
Aquí hay
pocas ayudas para la maternidad, al contrario que en los países nórdicos y en
buena parte de Europa. El número medio de hijos por mujer seguirá descendiendo,
y la cifra de menos de 1,5 hijos por pareja no garantiza la renovación de la
población. Las parejas se casan menos que antes y cuando lo hacen es mucho más
tarde. De este modo se reduce la fecundidad de las mujeres, y hay menos
nacimientos. Buena parte de estos nacimientos vienen datos por las mujeres
inmigrantes, pero este colectivo tiende a disminuir por las circunstancias
económicas.
En
definitiva: somos un país para viejos. El envejecimiento de la población
provocará que los mayores crecimientos se concentren en las edades avanzadas.
Y
cada vez aumentará más la emigración al exterior de los jóvenes que no obtienen
trabajo aquí.
En
definitiva: es lo que hay.
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