1
¿Qué
más podemos pedir, amor,
si
no es esta complicidad culpableque nos lleva a forzar el tiempo en palabras oscuras
que vestimos como niños en día de fiesta?
Sólo queda el usufructo de nuestros cuerpos,
blancas ovejas desvalidas que regalamos
con la rara alegría de quien ahoga una conciencia.
2
GUERRA DE LOS SEXOS
Ellos no entienden: de siempre lo oí decir,
como un axioma irrefutable, como un dogma de fe,
igual que aprendimos que la tierra es redonda
o que existen los números periódicos.
Ellos no entienden, y no querían
jugar con nosotras: hasta el más pequeño
nos miraba desafiante, para luego marchar corriendo
tras las lejanas siluetas de sus camaradas.
Había que organizarse, ofrecer resistencia,
desterrar en público las lágrimas y los mocos,
crear redes secretas de información y logística,
apuntar más bajo, aullar la victoria.
Ellos no entienden. Yo tampoco entiendo nada.
No lo entendí nunca,
ni cuando sus cuerpos eran misterios anatómicos
de delirantes bestiarios
en la infancia incrédula,
ni cuando sus voces se quebraban en provocaciones
de interés puramente antropológico.
Nunca milité en bando alguno. Me confieso apátrida.
Algo así como una quinta columna sin base:
asentía a todo, fingía los acuerdos,
como un topo ciego que se escurre
entre el dudoso glamour de la adolescencia.
Supongo que jamás se produjo el alto el fuego.
Aunque en algún momento debió de perderse
la dulce alegría de las hostilidades,
y aparecieron los rictus en las comisuras
de los combatientes,
veteranos en sus cuarteles de invierno;
los pactos vergonzantes,
la secreta claudicación de aquellos gloriosos batallones,
de aquellas ingenuas conjuras
que el tiempo cubrió de moho.
Ellos no entienden: de siempre lo oí decir,
como un axioma irrefutable, como un dogma de fe,
igual que aprendimos que la tierra es redonda
o que existen los números periódicos.
Ellos no entienden, y no querían
jugar con nosotras: hasta el más pequeño
nos miraba desafiante, para luego marchar corriendo
tras las lejanas siluetas de sus camaradas.
Había que organizarse, ofrecer resistencia,
desterrar en público las lágrimas y los mocos,
crear redes secretas de información y logística,
apuntar más bajo, aullar la victoria.
Ellos no entienden. Yo tampoco entiendo nada.
No lo entendí nunca,
ni cuando sus cuerpos eran misterios anatómicos
de delirantes bestiarios
en la infancia incrédula,
ni cuando sus voces se quebraban en provocaciones
de interés puramente antropológico.
Nunca milité en bando alguno. Me confieso apátrida.
Algo así como una quinta columna sin base:
asentía a todo, fingía los acuerdos,
como un topo ciego que se escurre
entre el dudoso glamour de la adolescencia.
Supongo que jamás se produjo el alto el fuego.
Aunque en algún momento debió de perderse
la dulce alegría de las hostilidades,
y aparecieron los rictus en las comisuras
de los combatientes,
veteranos en sus cuarteles de invierno;
los pactos vergonzantes,
la secreta claudicación de aquellos gloriosos batallones,
de aquellas ingenuas conjuras
que el tiempo cubrió de moho.
No
más guerrillas fraternas. Soy francotiradora.
Parapetada
en una azotea de soledad.Ese hombre que pasa de largo
lleva en su frente la marca divina.
Lo sé bien: yo misma lo ungí hace un instante
con la metralla líquida del deseo.
("Manzanas son de Tántalo", 1997)
3
A
la sombra de Dafne no crecen sino ortigas.
Sobre
el azul sin tacha del acantilado,del borde mismo de la sima
de la espuma,
donde su pie de nieve no osó la pirueta
definitiva.
La
sombra de Dafne acuna abrojos,
teje
siempre entre sus ramas la misma ajena melodía.
No
amasa pan.
No
arregla sus cabellospara el amante porfiado.
No regala ya más el fruto
de su vientre intacto.
Bajo
el azul sin tacha del cielo eterno,
mirad
la sombra estéril de Dafne,como un fantasma tendido sobre la mala yerba.
4
CIUDAD
DE LOS HOMBRES / SIN CITY
Toda
herencia se rompe en tu pretil,
frontera ardua de la memoria:
la secuencia perfecta que llevó
al extinto saurio a abandonar las aguas
y a surcar los cielos color sangre;
la cadena que formaron los millones
de semillas derramadas por la Tierra
-mucho antes de cualquier atisbo
siquiera de palabra-,
eslabones sin orfebre
de la supervivencia.
La ponzoña horada los fariones
agujeros de gusano que conducen
a ninguna parte.
Toda riqueza se estrella en tu brocal,
pozo insaciable de los deseos inmundos.
Las infancias durante siglos atesoradas.
Las sobremesas compartidas en familias.
Los mechones rebeldes escapados del lazo.
Lenta se deshilacha la memoria.
Criatura de Darwin abatida, su silueta se pierde,
boceto sin destino.
Ruedan ladera abajo, desmembrados, los atributos
que un día constituyeron lo humano;
se ocultan en el lodazal, la basura los cubre
y renace el silencio.
(Quedan coyotes,
serpientes,
alacranes.)
Toda la razón, Luis. Además, una admirada poeta.
ResponderEliminarUna poeta también repleta de sensibilidad y observación del mundo.
ResponderEliminarFelicidades a los dos.
blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
Me ha gustado esta seleción, llena de fuerza y poderío como su autora. Gracias por recordarnos a creadoras canarias.
ResponderEliminarUn saludo
Completamente de acuerdo Luis, una gran poeta.
ResponderEliminarPaula Nogales, poeta y narradora, con sus versos demuestra ser, sin lugar a dudas, una de las voces más originales y fuertes de la actual poesía canaria.
ResponderEliminarMuchas gracias, Luis. Es un honor que me recuerdes y publiques en tu blog.
ResponderEliminarEs curioso que el segundo poema que eliges, que pertenece al libro Manzanas son de Tántalo (Colección San Borondón, Museo Canario, con ilustraciones de Marta Vega), y cuyo título es "Guerra de los sexos", aparece extrañamente cercenado, como en otras páginas web, no sé bien por qué (por ejemplo, en la de Fernando Sabido Sánchez o la de un escritor palmero, Javier Hernández, "El alisio").
El poema completo, que también aparece en la antología Esta falacia que se desangra impune (Baile del Sol) y en la obra colectiva impulsada por el Instituto Canario de la Mujer Isla Mujeres: un poema (2003), es bastante más largo y dice así:
GUERRA DE LOS SEXOS
Ellos no entienden: de siempre lo oí decir,
como un axioma irrefutable, como un dogma de fe,
igual que aprendimos que la tierra es redonda
o que existen los números periódicos.
Ellos no entienden, y no querían
jugar con nosotras: hasta el más pequeño
nos miraba desafiante, para luego marchar corriendo
tras las lejanas siluetas de sus camaradas.
Había que organizarse, ofrecer resistencia,
desterrar en público las lágrimas y los mocos,
crear redes secretas de información y logística,
apuntar más bajo, aullar la victoria.
Ellos no entienden. Yo tampoco entiendo nada.
No lo entendí nunca,
ni cuando sus cuerpos eran misterios anatómicos
de delirantes bestiarios
en la infancia incrédula,
ni cuando sus voces se quebraban en provocaciones
de interés puramente antropológico.
Nunca milité en bando alguno. Me confieso apátrida.
Algo así como una quinta columna sin base:
asentía a todo, fingía los acuerdos,
como un topo ciego que se escurre
entre el dudoso glamour de la adolescencia.
Supongo que jamás se produjo el alto el fuego.
Aunque en algún momento debió de perderse
la dulce alegría de las hostilidades,
y aparecieron los rictus en las comisuras
de los combatientes,
veteranos en sus cuarteles de invierno;
los pactos vergonzantes,
la secreta claudicación de aquellos gloriosos batallones,
de aquellas ingenuas conjuras
que el tiempo cubrió de moho.
No más guerrillas fraternas. Soy francotiradora.
Parapetada en una azotea de soledad.
Ese hombre que pasa de largo
lleva en su frente la marca divina.
Lo sé bien: yo misma lo ungí hace un instante
con la metralla líquida del deseo.
............
(Manzanas son de Tántalo, 1997)
Un fuerte abrazo,
Paula Nogales Romero.
Pues Paula, aún no había logrado leer algo tuyo. Me gustaron mucho los cuatro, ahora me toca buscar más. Un abrazo. Leonilo Molina
EliminarGracias, Paula. Procedo a publicar completo tu fantástico poema, tan esclarecedor, tan reivindicativo. Siempre he pensado que deberías ser más visible, que tienes ovarios y calidad para estar en primera línea de todas las guerras literarias. Que eres un valor más que seguro, a pesar de que te escondas tantas veces.
ResponderEliminarPaula, al menos en la Antología de Fernando Sabido, ten la seguridad que el poema se va a corregir y va a aparecer completo. Yo me ocupo. Por desgracia estos errores van en cadena.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Antonio.
Gracias, Antonio. Sabes lo que se hace.
ResponderEliminarMi amigo cordobés-madrileño Nando Sabido ya está enterado y lo va a corregir y agradece de mil amores que lo hayas dicho, Paula.
ResponderEliminarUn abrazo Luis.
Buenas tardes,
ResponderEliminarLo que son las cosas que estaba de obras en mi web, y veo este artículo con poemas de Paula Nogales y la corrección que menciona la autora. Si no recuerdo mal el poema lo copié de un libro, no recuerdo si de la autora misma o de una antología. No sé de dónde pudo venir el fallo. Publicaré el poema al completo en mi web, en el correspondiente artículo breve sobre la autora http://javierhfernandez.es/anos-90-poesia-canaria-paula-nogales/,
e intentaré que lo corrijan en El Alisio.
Un saludo a todos!
Paula: te seguimos queriendo, queremos más libros tuyos, queremos más poemas de pasión y niebla, te queremos te queremos
ResponderEliminarY ahora tiene nuevo libro que será presentado en breve. Enhorabuena por toda su actividad.
ResponderEliminargracias a Paula Nogales, por estar ahí Y gracias también a los lectores que, tanto tiempo después, han traído de nuevo este registro Era el 2013, ahora el 2022 es decir que han pasado 9 años gracias a todos
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