
Me gusta la calidez
del idioma en los labios de aquella gente, fue estupendo escuchar los acentos
de las 15 nacionalidades presentes, la cadencia del español latinoamericano,
sus variantes, sus soluciones para esquivar el inglés. Además participaron una
brasileña, un noruego, una suiza y un alemán. También estuvieron en el grupo el
promotor de arte Diego Casimiro y la soprano Alma Andiux. Y de Cuba siempre nos
interesaron tres cosas: el campo, la monumentalidad de La Habana y el estoicismo
de los ciudadanos, acostumbrados a sobrevivir con ingenio más allá del injusto y
prolongadísimo bloqueo norteamericano. La isla de las cien mil columnas se está
rehabilitando, palacetes y casas lucen recientes fachadas, se levantan hoteles
y complejos turísticos, y, como escribió Pedro Juan Gutiérrez, el de la ácida
Trilogía de La Habana, la gente está dispuesta a “resolver” el día a día con
mucha picaresca. No se aprecia una transición política y la económica parece
seguir el modelo chino hacia el desarrollo. Sin duda admirable el trabajo que
la Revolución ha hecho en educación, sanidad y vivienda, se publica una
enormidad de libros y a través de la UNEAC hay movimiento cultural en todas las
provincias. Pero, aparte el despegue turístico, no hay cambios: ni la embajada
de EEUU en La Habana tiene embajador ni, viceversa, tampoco hay embajador
cubano en Washington. Cuando a un miembro del Partido le pregunté si en el
futuro podría haber otra agrupación política distinta del PCC, frunció el gesto
y respondió que eso se vería, como muy pronto, en veinte años.

España mandó tres
millones y medio de emigrantes desde el siglo XVIII hasta la guerra civil. La
aportación canaria fue considerable, hay omnipresencia de nuestros apellidos pero
no existe un monumento ni una inscripción que recuerde ese aporte, solo quedan
bisnietos y tataranietos de aquellos paisanos, entre los cuales La Palma fue
isla con mucha representación, y notable dedicación al tabaco. Aquellos
emigrantes procuraban casarse entre ellos, deseaban mantener el blanco de la
piel, muchas veces eran matrimonios concertados entre las familias. Eran
agricultores, gente austera, gente seria cuya palabra equivalía a un contrato. Los
descendientes sienten la magua y el abandono, tras la crisis el gobierno
regional ha reducido drásticamente las ayudas. El héroe nacional es José Martí
Pérez, hijo de valenciano y de tinerfeña, aunque nunca se le incluye el segundo
apellido. Claro que, en cuanto de identificas, muchos te recuerdan que su
abuelo era isleño, o su bisabuelo, o alguien ya lejano que apenas conocieron. La
embajada española cada mañana registra colas para obtener visados y
nacionalidad a través de los antepasados, la burocracia hispano-cubana conlleva
dosis de ineficacia y desidia. Quizá a la Revolución le fue rentable disminuir
la importancia de los aportes hispanos y en cambio potenciar los elementos
afroamericanos, las religiones de los antiguos esclavos, los elementos
folklóricos, la santería, las danzas rituales. Pero la décima fue de acá para
allá y de allá volvió, un claro componente de ida y vuelta. Igual que fueron y
volvieron la música, el azúcar, el tabaco, el son, las habaneras, el espíritu de
los indianos en el carnaval de Santa Cruz de La Palma y tantas otras cosas.
Lo mejor del viaje
vino al final: la Sierra del Rosario y Pinar del Río, hermoso territorio. Cuba
padece una larga sequía pero se están instalando plantas desalinizadoras en los
lugares turísticos y sobre todo en Santiago, la ciudad oriental. Los viejos
coches norteamericanos, reparados con primor, han sido rehabilitados como
taxis, pero ahora hay vehículos recién importados de Francia y de Corea, existe
una cierta fiebre de la construcción, se nota que el dinero empieza a aflorar. Hacia
el aeropuerto nos llevó un licenciado en veterinaria metido a taxista, 32 años,
en un chirriante Ford negro de 1951; como la necesidad aprieta, nos cobró por
debajo del precio habitual. Al salir de la capital nos dijo: “Eso es El Cerro,
lo peor de La Habana, gente mala, delincuentes”. ¿Y eso es posible en un
sistema igualitario como el que tienen ustedes?, le preguntó Rosario Valcárcel.
“Tenemos un sistema igualitario entre comillas”, respondió con cierta tristeza.
Debe ser que los paraísos no existen.
Muy bonito, Luis, una magnífica crónica de un viaje cultural-turístico. Sólo un detalle no comparto, te lo escribo en privado.
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