Es esta una palabra
que atemoriza a todo el mundo, se trata de verdugo muy antiguo, siempre
presente en todas las sociedades pero cada vez más se ha convertido en el
monstruo de los tiempos modernos. Hace un año, después de una biopsia me
notificaron que tenía células malignas en la próstata. Además, en febrero de
este mismo 2023, tuve un episodio de insuficiencia cardiaca, con dificultad
respiratoria cuando me acostaba a dormir, y a consecuencia de todo ello me
condujo una ambulancia para estar quince días internado en el que para mí es el
centro sanitario por referencia en las islas.
Cuando uno padece este
tipo de cosas, le toca el miedo en los hombros. Después del covid y del volcán,
creía que vendría una tregua pero en lo que a mí respecta no fue así. Las
primeras noches que uno pasa en un centro hospitalario se genera un temor del
que resulta difícil desprenderse. Pero la profesionalidad de los jóvenes
médicos en prácticas, tan entusiastas, con mención especial a la labor de las
enfermeras y enfermeros, de todo el personal, y con la supervisión de los
profesionales más veteranos y la ayuda de una buena tecnología, me hicieron ver
que todo es superable.
El ser humano es capaz
de aprobar con nota las pruebas más difíciles, si emocionalmente estás bien eso
ayuda mucho, y por supuesto que es muy importante el diagnóstico precoz de los
dos tipos de cáncer más frecuentes: el de próstata y el de mama. Escribo estas
líneas porque tengo varios amigos con padecimientos similares, que han ido
sobrepasando. Hoy en día los tratamientos han mejorado mucho, y después de 23
sesiones de radioterapia, con un tratamiento intensivo que incluyó un cuidado
especial en la alimentación, por suerte me acaban de hacer un análisis que
certifica que las células malignas de mi próstata se han reducido a cero. He de
seguir sometiéndome a controles periódicos, pero las primeras señales son
buenas.
Nos quejamos de las
deficiencias de la sanidad pública. Cierto que tenemos unas altas listas de
espera, cierto que haría falta invertir más para poder contratar más
profesionales, incluso para habilitar salas que están desocupadas, para
investigar más, para hacer cosas nuevas y arriesgadas como el trasplante de
pulmón que el Negrín ya ha cumplimentado. Porque, dada la distancia con los
centros hospitalarios punteros de la Península, hemos de tener una sanidad lo
más autosuficiente que sea posible. Por eso cuando alguien habla de reducir
impuestos, me echo a temblar porque la sanidad, la educación y todas las
prestaciones sociales quedarían en grave desamparo. Los más ricos son cada vez
más poderosos mientras la inmensa mayoría del pueblo llano se empobrece. Y la
sociedad canaria tiene importantes bolsas de escasez, estamos por debajo de la
media de renta de los ciudadanos de la Unión Europea.
Cierto que en las islas hay buenos centros sanitarios de carácter privado, pero aquí y ahora hemos de luchar porque se mantenga, se potencia y se extienda el sistema nacional de salud, que, pese a sus limitaciones y carencias, sigue teniendo prestigio internacional, continúa siendo un modelo para países más poderosos. Lo que hay que hacer es conseguir que los presupuestos sigan beneficiando a lo público sobre lo privado en capítulos tan esenciales como la sanidad, la educación y la vivienda.
Es una alegría saber que has superado el cáncer. Ánimo y a celebrar la vida
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