En
el mundillo deportivo es frecuente escuchar esta expresión: tal entrenador no
llegará a comerse los turrones. Las crisis exigen revisiones, cambios de rumbo,
nuevas estrategias, y a menudo los que dirigen los equipos deportivos suelen
ser víctimas propiciatorias de las malas rachas. Pues las Navidades suponen
para gente que está en crisis la urgencia de aplicar terapias intensivas, un
hachazo del que se espera la regeneración, pero hay cuestiones difíciles de
arreglar con escaso margen de tiempo. ¿Cómo resolver, por ejemplo, con un
decretazo urgente el 50 por ciento de paro juvenil de nuestra tierra, la
adecuación de la antigua Formación Profesional a las necesidades reales del
mercado? Hablando de educación, el gobierno que disfrutamos elimina la
asignatura de Filosofía del bachillerato y mete con calzador la de Religión, lo
importante es erradicar la conciencia crítica, la facultad de pensar, y lo mejor
es fabricar adhesiones incontestables a las divinidades. Eso se llama progresar
adecuadamente.
También
es sabido que en tales fechas navideñas, con la abundancia de francachelas y
consumos alcohólicos, suele haber litigios familiares. Los expertos dicen que buena
parte de los divorcios se gesta en periodos que aparentemente son propicios
para la relajación y la buena vida: en las vacaciones de verano y en Navidades,
pues es entonces cuando las parejas se someten a mayores convivencias en las
cuales puede estallar la chispa que llevaba tiempo cociéndose a fuego lento.
Para colmo, estas benditas Navidades que se aproximan tendremos que ir a las
urnas a fin de perfilar otro reemplazo de la clase política. Nadie sabe si
desde ahora hasta entonces se aclararán las cosas en la Cataluña esquizofrénica
de nuestros días, entre la tentación de la Declaración Unilateral de
Independencia y la constatación de que algo más de la mitad de los votantes no se
han decantado por la ruptura. El gobierno trata de convertir en víctima a Artur
Mas, con citaciones judiciales que tal vez podrían haber esperado un poquitín. Pues
la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de imputarlo a él y sus
estrategas por la consulta del 9N, vuelve a dar un giro a la historia. La
querella emprendida y los comentarios del ministro de Justicia ponen una vez
más en entredicho al poder judicial, instrumentalizado por el gobierno de turno.
Los
nervios vienen de muchos frentes, así Bruselas le advierte al presidente imperturbable
que los presupuestos que pretende aprobar han de ser revisados tras el 20-D,
pues en ellos no está asegurada la reducción del déficit que se nos exige. Y la
Cataluña sensata, aquella del viejo seny, le dice a los suyos que no es
conveniente la separación de España. Así lo ha expresado un hombre del talento
de Joan Manuel Serrat, aquel a quien el franquismo privó de representarnos en
Eurovisión porque pretendía cantar en catalán, circunstancia que de paso
propició el triunfo de Massiel con su Lalalá. Entretanto cunde el conflicto
entre las tribus de CC y del PSOE, Carlos Alonso al frente del Cabildo
tinerfeño es el príncipe de la “grandeur”, el Napoleón del Insularismo Andante,
y es más que probable que de aquí a las benditas Navidades se cueza alguna
ruptura, más de una moción de censura, desriscamientos y otros peligrosos
accidentes, habida cuenta de la difícil convivencia tras la pocas veces justa
distribución del poder, los delicados equilibrios que han de ser guardados. La
Palma y las otras llamadas islas menores que reclaman sus mejoras, las islas
capitalinas enfrentadas en su eterna lid. Y Alonso, al igual que el protomártir
Mas, va por la vida con un proyecto de iluminación en el que no cabe disidencia
alguna. Soy el depositario de la verdad, afirma. Yo, o el caos: eso es lo que
vienen a transmitir uno y otro. La esquizofrénica Cataluña y la esquizofrénica
Canarias, con el relevante papelón de los nacionalismos.
Volviendo a don
Arturo, su táctica falló porque no fue capaz de encandilar a una mayoría cualificada
de los votantes. Acaso porque su única propuesta resultaba lejana para quienes
esperaban soluciones para los problemas reales: la corrupción de los Pujol que
significa la descomposición de buena parte de la tribu afecta a Convergencia,
el paro, la sanidad, la educación, la manera en que están arrinconando todo
cuanto huela a español. Ahora el señorito Mas lleva consigo la penitencia de depender
de unos radicales antisistema que se hacen rogar. Y, a la vista de los malos
resultados en las catalanas, el señor Aznar le lanza tirones de orejas a su
delfín, el que puso a dedo entre otros presumibles candidatos que tampoco se
han ido de rositas. ¿Quién iba a decirnos que Rato patinaría de tal manera?
Para colmo, el deporte
–que puede actuar como potente evasión de los conflictos cotidianos– puede dar más
de un disgusto si el representativo amarillo no es capaz de superar las
lesiones, el estado del césped, la escasa puntería y los fallos de estrategia. La
cuerda parte siempre por lo más endeble y todo ello podría originar que el buen
hombre que nos llevó trece años después a primera división podría no comerse en
Gran Canaria los turrones, riesgo extensivo al colega chicharrero. Estas
Navidades, ya digo, con el subidón de glucosa, con las cenas opíparas, las urnas
y los disgustillos familiares, tal vez acabemos como aquella fenomenal película
de Almodóvar: todos al borde de un ataque de nervios.
La Comisión de Medio
Ambiente del Senado ha rechazado, con 15 votos en contra del PP, 7 a favor y 1
abstención la creación de un santuario de ballenas en el estrecho existente
entre Fuerteventura y Lanzarote con la costa africana. La cosa se comenta por
sí sola. ¿Quiénes son los que niegan el cambio climático, ningunean las
energías renovables, descartan la protección a la naturaleza? La propuesta ha
llegado a la comisión a través de una moción promovida por la senadora de
Coalición Canaria María del Mar Julios, que ha hecho suya la petición de la
organización WWF España, que lleva años estudiando la zona, y cuenta con más de
50.000 firmas de los habitantes de esas dos islas. Claro que el que no se
consuela es porque no quiere: el aparato se ha puesto en marcha y ya publica
encuestas en las que el partido en el poder repetirá con amplio triunfo, aunque
sin llegar a la mayoría absoluta. De ahí los ataques frenéticos a esa fuerza
centrista y emergente comandada por treintañeros con descaro, ese Albert Rivera
y esa Inés Arrimadas que todavía pueden presumir de virginidad respecto a los
festines y apropiaciones de la clase política instalada. Que si son de
izquierda, que si son de derechas: los unos y los otros tratan de ir al
abordaje contra quienes han irrumpido en estos mares. Las urnas son golosas, y
ante la jornada del domingo 20 unos y otros soñarán en subir a su cielo particular,
sin pasar por el purgatorio y mucho menos por el infierno. Pero las encuestas
las carga el diablo.
(Publicado en www.laprovincia.es hoy lunes 19 de octubre de 2015)
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