en el que mujeres y hombres puedan vivir en paz, aprender a compartir progreso y trabajo en libertad. No podemos resignarnos a añorar tiempos pasados, que nada o muy poco nos pueden aportar. Tenemos que mirar con valentía y decisión el futuro, lo nuevo. Claro que, hoy más que nunca, en cada lugar la Navidad adquiere unas connotaciones particulares. Así en Barcelona los independentistas, con la señora Ana Colau de discreta maestra de ceremonias, han impuesto que el alumbrado de las calles sea mayoritariamente en color amarillo, como acto de protesta frente a la prisión de los líderes del interminable “procés”. En Madrid la alcaldesa Manuela Carmena  anunció el nuevo espíritu que estas fiestas conllevan en la capital: «La Navidad es una fiesta, todos sabemos de origen religioso, pero que a su vez es también una fiesta de humanidad, de solidaridad. Por eso, desde el Ayuntamiento de Madrid queremos hacer lo posible para que todo el mundo que esté en esta ciudad, sea de donde sea, pertenezca a donde pertenezca, pueda disfrutar de su fiesta.” 
Lo que está claro es que este tiempo se ha ido convirtiendo casi exclusivamente en un periodo de compras, días de euforia con estrés festivo y buenos deseos que lamentablemente caducan a poco de comenzar el mes de enero, la vuelta a la normalidad. De ser un tiempo de reflexión y elevación, estos días son del comercio navideño, fin de año y Reyes. Cultivamos con frenesí el regalo generalmente vistoso para impresionar pero que en realidad resulta poco práctico. Y al fondo los villancicos anglosajones que celebran la llegada de Santa Claus a la ciudad, el rojo y el blanco tomados de la publicidad de la bebida refrescante, los colorines de la iluminación de las calles, los paisajes nevados.  
Tampoco los belenes gozan de la presencia que merecerían. Esta tradición que llegó de Italia y se hizo tan española y casi universal viene sufriendo rebajas año tras año por parte de aquellos que pretenden celebrar estas fechas  -y desde luego aprovechar sus festivos- sin que apenas quede rastro del significado que tenía para las generaciones anteriores todo aquello de la Misa del Gallo, los villancicos en la iglesia, el frío y la lluvia del invierno. Y dentro de nada entraremos en 2018, que viene a suponer un libro en blanco, con sus promesas e ilusiones. La crisis económica va ocultándose poco a poco, aunque la pérdida de derechos ha sido lamentable. La vida, el don más hermoso que tenemos, no se nos agota en los objetos que podemos acumular. Los humanos valemos por lo que somos, y no por lo que tenemos. Así debería ser. De cualquier modo, alegría y felicidades para ustedes, lectores.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Un año de libros: María Remedios González y Carlos Bonino


Si en Canarias cada año se publican más de mil libros nuevos, en noviembre se produjo la gran explosión de presentaciones literarias. Hasta cuatro actos a la misma hora fueron convocados en las principales ciudades, sobre todo en los jueves y viernes de cada semana. Libros colectivos de denuncia, como Perdone que no me calle (Centro de la Cultura Popular Canaria), con 64 mujeres que denuncian el maltrato y la violencia de género han paseado por distintos municipios de Tenerife, La Palma y Gran Canaria. Ha habido poesía a porrillo, ensayo, cuentos, novela, libros digitales, libros en papel, porque el papel es el que en definitiva proporciona apariencia a los textos y la mayoría de quienes publican en electrónico aspiran a tenerlo también en ese formato. Sería demencial prescindir del texto en papel, y el mercado así lo determina. El problema es que quienes acudimos a las presentaciones culturales somos casi siempre los mismos, y quienes compramos libros somos también un segmento muy reducido de nuestra sociedad. Quiero detenerme en dos de esos volúmenes recientes que difícilmente aparecerán en los medios de comunicación, dos en medio de la barahúnda de publicaciones, pero sobre los que conviene pasar una mirada. Se trata de Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el archivo Familia Hernández de Lugo, de María Remedios González, (Los Llanos de Aridane, 1965) y Delito si faltas, poesía y narrativa erótica, de Carlos Bonino (La Laguna, 1980) Dos generaciones distintas, dos libros diferentes.
Ella es una mujer discreta, que prefiere pasar de puntillas, lo que podemos entender como «rata de biblioteca y de archivos», una persona empeñada en dar memoria sobre asuntos desapercibidos para la mayoría, pero que conforman un cuerpo de conocimiento. Licenciada en Geografía e Historia por La Laguna, trabaja en la Biblioteca José Pérez Vidal, que tutela el Cabildo de La Palma. Coautora de la Bibliografía de La Palma que desde 2004 viene editándose en la Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, sus investigaciones —en colaboración— se han centrado en otros catálogos referentes a la visita de Alfonso XIII a la Isla, la Semana Santa de la capital palmera, y en los repertorios sobre la producción bibliográfica emanada de José Pérez Vidal (1907-1990), así como de Luis Cobiella Cuevas (1925-2013). Además del universo del libro y las bibliotecas, sus trabajos —en coautoría— se han ocupado también de la historia de la fotografía en La Palma, con un estudio sobre el estado de la cuestión, y otros sobre algunos de sus artífices: Rosendo Cutillas Hernández (1852–1930) y Roberto Rodríguez Castillo (1932-2016). Asimismo es responsable de la edición de Escritos periodísticos, selección de trabajos en prensa de Pedro Hernández y Hernández (1910-2001), y de Folk-lore palmero: un opúsculo para las Fiestas Lustrales del año 45 en el Archivo Familia Hernández de Lugo, monografía que rescata la figura de Félix Idoipe Gracia, maestro de Huesca con plaza en Tazacorte, quien ejerció una notable actividad.
Ella ha rastreado en el Archivo de la Familia Hernández de Lugo como fuente de consulta para sus investigaciones. El archivo familiar —que guarda su hijo Gerardo— resulta de interés y así lo ha entendido Meme quien, de nuevo, ha acudido a esta documentación en sus dos últimos estudios: Correspondencia entre Pedro Hernández y Hernández y Félix Duarte Pérez en el Archivo Familia Hernández de Lugo y Datos genealógicos sobre Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864). El primero, Editorial Círculo Rojo, da  a conocer la relación epistolar entre dos figuras del periodismo y la poesía, cronistas de su época, historiadores de la patria chica. Hace unas décadas, cuando las relaciones humanas dependían de escribir cartas, dentro de la misma Isla, dos intelectuales sustentaron su amistad mediante la comunicación postal. Asimismo, el segundo trabajo acude también al epistolario privado de Hernández y Hernández; la correspondencia cruzada con Pérez Vidal —auxiliado por Cayetano Gómez Felipe (1902-1978)—, revela el empeño por colaborar en los estudios sobre el economista y educador Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864).

A Carlos Bonino lo conocimos en un encuentro literario en Valsequillo, dentro de la Feria del Libro y la Lectura convocada por el Cabildo. En sábado de lluvia y tiempo fresco, su disertación se titulaba Cunnilingus: la literatura a través de los cuerpos. Junto a la carpa había un partido del Real Madrid y el estruendo de los pelotazos de los niños pero fue una charla juguetona, lúdica, en la que habló de la omnipresencia del sexo a través de los mensajes de la publicidad, asimismo homenajeó a los autores de referencia a la vez que pasaba revista a los tabúes y censuras que todavía persisten sobre el sexo. A sus 37, es uno de esos autores que lanzan su primer libro con ilusión y determinación, un lenguaje coloquial y urgente, a veces de realismo sucio, que prescinde de elaboraciones literarias de alta elaboración para contar historias de hombres y mujeres, encuentros y desencuentros, deseos y rupturas, masturbaciones, deseos y anhelos de comunicarse para romper las soledades a las que, como humanos, nos han condenados algunos dioses malévolos. De este modo su obra Delito si faltas (Gami Editorial) nos trae una prosa fresca, espontánea, liviana en la que entran los estados de felicidad y de melancolía que generan las relaciones. El deseo vehemente, la pequeña muerte del orgasmo, las referencias a Anaïs Nim, Nabokov, Henry Miller, D.H. Lawrence, Durrell, el Marqués de Sade y tantos otros analistas de lo genital, están en el trasfondo de este libro que es como un estallido de los deseos, las soledades, los corazones rotos y recompuestos para desear de nuevo.

“He dejado ya de poder verte: a contraluz, bañada en ámbar, el pelo recogido, una taza en la mano, tan empeñada en volverte recuerdo. Tu sexo todavía es una flor caliente, un animal oscuro, la única forma de esquivar el dolor de las cosas del mundo: para mí un par de manos blandas, pálidas, que salvan, que sanan, y tú detrás de todo, como una luz que aguarda. Pero moribunda…”, página 177. Las nuevas generaciones vienen desinhibidas en los temas sexuales, pero en el fondo siempre persiste el problema esencial: la comunicación, el deseo de trascendencia, el compartir la afectividad. Bonino recoge de los maestros el tono existencial que late por debajo, esa pequeña felicidad y esa pequeña tristeza, la fugacidad de los contactos, lo efímero del placer, la angustia y la desazón, el deseo renovado.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Hacia el fin del delirio, quién sabe


¿Será posible cambiar las alertas informativas sobre el tiempo en Canarias? Parece que se produce un exceso de tanta alarma roja, naranja y amarilla, para que luego caigan cuatro gotas. Reconociendo de antemano que no debe ser fácil hacer predicciones sobre unas islas situadas en medio del océano, sí que deberíamos emprender una colecta para que instalen mejor tecnología: satélites más precisos, radares, personal especializado. Y en estos días en que el cambio climático, la sequía y el calor juegan con nuestra paciencia hay quienes desean ahondar la trinchera. Este rescoldo de las dos Españas debería ser calmado a través de las urnas, pero quién sabe. Pues el señor Puigdemont afirma que habrá que hacer un referéndum en Cataluña para salirse de la Unión Europea, ya que tiene previsto ingresar en la confederación de Tayikistán, Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistán.  Países con los cuales –pese a que son de fe musulmana– ya ha firmado pactos preferentes para la exportación de cava, butifarras, jamón del Ampurdán, manitas de cerdo bien gelatinosas y otras delicias de su rica gastronomía. El huido ve la Unión Europea como un club de países decadentes, que no acepta su República y por ello anima a votar la salida. Pero el dislate va de largo, y, a fuerza de repetir una mentira mil veces, acaba convirtiéndose en verdad.
Tengo un amigo canario instalado en Barcelona desde hace mucho tiempo, lo más curioso es que hace años el hombre protestaba por el hecho de que toda la enseñanza pública sea en catalán y por eso apuntó a sus hijos en centros privados; férreo antinacionalista, hablaba de los excesos de la Generalitat. Pero, oh milagro, tras la insistencia y reiteración del delirio ahora lo veo convertido al independentismo más cerril. La señora Marta Rovira, papisa del proceso, ha incidido en la misma línea de su jefe Puigdemont y asegura que habría que a lo mejor habría que hacer el referéndum para salir de la UE, ya que ni siquiera Malta se ha adherido a la causa. Claro que, al día siguiente, son capaces de decir lo contrario: que el catalanismo siempre fue europeísta. Estos chicos necesitan psicoterapia, y una dosis de autocrítica. Puestos a inventar fórmulas para el futuro, los patriotas ya no saben qué hacer ni qué decir. Y en la integración y la supresión del odio se encuentran dos mujeres que no tienen inconveniente en ser catalanas y españolas: Rosa María Sardá e Isabel Coixet.

Para no hablar de política propongo hablar de cine, dos películas de estos días: La librería, de Coixet, y El autor, de Martín Cuenca. En un momento en que el consumo de productos culturales se ve en dificultad, la defensa del libro genera documentos de valor. Hace poco se proyectó El editor de libros, y ahora llega La librería; son dos películas dignas de verse,  aunque ambas puedan aparentar un tanto amaneradas. Coixet sigue haciendo un cine valioso, no en vano esta realizadora de 57 años mantiene originalidad y destreza. Quizá en La Librería haya acentuado el ritmo lento de la historia, quizá le sobren unos cuantos minutos de metraje, pero sí sabe hacer una adaptación sutil de la novela en la que se inspira. Una película rodada en un pueblecito costero en el que se cumple el viejo dicho de que pueblo chico, infierno grande, y frente a él aparece esa mujer llena de coraje y dispuesta a luchar contra los prejuicios de quienes desean que todo siga igual en aquellos años 50. Importante el papel rompedor de libros que la librera ofrece como Lolita, de Nabokov, y Farenheit 451, de Ray Bradbury, que imagina un universo sin libros, sometido al pensamiento único.
Con esta cinta, Coixet vuelve a su cine más personal y más sincero, el que pudimos disfrutar tiempo atrás. Narra con sencillez esta historia, donde los sentimientos, las sensaciones y el paisaje son elementos centrales. Y aflora una historia que parece antigua pero que sigue hablando de la discriminación de la mujer. Los ricos con su poder y su falta de escrúpulos; los pobres con las limitaciones que marcan los poderosos; la amistad y ese amor imposible con el hombre mayor, que no llega a cristalizar. Todo esto se halla marcado por el coraje de una persona con las ideas claras y con la fuerza necesaria para lidiar con la adversidad. Esta directora se ha manifestado más de una vez en contra de la alucinación –que no cesará mientras no se cambie al director de TV3 y se intervenga en los programas docentes encaminados al adoctrinamiento– defiende una vez más el mundo de la mujer, y lo hace con un retrato psicológico de la protagonista, una mujer introvertida pero valiente que se enfrenta a las estructuras siendo fiel a sí misma, desafiando la condena de los que gobiernan la tribu, sabiendo de antemano que puede perder la partida. Hemos de mencionar también el ejemplo ético de la actriz Rosa María Sardá, que, ante el rumbo de los acontecimientos renunció a la distinción que le había otorgado la Generalitat, la gran Cruz de Sant Jordi, justificando su acción en el rumbo actual de los acontecimientos. Fue precisamente Isabel Coixet quien comunicó el hecho en un artículo de El País; la distinción fue devuelta el 24 de julio porque “dadas las circunstancias” la actriz no se considera merecedora del premio. Precisamente en la película 8 apellidos catalanes, la Sardá hacía de madre entusiásticamente independentista, aunque la secuencia era una farsa, un esperpento total.

Los cinéfilos estamos de enhorabuena, pues en la recta que hay desde ahora hasta febrero-marzo vienen las mejores películas del año. Y también hay que recomendar una cinta española, El autor, del director Manuel Martín Cuenca, inteligente, bien construida, que probablemente saldrá bien parada en los premios Goya. Basada en una novela de Javier Cercas, su propuesta es intensa y convincente, hace olvidar la general falta de talento del cine nacional. Los vericuetos de la historia son interesantes, recuerda un poco el suspense psicológico de Hitchcock, hay un encabronamiento progresivo del personaje central, ese perdedor sin talento que se empeña en manipular a los demás con tal de conseguir una novela que venda millones de ejemplares. Como si el fin justificara los medios, se empeña en manipular a cada cual, esperando el gran triunfo. La propuesta te mantiene atento a lo que ocurre en la pantalla, te mete en la historia, con giros perversos e imaginativos.
(Foto: Isabel Coixet, directora de cine)

sábado, 2 de diciembre de 2017

Loving Van Gogh (poema inédito de Samir Delgado)

Van Gogh, Self-Portrait Dedicated to Paul Gauguin




Mi cabeza es un girasol en llamas

                                                                           ÓSCAR HAHN

MISTRAL  hojas muertas
2 francos con cincuenta centavos

y todo sigue sin novedad
tanto en la casa como en los cuadros

cielo abeto azul mañana gris
¿no es cierto que los pintores
debían vivir todos como obreros?

las paredes violeta pálido
intenso sol la sensación
de que mi cabeza está vacía

cipreses verdes cielo rosa
cuarto creciente limón pálido
mil cuadros a cien francos

una casa de artista viña color púrpura
álamo tumba romana lila azul
los copos de nieve continúan cayendo

cielo verde cipreses coles dalias
mi silla los simples castillos en el aire

feliz de continuar siendo como soy
           
peonía bemoles malvarrosa girasol
martinica arabia los pescadores de islandia

bromuro de potasio nosotros los artistas
no somos más que cántaros rotos

una naturaleza muerta

29 de julio de 1890
mi querido hermano
mais que voulez-vous?


Samir Delgado, 2017 

viernes, 1 de diciembre de 2017

"Patria", el libro del año

El libro de actualidad, que se ha llevado el Nacional de Narrativa, el de la Crítica, el Euskadi de Literatura y el Francisco Umbral. Su autor (San Sebastián, 1959) vive en Alemania, con muchos premios en su camino pero del que no teníamos noticia suficiente. Una historia sobre la violencia en el País Vasco, esa lacra reciente que por fortuna parece haber quedado definitivamente atrás. Así sea. Son 646 páginas de un texto apretado, vibrante, que ya viene encumbrada por la crítica, desde Iñaki Gabilondo a Mario Vargas Llosa: "Hace tiempo que no leía un libro tan persuasivo y conmovedor, tan inteligentemente concebido."