Lo que Snowden pone de relieve no es solo que nuestros derechos están por los suelos, sino que se trafica con nuestra intimidad a través de una empresa subcontratada. Booz, Allen & Hamilton es la consultora que le pagaba a 82.435 euros al año para que nos espiara para la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. El poder político ha conseguido desde septiembre del 2001 que estemos descalzos en los aeropuertos y semidesnudos para defender nuestros derecho a la intimidad, pero bajo el eficaz mantra de la amenaza terrorista hemos bajado la cabeza hasta donde les ha hecho falta.
La buena literatura va más allá de la realidad. Ya cuando el británico Orwell dio a conocer su novela 1984 supimos que el Big Brother o Gran Hermano existe para vigilar cada uno de nuestros pensamientos. De este modo, supimos que podemos ser víctimas de organizaciones totalitarias y represoras. También Aldous Huxley dijo lo mismo en Un mundo feliz y el genial Ray Bradbury lo confirmó en Fahrenheit 451 cuando describía un mundo en el que los libros eran quemados por la nueva inquisición universal.
La UE ya entrega numerosos datos de sus ciudadanos a EEUU, como los de los pasajeros aéreos o las transferencias bancarias, pero no tiene la garantía de que el uso de esos datos respete las Constituciones europeas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y tantas otras cosas. Ahora la situación es tan grave que, por inimaginable, no tomamos aún conciencia de su magnitud. Tienen nuestras llamadas. Nuestros e-mails. Lo tienen todo, si quieren. Tienen hasta nuestras neuronas más recónditas. Somos ratas atrapadas en la gran ratonera del Ojo Vigilante Universal.
Está claro que Merkel y Obama, como líderes mundiales, se darán cuenta de que lo tienen todo. Las comunicaciones y los e-mails de los banqueros, los políticos, las agencias de calificación, los reguladores, los notarios, los especuladores, los gobernantes, los que estaban en los consejos de administración de Bankia y de las Cajas de Ahorros, los papeles de Bárcenas, los entresijos del caso Gurtel y todas las gamas de corrupción en España y por supuesto en Canarias. Saben de todos los defraudadores, de la Operación de Las Teresitas y del caso Faycán de Telde, hasta de los que se esconden en los paraísos fiscales. O sea que gracias a este chiquito que se ha ido de la lengua tenemos las pruebas para empurarlos a todos. Lo cual está al caer. Permitan que me ría.
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