miércoles, 1 de mayo de 2013

Argentina: pronunciamiento ante una República que ha perdido su alma


Eduardo Sanguinetti, Filósofo y Poeta Rioplatense
La elección de las prioridades determina lo que es posible. Hoy se inclina en Argentina hacia el juego del azar constante, las especulaciones estériles que solo interesan a una banda de autodenominados “políticos” aprovechados. A estos una política oligárquica y una ideología totalitaria les ha permitido, en un clima de silencio, dar preponderancia –condicionando los espíritus– al rechazo de la realidad, a una conducción de gobierno económica, social, cultural y política que lejos de buscar el “deber ser” conduce a un caos determinante en la decadencia en que nuestras vidas se debatirán.
Creo es hora de comenzar a caminar un sendero de comprensión y de fundar una clase política hoy inexistente. La autodenominada oposición no existe, solo es un juego articulado por mediocres funcionarios, pacatos, mezquinos y resentidos, en espejos cóncavos y convexos, donde proyectan sus propias miserias sin saber quién mira a quién. La historia de la corrupción en nuestros gobiernos no comienza con el nefasto Néstor Kirchner. No seamos obtusos, creo es de larga data. La ausencia de capacidad, idoneidad, en nuestros políticos de barricada no transita acorde a lo que Argentina merecía y merece. Tenemos un pueblo exitista, simplista, mediocre y con mucho pánico a ese “deber ser” en el que marco como norte a alcanzar. Creemos que podemos por milagro llegar a conquistar un espacio de privilegio, sin persistir, con voluntad y austeridad, dando sitio a los talentos que ya han emigrado de esta tierra. Dejar de lado el odio y los bajos instintos que hoy se sienten a lo largo y ancho del país y, de una vez por todas, desobedecer y con valentía decir no y basta a la superpoblación de la ciudad de Buenos Aires y conurbano, que contienen más de la mitad de los habitantes del país. Que el voto no sea obligatorio y crear pequeñas comunidades en el interior, autoreplicantes y autodeterminantes, pues estamos en una nación abundante en recursos de todo tipo, pero absolutamente disfuncional en la tarea de llevar a cabo la tarea de fundar un país para todos. No dejemos pasar más generaciones de jóvenes con síndromes de parias en el mundo, sufriendo las consecuencias de anteriores decisiones e indecisiones de un sistema inmaduro, perverso. Démosle espacio, insisto, a la diferencia. No somos ya un país joven, somos un pobre país inmaduro, donde el sentido de pertenencia y libertad se perdió. La mentira tomó un sitio de honor y la farándula gobierna.

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