viernes, 29 de septiembre de 2023

Investidura: optimismo y pesimismo en la misma taza



    Un pasito adelante y otro pasito hacia atrás. La complicada negociación de los políticos tiene eso: que donde dije digo en realidad quería decir diego. De este modo, jugando al escondite, nos hemos pasado las jornadas previas a la probable no investidura de un señor candidato y a la probable sí investidura de otro señor candidato. Porque los independentistas no dejan de pedir: que si amnistía, que si derecho de autodeterminación, que si referéndum con su día y su hora ya fijada desde ahora, que si no se renuncia a la vía unilateral, como ya sucedió aquel 1 de octubre, etcétera. Es decir que cuando todo parecía claro, atado y bien atado como decía el caudillo, puede que haya nuevos golpes de tuerca, con lo cual lo que aparentemente estaba amarrado se disuelve en la nube.

    Tal vez lo que está sucediendo es que se está acabando el teatrillo de estos meses y quizá ahora asistamos a los pulsos de verdad, el final de la partida que lleva mucho tiempo disputándose entre socialistas e independentistas negociando entre bambalinas, y de cuyo resultando va a depender que haya un nuevo presidente o que vayamos a la repetición electoral. Una opción que nunca ha estado descartada del todo, una posibilidad que sin duda añade incertidumbre para la economía y desconfianza para los ciudadanos de a pie. Y ellos, los políticos, a seguir disputando la prórroga del partido y, como no se fían, exigiendo la intervención de un mediador internacional. Qué cosas.

Seguir los medios de comunicación produce alegrías y desasosiegos, porque las noticias suelen ser contradictorias. Por ejemplo, podemos leer que la economía española va como una locomotora, que en el año que vivimos e incluso en 2024 registrará el mayor crecimiento de todas las economías europeas, pero esa misma noticia será vista justo al revés en un periódico del signo contrario. Un optimista dirá que el vaso está medio lleno y un pesimista afirmará que está medio vacío.

    Todo sucede de un modo muy veloz y con muchas contradicciones. La directora de cine catalana Isabel Clixet, que ya tiene un notable prestigio internacional por la seriedad de sus planteamientos y la belleza de sus películas, acaba de hacer unas declaraciones de las que entresaco esta frase que no tiene desperdicio: “He desconectado de toda la política catalana por supervivencia… De repente, la llave de todo la tiene un pirado que vive en Waterloo. ¡Guau!”. La política no tiene desperdicio, y hace extraños compañeros de cama, imprescindibles en este caso para que pueda salir adelante la investidura de Pedro Sánchez. Y es que en esta España partida en dos unos poquitos votos, unos poquitos escaños en el Congreso, pueden llevarte al cielo o al infierno. Incluso podría suceder que a la hora de la verdad el disputado voto de Coalición Canaria llegue para evitar el diluvio o para confirmarlo.

Tal vez todas estas contradicciones se deban a que estamos encapsulados dentro de un sistema insano, que acrecienta el que vayamos cada uno por nuestra cuenta, con la siguiente sensación de soledad, un sistema que exacerba la competitividad, a cualquier precio. El subjetivismo no es sino una sobrevaloración de la propia persona y de sus actitudes porque el egocéntrico se cree el dueño de todo y se frustra cuando no consigue todas las metas que se propone, o cuando los demás no cumplen sus órdenes. Soy egocéntrico y estoy rodeados de muchos que son como yo. A lo mejor el señor Puigdemont es un tanto egocéntrico y narcisista, y la verdad le asiste cada hora de su vida. Pero es también muy posible que tanto el candidato Sánchez como elcandidato Feijóo y como la Dama de Hierro, la señora Ayuso, y otras figuras del teatrillo tengan la misma inclinación de egocentrismo y de narcisismo.

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