lunes, 15 de mayo de 2017

Manuel Almeida, Dragaria y los escritores canarios


La literatura hecha en Canarias es territorio mestizo como nuestro lenguaje, que siente la vocación caribeña. Hay dos modelos del español: el de Valladolid y el de Sevilla. Nosotros, como América, seguimos la pauta de Sevilla y tenemos la impregnación atlántica en nuestro lenguaje cotidiano, claro que no practicamos el barroquismo exaltado de los latinoamericanos, ejercemos un curioso barroquismo, por ocultación, y un sentido irónico de la vida, a la inglesa. Hay nuevos escritores y publicaciones, algo parecido surgió en los 70 cuando vino la primera generación narrativa. Hay talleres literarios de los que cada año sale una hornada de jóvenes y menos jóvenes con ilusión por publicar. Todo esto es legítimo, pues la escritura se ha democratizado. Ojalá no se sientan con prisa, la literatura no es una carrera de cien metros lisos sino que más bien es una carrera de fondo, casi una maratón. Para escribir primero hay que vivir intensamente, luego es preciso leer y rumiar las palabras, no quedarse contento, reelaborar una y otra vez.

Manuel Almeida es un todo terreno: músico, novelista, periodista, bloguero, poeta, autor de cuentos y microrrelatos, polifacético luchador de la palabra que emprende la publicación de www.dragaria.es, un periódico digital de calidad dedicado a divulgar las letras y las artes de aquí. Publicó una novela bastante digna, Tres en raya, así como un libro de microrrelatos, El líder de las alcantarillas. Atrás, en 1990 era partícipe de Nueva Semilla, un grupo que hacía música con raíces literarias, con identidad, y que versionó a poetas de la tierra. Como bloguero obtuvo seis premios internacionales, y lo que sigue pretendiendo es escribir, crear y comunicar apasionadamente. Maneja las nuevas tecnologías y tiene una virtud esencial: está dispuesto a hablar de los demás, a trabajar por difundir a los demás. Esta muestra de generosidad no es frecuente en el mundillo cultural, donde más de una vez chocan los egos, la lucha sin cuartel por ocupar un espacio. En Dragaria ha creado un buen equipo, con la inquieta Maite Martín y otros colaboradores. El producto es variado y globalizador.

Desde las Endechas a la muerte de Guillén Peraza, 1447, se ha construido un cuerpo con especificidades, que ya enumeró Valbuena Prat en los años veinte del siglo pasado. Esta latitud y este aislamiento generan una mirada distinta. Probablemente aquí la vida sea percibida desde una conciencia de desamparo, soledad y dramatismo inherentes a nuestra historia, aunque todo ello está matizado por el sentimiento irónico y el ejercicio humorístico. Nos afectan tanto la insularidad como el eclecticismo, territorio de ida y vuelta en el Atlántico, el ensimismamiento pero también el cosmopolitismo y la vocación de conectar con las vanguardias. Cairasco, Viana, Viera y Clavijo, Clavijo y Fajardo son figuras esenciales. Con el Romanticismo se exalta el pasado prehispánico, la mitología del guanche como “buen salvaje”, y nace un sentimiento nacionalista. A finales del XIX surge en Tenerife la Escuela Regionalista, fundamentalmente poética. Es el momento de trasterrados como Angel Guimerá y Pérez Galdós.

En el tránsito del XIX al XX llega la poesía; Domingo Rivero con su Oda a mi cuerpo, Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón. También hay cultivadores de la novela y el teatro desde perspectivas costumbristas (los Hermanos Millares, Angel Guerra, Leoncio Rodríguez, Benito Pérez Armas). Hacia 1920 se anuncia una nueva literatura con Gaceta de Arte, Agustín Espinosa con Crimen, el mejor narrador surrealista español, y Pedro García Cabrera en poesía, además de Gutiérrez Albelo, Pérez Minik y Eduardo Westerdahl. Para Gaceta la insularidad es un gozo y las islas un territorio que permite la observación del mundo, un lugar para absorber y digerir, y devolver la mirada. En 1947 la Antología Cercada da la voz a Lezcano, Agustín y José María Millares, Ventura Doreste, Angel Johan. La Generación del Medio Siglo ahonda en la tradición, y así llegamos a la novela. Los fetasianos son frutos del silencio y el vacío, generan una literatura casi hermética, repleta de símbolos, pues no escriben a la manera del realismo social sino que beben en los existencialistas franceses y alemanes, Kafka, Beckett, el absurdo. Luego el archipiélago cambió: desde sociedad rural a los servicios turísticos.

Las islas son un borbotón de creación en diversos campos pero el consumo de esos productos culturales es insuficiente, y la desvertebración se agrava con el intento de reinstaurar a diario el pleito insular. La literatura de aquí es comparable a la que se genera en comunidades de población similar, pero estamos lejos de los centros de poder. Desde Galdós ningún insular ha entrado en la Academia, será muy difícil que alguien lo consiga; quizá sea porque a los nuestros se les pone un techo en la Península, no se les toma demasiado en serio. A los canarios que viven en Madrid se les valora más como comunicadores que como escritores. A mí en Correos de Torrelodones cuando iba a poner una carta a veces me preguntaban ¿Las Palmas de Gran Canaria es España? Y alguien me lo resolvió cuando un financiero me explicó que Canarias no es España, Canarias es un tercer país. Es aquello de que estamos demasiado cerca para ser exóticos y demasiado lejos para que se pueda llegar en autopista. Como sociedad con identidad confusa, que pasó del neolítico al renacimiento de una tacada, ha existido y existe un cierto síndrome colonial. Perdida Cuba, perdido Puerto Rico y las Filipinas nos quedamos como el último resto del imperio, la España de ultramar en la que el gobierno central estuvo ausente largo tiempo mientras dominaban los británicos con sus bancos y sus consignatarias, ellos trajeron el plátano y el tomate, la innovación y el progreso. Recuerdo a Rafael Arozarena quien, cuando se hizo la película sobre Mararía, recibió la llamada de Alfaguara y yo le comenté: Rafael, tienes que publicar allá, para que te conozcan en Bilbao y Zaragoza. A lo que él replicó “¿Y qué diablos me importa a mí que me conozcan en Bilbao y Zaragoza? Publico solo en Tenerife.”

El avión es el invento que nos permite indagar en el mundo. Los insulares le estamos infinitamente agradecidos.
(Foto: Manuel Almeida, obtenida de www.dragaria.es)

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