Orlando González Alonso es un hombre paciente y
contemplativo; da la impresión de que lo observa todo con discreción y mesura.
Su mundo profesional ha sido el de los seguros pero desde chico tenía una gran
inclinación hacia el dibujo, vinculado a la Escuela Luján Pérez con Felo
Monzón, a comienzos de los años 80 comienza a experimentar sobre la realidad.
En los noventa ya hacía bodegones y paisajes a los que se les puede atribuir un carácter romántico. No es rara esta
vinculación con el paisajismo puesto que Miró Mainou, Juan Betancor y Emilio
Machado fueron sus orientadores en el mundo de la plástica.
A Orlando la pintura se le ha afianzado en la
madurez, y -pese a esta tardía iniciación- su pintura tiene fuerza poética y
visual. En su recorrido destacan sus imágenes del interior de la isla, con unas
cumbres, unos caseríos y unos valles idealizados. También se ha aplicado al
serialismo en su tratamiento de variantes sobre la idea de la columna, elemento
arquitectónico clásico que él sabe potenciar. Algunos de sus cuadros más misteriosos y elogiados son sus interpretaciones de Manhattan, pues
Nueva York es una ciudad que conoce y ama a través de sus museos, de su arte callejero, de su poderosa iconografía. En los últimos trabajos Orlando González evoluciona desde
una mirada realista hacia propuestas que lindan con el expresionismo. En sus presentaciones Rosario Valcárcel ha sabido interpretar sus mensajes.
Puede que Orlando sea un hombre de aspecto abstraído
y melancólico, pero en realidad este soñador lleva consigo un mundo interior
bien amueblado, esa isla que alumbra desde su casa-cueva en la zona alta de San
Mateo. Imbricado en la naturaleza, siente que la isla le proporciona cielos,
mares, barrancos, umbrías, pinares, soledades y reencuentros. Su relación con
el promotor cultural Diego Casimiro le ha impulsado a participar en recientes
exposiciones colectivas, y se puede decir que es ahora cuando Orlando está
consiguiendo nuevas vías de afianzamiento artístico, podría afirmarse que es en
estos últimos años cuando acomete su trabajo pictórico -siempre sosegado y
silencioso- con un mayor nivel de seguridad expresiva. En su depuración
estética, el descriptivismo de décadas anteriores llega a desembocar en el
abstracto.
Quizá el problema de Orlando sea su aparente
timidez, esa humildad del insular, aparentemente maguado pero que en realidad
está lleno de sueños, de imágenes que poco a poco suben a la superficie y,
cuando afloran, nos hablan de un talento que se ha ido consolidando con el paso
del tiempo. Y este hombre que lo observa todo sabe que lleva consigo una fuerza
creadora capaz de seguir aflorando con la fuerza de un volcán.
Una reflexión sobre la pintura y la humanidad de Orlando González que comparto.
ResponderEliminarUnas obras algunas tan logradas que son poemas pictóricos. Comenté en la Retrospectiva, 20 años que realizó el pintor sobre su cuadro de Nueva York: "Es un poema repleto de envolturas de cristal, de versos azules que se yerguen quizás para elevar las plegarias al cielo,para combatir los fríos y las neblinas..."
Mis felicitaciones.
blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
Muchas gracias por la descripción expuesta tanto de Rosario Valcárcel como de Luis León Barreto, que describen mi personalidad y pintura muy certeramente cosa que me alegra lo bastante como para ver mi trabajo de tantos años reconocido una vez mas públicamente. Vaya con ustedes mi agradecimiento mas profundo.
ResponderEliminarOrlando González Alonso
Un artículo estupendo y minucioso (me ha encantado) sobre la trayectoria pictórica y personalidad del pintor. Te agradezco mucho que lo hayas compartido porque así podemos conocer un poco más a nuestro amigo Orlando.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte para ti,Luis y otro para Rosario, Elena Robayna Abreut.
Gracias a Rosario, el propio Orlando y Elena Robayna: efectivamente, estamos ante un pintor serio que merece más espacio en los medios. Y en eso estamos: en potenciar gente con valores menos reconocidos.
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