Eduardo
Sanguinetti, Filósofo y Poeta Rioplatense
La elección de
las prioridades determina lo que es posible. Hoy se inclina en Argentina hacia
el juego del azar constante, las especulaciones estériles que solo interesan a
una banda de autodenominados “políticos” aprovechados. A estos una política
oligárquica y una ideología totalitaria les ha permitido, en un clima de
silencio, dar preponderancia –condicionando los espíritus– al rechazo de la
realidad, a una conducción de gobierno económica, social, cultural y política
que lejos de buscar el “deber ser” conduce a un caos determinante en la
decadencia en que nuestras vidas se debatirán.
Creo es hora de comenzar a caminar un
sendero de comprensión y de fundar una clase política hoy inexistente. La
autodenominada oposición no existe, solo es un juego articulado por mediocres
funcionarios, pacatos, mezquinos y resentidos, en espejos cóncavos y convexos,
donde proyectan sus propias miserias sin saber quién mira a quién. La historia
de la corrupción en nuestros gobiernos no comienza con el nefasto Néstor Kirchner.
No seamos obtusos, creo es de larga data. La ausencia de capacidad, idoneidad,
en nuestros políticos de barricada no transita acorde a lo que Argentina
merecía y merece. Tenemos un pueblo exitista, simplista, mediocre y con mucho
pánico a ese “deber ser” en el que marco como norte a alcanzar. Creemos que
podemos por milagro llegar a conquistar un espacio de privilegio, sin persistir,
con voluntad y austeridad, dando sitio a los talentos que ya han emigrado de
esta tierra. Dejar de lado el odio y los bajos instintos que hoy se sienten a
lo largo y ancho del país y, de una vez por todas, desobedecer y con valentía
decir no y basta a la superpoblación de la ciudad de Buenos Aires y conurbano,
que contienen más de la mitad de los habitantes del país. Que el voto no sea
obligatorio y crear pequeñas comunidades en el interior, autoreplicantes y
autodeterminantes, pues estamos en una nación abundante en recursos de todo
tipo, pero absolutamente disfuncional en la tarea de llevar a cabo la tarea de
fundar un país para todos. No dejemos pasar más generaciones de jóvenes con
síndromes de parias en el mundo, sufriendo las consecuencias de anteriores
decisiones e indecisiones de un sistema inmaduro, perverso. Démosle espacio,
insisto, a la diferencia. No somos ya un país joven, somos un pobre país
inmaduro, donde el sentido de pertenencia y libertad se perdió. La mentira tomó
un sitio de honor y la farándula gobierna.
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