Que
somos el país de la gran chapuza universal ya lo sabíamos, pero leyendo entre
líneas todo lo que sucedió en la desgraciada fiesta del Madrid Arena
comprobamos que siempre podemos ir más allá de la chapuza. Contagiados de
tantas corruptelas, incluso pensamos que cinco víctimas fueron pocas víctimas
para lo que allí podía haber sucedido tras la maldita avalancha. Empresarios
mafiosos que desprecian la legalidad, telefonistas pasotas que se vacilan con
quienes hacían desesperadas llamadas. Ambulancias que no llegan, energúmenos
que practican botellón a las mismas puertas del evento. Alcaldesa que está por
encima del bien y del mal y que no interrumpe sus galas y sus comodidades para
afrontar su responsabilidad. ¿Para qué seguir?
Pasado
ya el jolgorio, ahora que afrontamos la estricta realidad ¿qué esperamos de
veras de este 2013 de nuestros pecados? La realidad no es complaciente sino que
sigue teniendo un poco calamitoso. Hasta la señora Merkel anuncia nuevos y
terribles socavones, pero se le ve la sonrisita y los ojos picarones cuando
anuncia en la TV
de Nochevieja que el paro en Alemania se ha reducido a la mitad de la mitad…
será a costa de que entre nosotros se eleve al doble del doble, digo yo. El
problema de este año, y de los que se avecinan, es cómo hacerle entender a los
políticos que urgen políticas de Estado, volver al consenso entre los grandes
partidos antes de que sea demasiado tarde. Pues los sacrificios económicos, los
costes sociales y el desmantelamiento de la sanidad, la educación, etc. no son
un videojuego sino que forman parte de la angustia del cada día.
En
muy poquito tiempo se nos ha ido por las alcantarillas un modelo de sociedad
que costó mucho armar: sanidad para todos, educación gratuita, salario digno, pactos
empresarios-trabajadores, derecho de huelga, etcétera. Los sacrificios generan
un estado de depresión y de convulsión cotidiana, si los sacrificios tardan en
dar frutos la gente se mosquea. Y lo que se nos anuncia es mucho más paro,
después de haber cerrado el 2012 con 800.000 parados más. En cuanto a las
islas, alegra saber que estos días los hoteles están repletos. ¿Pero dónde
están las nuevas contrataciones que debería generar el boom turístico de la
temporada alta? Hay desmoralización, pena, desconcierto, rabia, hasta cólera.
Rajoy parece un pusilánime al que le cuesta actuar. Rubalcaba es otro cero a la
izquierda mientras no dé paso a la renovación de su partido, para que vuelva a
generar alguna ilusión en el amplio electorado que antes votaba al PSOE.
De
ahí que los grandes temas, las cuestiones de envergadura, deberían ser
afrontadas como fueron afrontadas en Alemania hace unos años: si no es posible
un gobierno de concentración, que al menos entre los políticos se dé un amplio
consenso, y la vista puesta en servir al ciudadano. Así debería ser, pero lo
que vemos es un programa de gobierno para mantenerse en el gobierno, que no
intenta salvar puestos de trabajo ni crear otros nuevos. La España vieja, la de los
privilegios para unos cuantos. ¿Para cuándo el enjuiciamiento a los
responsables de las quiebras bancarias, para cuándo van a dejar de pagar
millonadas a los directivos de los bancos que han causado este estropicio?
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